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Desde otras ciudades

Tradición sobre ruedas, los jinrikisha en Japón

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▲ Los shafu no sólo jalan el carro, son fotógrafos improvisados, guías y guardianes de la tradición.Foto La Jornada
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gradable sorpresa se lleva el visitante en Japón cuando recorre las calles de una gran ciudad como Kioto: a toda velocidad se ve a un joven que, aunque no presume de gran musculatura, jala a paso firme un vehículo de dos ruedas con dos pasajeros que van cómodos. Son los jinrikisha. Es una palabra compuesta de jin que significa hombre; riki, fuerza, y sha, un vehículo; literalmente se refiere a un carro de fuerza humana.

Su origen se remonta a 1870, cuando se volvió un transporte de gran popularidad; entonces las ciudades empezaban a crecer y la movilidad se volvía necesaria. Durante mucho tiempo los jinrikisha eran símbolo de estatus para comerciantes, viajeros y funcionarios que lo usaban por rápido y cómodo.

La historia nipona se divide por eras o épocas en las que el emperador es la figura determinante; en este caso, con Meiji Tenno (1852- 1912) surgió este transporte. Con tan sólo 14 años, se convirtió en la máxima y deificada autoridad en 1867 y se le conoce como el primer emperador con el que Japón vivió avances, por lo que culminó su periodo feudal.

El emperador es aún una figura simbólica que representa al pueblo japonés y su unidad. A ellos se les atribuye también una soberanía celestial con la creencia de que sus familias descienden de los poderes de los dioses sintoísta, religión cuyas deidades se les llama kami, espíritus ligados a elementos de la naturaleza.

Con la llegada de otro tipo de transporte como el tranvía, el automóvil y más tarde las bicicletas y motocicletas, el jinrikisha perdió su protagonismo en la vida cotidiana. Sin embargo, no desapareció: en la actualidad ha renacido como una experiencia turística que conecta al visitante con la historia y la tradición locales.

Subirse a uno es dar un paseo peculiar y es atractivo turístico. En Kioto, los conductores –shafu– visten atuendos tradicionales y guían a los visitantes por templos, jardines y barrios históricos, al tiempo de compartir anécdotas y leyendas locales. Jóvenes universitarios se emplean a tiempo parcial para financiar sus estudios. Con gran orgullo portan el atuendo y comentan que además de tener un ingreso seguro, se mantienen en forma, pues jalar conducirlos es comparable con ir algunas horas al gimnasio.

En Tokio, especialmente en el barrio Asakusa, es común ver largas filas de estos carruajes en espera de turistas que desean recorrer las calles cercanas a los famosos templos. Aunque nació aquí, pronto se expandió a otras partes de Asia. En India se convirtió en rickshaw o tuk-tuk, un vehículo de hasta tres ruedas impulsado por pedales o incluso un motor pequeño para tener más velocidad.

En otros países su uso está ligado a la funcionalidad, mientras en Japón se ha conservado como atractivo símbolo cultural; especial significado adquiere en un país que es líder mundial en trenes de alta velocidad, como el shinkansen, que alcanza 300 kilómetros por hora.

Viajar en un jinrikisha da la oportunidad al visitante no sólo de gozar la amabilidad de los japoneses, quienes con gran orgullo, transmiten información sobre los atractivos históricos de sus ciudades y los valores sobre los que se sostiene esta ejemplar sociedad.

Alia Lira Hartmann