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Reditan el Breve diccionario visual de náhuatl, de Gritón

El artista siempre tuvo interés en mantener vivas las lenguas originarias, apunta la editora Gabriela Galindo

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▲ En el proyecto participaron Esmeralda y Silvestre Ortiz, hijos del pintor, en la imagen, captado en junio de 2009. El tiraje del diccionario es de mil 500 ejemplares y se reparte de forma gratuita.Foto cortesía de Gabriela Galindo y archivo
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de octubre de 2025, p. 2

Por iniciativa de Gabriela Galindo, editora de la revista electrónica El Rizo Robado, se volvió a publicar el Breve diccionario visual de náhuatl, catálogo para iluminar del artista Antonio Ortiz Gritón (1953-2024), impreso originalmente en 2011.

Fue durante una estancia en el País Vasco cuando Gritón vivió la dupla lingüística euskara/español que no tardó en relacionar con su contraparte náhuatl/español, aunque reconoció que “son muy pocos los indígenas que lo hablan” (20/3/9, La Jornada). Entonces, le pareció “buena idea que en algún momento se empezara a fomentar el estudio del náhuatl, porque cambia mucho la forma de pensar de acuerdo al lenguaje”. Comenzó a leer información encontrada en Internet y vio que era “otro concepto”.

Así nació su proyecto personal de hacer un diccionario visual del náhuatl, “con cuadros de gran formato muy ideográficos. Es decir, que utilizara la imagen muy directa con la palabra en náhuatl y en español”. Son imágenes lúdicas: ocelotl/jaguar, coatl/serpiente, tepoztotol/avión, chichi/perro, huepolli/cuñado y xolopitli/menso.

De la extensa serie de cuadros en gran formato, expuestos en espacios públicos, como mercados, festivales y centros culturales, nació el catálogo para iluminar Breve diccionario visual de náhuatl con medio centenar de imágenes.

Con apoyo de Érika Monserrat, de la Fundación Del Arte Vengo, Gabriela Galindo coordinó el proyecto en el que participaron activamente Esmeralda y Silvestre Ortiz, hijos de Gritón. El tiraje es de mil 500 ejemplares y se reparte de forma gratuita de acuerdo con los deseos del artista, gracias al patrocinio de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

Se reditó también un juego de lotería con imágenes elaboradas por el también muralista, mismo que siempre distribuía entre los niños en sus exposiciones. Los nombres de los dibujos en las imágenes también están en español y en náhuatl.

De acuerdo con Galindo, la inquietud por el náhuatl era algo que Antonio Ortiz Gritón traía desde hace muchos años. Empezó a colocar, por ejemplo, un conejo con el nombre del animal en náhuatl en alguna pintura suya. Este interés se intensificó durante su estancia en Guelbenzu, cerca de Pamplona, dado su gusto natural por el lenguaje. Era “un aventurero de las experiencias”, apunta la editora.

A su regreso de España se preguntó por qué estaba enfrascado en el vasco si su lengua originaria era el náhuatl. Entonces, le entró “el ímpetu por recuperar nuestras lenguas originarias. Desarrolló incluso proyectos para colocar el náhuatl como lengua oficial en ciertas zonas comunitarias”, indica Galindo.

La idea surgió de una instalación

El proyecto se inició con la elaboración de mantas de tela de cortina estampadas, de dos por tres metros, ya que la idea era fotografiarlas y editar un libro. Alrededor de 20 mantas fueron exhibidas como instalación en 2009, en el contexto de la celebración de la Noche de Primavera: se colgaron en igual número de ventanas de edificios sobre el Corredor Cultural de la calle de Regina.

Posteriormente, en 2011, Gritón colgó medio centenar de telas, a modo de “intervención”, en el interior del mercado de Coyoacán. Para esto, el artivista estudió náhuatl en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles. Su maestro, aparte de dar clases, “platica mucho de cómo vivían en la época prehispánica. En alguna ocasión comentó que el comercio era el que de alguna manera sostenía a la sociedad. El mercado, entonces, es de esas expresiones vivas” (La Jornada, 11/6/11).

La obra ocupó las dos naves del mercado, con 10 piezas en la parte de comidas y 40 en el área de fruta y carne. Los locatarios se entusiasmaron con el proyecto; incluso, sugirieron poner otras lenguas, porque había personas de Oaxaca. Gritón siempre hizo muchos trabajos en la calle y en lugares no convencionales. Para él, exhibir en estos “centros de convivencia es algo que los artista deberíamos de explorar más”.

En 2012 se realizó otra edición del diccionario para acompañar la exposición que se presentó en el Museo del Ferrocarril, en Puebla.

Galindo señala que la primera edición del catálogo para ilustrar era mucho más austera, con menos páginas, engrapada, a línea y en blanco y negro, porque era para iluminar. Gritón realizó sus dibujos con plumón, en papel bond tamaño carta. La redición cuenta con más páginas y ya están encuadernadas.

“En la medida en que no tuvimos acceso a todas las imágenes originales, tuve que escanear algunas del primer cuadernillo. Por ejemplo, no encontramos el dibujo original del nopal, por lo que del catálogo de 2011 escaneé la imagen en alta resolución con la idea de reconstruirla”, explica la editora.

Se han realizado varias presentaciones del Breve diccionario visual de náhuatl en el teatro Sergio Magaña, en la Utopía Ixtapalcali y en los faros Tláhuac y Milpa Miacatlán.

El público infantil pudo colorear el catálogo y jugar a la lotería. Antonio Gritón defendía la idea de que era necesario conquistar a los niños, porque de ellos “dependía la permanencia de las lenguas originarias”.