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Falta contundencia al plan paz total: analistas

El presidente de Colombia busca afianzar el progresismo

Gustavo Petro tiene un año para mostrar logros políticos, pese a la oligarquía conservadora // La economía ha tenido resultados positivos

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▲ En Cauca, una de las regiones más afectadas por el control de ex guerrilleros venidos a narcos, esta semana ocurrió el más reciente ataque con explosivos contra instalaciones policiales de Mondomó, municipio de Santander de Quilichao.Foto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 19 de abril de 2025, p. 20

Bogotá. Colombia hoy es un país polarizado. Las fuerzas tradicionales o conservadoras se resisten al cambio. La otra mitad apoya las reformas sociales propuestas por el gobierno de izquierda que lidera Gustavo Petro.

El presidente no es el primer líder político en proponer una transformación en la sociedad colombiana, desigual hasta los tuétanos. También lo hicieron el liberal Alfonso López Pumarejo, hace 89 años, y Jorge Eliécer Gaitán, del mismo partido, asesinado hace 77 años.

Desde Gaitán se puede hablar de un parteaguas que trazó una línea imaginaria que dividió a esta nación entre ricos y pobres; los primeros, las oligarquías, se resisten como gatos patas arriba a que la sociedad cambie y, los segundos, como fieras en busca de justicia, quieren progreso y oportunidades.

Y en este escenario la confrontación Petro versus oligarquías es directa. El presidente lo ha dicho en varias oportunidades a los congresistas del Pacto Histórico (izquierda) y otros partidos (de derecha moderada) que lo apoyan, que ganamos el gobierno (2022-2026) pero no el poder. Ese poder se ejerció con riguroso control institucional a través de los viejos poderes políticos y económicos que hicieron de Colombia su propio botín por siglos.

Esa disputa ha cambiado sustancialmente el debate: antes versaba sobre el conflicto y sus efectos (seguridad), ahora son más políticos y con mucho contenido social, ámbito en el que la derecha se queda corta.

En el pasado, esos poderes fácticos hicieron de la lucha antisubversión su relato predilecto para gobernar mediante el miedo por conducto de presidentes cooptados, ya fueran liberales o conservadores, que perpetuaron con el Frente Nacional (1957) tras el asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948. Ahí nació otro país: el de la exclusión. Ese pacto derivó en los años 60 en la aparición de los grupos guerrilleros de formación marxista (FARC-Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y guevarista (ELN-Ejército de Liberación Nacional).

Esa ya no es la lógica del debate. Parodiando a Gramsci, ese viejo poder se resiste a desaparecer y no acepta que Petro ganó la presidencia en 2022 y, por supuesto, no concibe los cambios que el gobierno de izquierda quiere hacer. Mientras ello ocurre, en la mitad aparece una oposición oscura por su proceder y decadente por su opaco y desleal pasado, no sólo en la lucha política sino con el pueblo.

El jefe del Ejecutivo insiste en que la oposición alberga, entre sus objetivos, dar un golpe de Estado y para ello argumenta que, desde la justicia, aunada a los potentes poderes económicos mezclados con políticos tradicionales, se diseñan estrategias para sacarlo del gobierno, asunto que es rechazado por el establecimiento, sin contundencia.

Además de los medios de comunicación –cuyos dueños son parte de ese poder tradicional– la oposición ha acudido a la mentira, las argucias jurídicas (lawfare) más insospechadas a fin de deslegitimar al mandatario e imponer sus mayorías parlamentarias y frenar las reformas sociales, que son la columna vertebral de la propuesta de gobierno.

No es la economía el talón de Aquiles de Petro, como presagiaban sus enemigos políticos, pues el país crece a tasas que superan, incluso, las expectativas del mismo gobierno: 2.7 en 2024; además, logró disminuir el índice de inflación a un dígito: hoy es de 5.09, cuatro menos que la tasa de interés que el Banco Central se resiste a rebajar con el argumento de controlar la inflación en aras de evitar una recesión.

