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FIL 2025
La esperanza...
L

a esperanza del Quijote consiste en la sustancia de las cosas que se esperan. Espera que consiste en aceptar lo que se siente que se tiene. Revestir la vida de espíritu; de ser espíritus espoleados por el anhelo de nuestra categórica intuición creadora.

“El ser existe y es fluir del tiempo. Y es más, sólo el ser existe.”

La difuminación del ser y su apariencia, como planteó Heráclito, colocado muy cerca de las lides de Freud y Cervantes. Ellos, a contracorriente, ponen el acento en sentido contrario a la unidad, la centralidad, la fijeza y la sistematización. Descubrieron que todo se mueve, se tornasola, se disgrega, desaparece y vuelve a aparecer.

Es así como al Quijote todo se le va desmadejando brumosamente hasta darle la impresión de que nada es nada, de que todo es una ilusión, un delirio. El Quijote confunde lo aparente con lo real, lo fenoménico con la sustancia y de esta confusión de sentimientos habría de registrarse un desencanto brusco y progresivo. Sus ideales se desvanecen en un delirio como un sueño confundido con la vida.

Resultado del grado de fijeza en que, peregrino por los campos, se queda inmóvil y al andar, sutilmente, se percata de que entró al tiempo (tiempo puro, temporalización freudiana, recurso de la temporalidad discontinua, pensamiento de la diferencia). Porque el andar no es otra cosa que tiempo. Lo impalpable, lo misterioso, el ser, “eso” que se nos escapa siempre, se nos va de las manos. Y, ¿cómo apresar eso que “falta”, eso que no se ve, eso que fluye, denso e inasible, que no es otra cosa que la firme existencia invisible del ser, que lo puso en contacto con una realidad indefinible que resume lo que buscaba: la faz invulnerable de la vida, su palpitante acecho?

¿No será que el Quijote-Freud no habla de este ser que es a fuerza de serlo tan oculto, se nos manifieste no a través de lo oculto, sino de lo visible, no sumido en la inmutabilidad, sino al contrario, en movimiento constante, moviéndose inquietantemente sobre los efímeros talones de lo transitorio? O sea, que no hay otra realidad del ser que ésta, la que nos está indicando la mutación constante e inasible de las cosas del mundo.

Tomado de Entre el delirio y el sueño, de José Cueli