Editorial
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T-MEC: dichos y realidades
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l miércoles, el presidente Donald Trump afirmó que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) vence en aproximadamente un año y su gobierno lo dejará vencer o tal vez llegará a otro acuerdo con sus socios norteamericanos. Como es habitual, denunció que, “como casi todas las demás naciones”, sus vecinos se han aprovechado de Estados Unidos. En respuesta, su homóloga Claudia Sheinbaum Pardo recordó que el acuerdo no termina en 2026, atribuyó las declaraciones destempladas a la forma de hablar del magnate y dijo que aprovechará el breve encuentro que sostendrán hoy para “acordar hacia dónde continúa todo el proceso de acuerdos relacionados con el comercio”.

La mandataria tiene razón al señalar el yerro del político republicano: el T-MEC expira hasta 2036 y la revisión que se realizará el año entrante no tiene como propósito ratificarlo o anularlo, sino ajustarlo y, en todo caso, decidir si se extiende su vigencia más allá del periodo original. Si esto no ocurriera, el escenario tampoco es su cancelación, sino el tránsito de revisiones sexenales a anuales, situación indeseable para todas las partes por la permanente incertidumbre a que se verían sometidos los actores económicos. Por último, Trump no puede “dejar expirar” el tratado porque para retirarse de forma anticipada debe emitir una notificación escrita y comenzar un proceso de cuando menos seis meses.

Si bien nadie puede descartar que Trump acometa un acto de insensatez como el que supondría terminar el T-MEC, existen muchos motivos para pensar que sus afirmaciones de antier son, en efecto, una mera bravuconada. Por principio de cuentas, hace tres semanas se vio obligado a eliminar tarifas de importación a carne de res, café, té, jugo de frutas, cacao, especias, plátanos, naranjas, tomates, ciertos fertilizantes y cientos de productos básicos más después de que su delirio arancelario provocara un previsible aumento de precios y el consiguiente enojo de los consumidores, que en ese país son muy sensibles a la inflación. La estrepitosa derrota de sus correligionarios en las elecciones celebradas en California, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia fueron el revulsivo que le hizo despertar de su sueño de inmunidad ante las consecuencias de sus medidas.

Asimismo, la Business Roundtable, asociación que reúne a más de 200 directores generales de las principales empresas de Estados Unidos, reaccionó a la amenaza de abandonar el tratado mediante un posicionamiento conjunto con sus equivalentes de México y Canadá, en el cual destacan los beneficios del T-MEC y afirman que “preservar esta alianza trilateral esencial, profundizar la cooperación en materia de seguridad económica y restablecer el trato libre de aranceles para todos los bienes que cumplan con sus reglas reforzaría la prosperidad a largo plazo de las empresas y los trabajadores”. Un elemento más importante e imposible de ignorar para el magnate es el cierre de filas agrícola en defensa del tratado, vital para ellos en tanto México y Canadá son el destino de más de un tercio de las exportaciones del sector primario. Si se considera que la población rural es el bastión que ha dado al magnate sus dos periodos presidenciales, es evidente que no puede permitirse una confrontación abierta con productores que claman necesitar más que nunca la certeza brindada por el T-MEC.

En suma, y sin descartar un episodio de insania del trumpismo, todo indica que el área de libre comercio más grande del mundo seguirá en pie, por lo que México debe prepararse para unas negociaciones arduas en las que Washington intentará sacar todas las ventajas a su alcance mediante rudezas verbales y actos de extorsión, como ya se vio con la cancelación ilegal de rutas aéreas, y de las que sólo se podrá salir airosos con una combinación de firmeza, templanza e inteligencia.