Pese a esa obstinación la economía colombiana, micro y macro, muestra signos elocuentes de reactivación, crecen las inversiones y se fortalece la confianza. Según el DANE (Departamento Nacional de Estadística), la tasa de desempleo para febrero fue de 10.3 por ciento, que es 1.3 menos que en el mismo mes de 2024; es decir, se crearon 977 mil nuevos puestos de trabajo.

En ese contexto, Petro enfurece y reclama al Banco Central una disminución de la tasa de interés para garantizar un mejor y positivo desempeño de la economía. La junta de ese banco, de mayoría contraria al gobierno, dice que no.

Pero ahí no para la disputa que también es política. El Congreso siempre apoyó los proyectos del gobierno de turno con la aprobación de una ley de financiamiento para darle oxígeno en la etapa final del mandato, en este caso lo negó; ,al igual que reventó las reformas sociales: laboral y salud.

Esto es un descarado bloqueo institucional, dijo Petro. Situación que corrobora el plantón contra el presupuesto general de la nación que el mismo Congreso le negó para 2025 y por eso hoy se tramitan el gasto, la inversión social, el pago de deudas pública y privada y el servicio a la deuda (intereses de préstamos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional) con el mismo presupuesto del año anterior.

Por todos los medios, incluidos los de comunicación privados, la oposición ha buscado obstaculizar la administración de Petro, a sabiendas que no tendrán argumentos para disputar el próximo debate electoral que se aproxima en 2026, año en el que se elegirán presidente (31 de mayo) y 279 congresistas, entre senadores y representantes.

El talón de Aquiles

Pero más allá del debate político que va ganando el presidente colombiano, por lo menos en las calles, su talón de Aquiles es la Paz Total. Siempre adoleció de una metodología, aunque el gobierno insista en que su estrategia para superar el nuevo modelo de violencia que, a su parecer, ya no es política, busca incluir a todas las bandas armadas que militan en la ilegalidad: delincuencia común, organizaciones de narcotraficantes o grupos guerrilleros.

El gran lunar lo evidencia el fracaso en las negociaciones con el ELN. Se calcula que cuenta con 4 mil combatientes y opera principalmente en el nororiente, el cual limita con Venezuela, país con el que se comparte una frontera de 2 mil 220 kilómetros. Petro denomina a esta guerrilla “banda de traquetos” (narcos).

La estrategia de divide y reinarás resultó y el gobierno firmó un acuerdo de paz con una facción disidente del ELN llamado Frente comuneros del Sur.

Sobre las llamadas disidencias, otras organizaciones consideradas más traquetas que insurgentes, el Ejecutivo federal mantiene mesas de negociación por separado, las cuales caminan lentamente y se espera den un resultado positivo.

Este escenario de Paz Total con resultados positivos parciales no logra aún consolidar su mensaje, aunque muchos son los esfuerzos para imponerla con inversión social; por ejemplo, en las zonas del Catatumbo y al sur del departamento del Cauca, regiones históricas afectadas por el conflicto y hoy el teatro deoperaciones contra los cultivos de hoja de coca (dicen estudiosos del tema que en Colombia hay 200 mil hectáreas cultivadas) que el gobierno quiere erradicar con la sustitución por sembradíos lícitos.

Cuestión de meses

Ahora o nunca, parece ser la apuesta definitiva del gobierno de Petro para lograr los cambios que propuso en 2022. Las obras se hacen o se hacen. Sin temor a la oposición, espetó en el más reciente consejo de ministros (órgano consultivo de gobierno).

Para el mandatario, el futuro del país está en juego, no sólo por la proximidad del término de su administración, sino para consolidar una propuesta de continuidad como sucedió en México bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y su traspaso, vía elecciones, a Claudia Sheinbaum.

Gustavo Petro tiene claro que está en pugna una batalla cultural entre el nuevo y ese viejo país que se resiste a desaparecer; la lucha por el poder en 2026 ya comenzó.

Por lo anterior, no cejará en sus denuncias contra una clase dirigente anquilosada y ausente de un proyecto que le cambie la cara a cada colombiana o colombiano que aún alberga un importante ingrediente de esperanza.