Enormes diosas y mujeres gobernantes de Mesoamérica protagonizan la conmemoración del Día de Muertos en el Zócalo // Entre los niños hay pasmo, fascinación y solemnidad
Lunes 27 de octubre de 2025, p. 2
Formidables diosas y mujeres gobernantes de culturas mesoamericanas de varios metros de alto, representadas con técnicas de herrería, escultura, carpintería y pintura por el colectivo Zion Art Studio, dominan la plaza mayor de México como parte de la conmemoración del Día de Muertos. Los niños muestran pasmo, fascinación y cierta solemnidad al apreciar las figuras esqueléticas.
Los millares de personas que pululan en el Zócalo al pie de las piezas gigantes recuerdan el tapete de maíz colorido que se halla al final de la avenida 20 de Noviembre, magnífico acceso a la Ofrenda Monumental 2025, inaugurada el mediodía de ayer.
En esa vialidad se instaló un enorme arco con imágenes de flores, colibríes y calaveras. Un poco más allá, el piso está cubierto de granos de maíz pintado que forman distintos motivos de las cosmogonías nacionales.
Titulado Encuentro entre voces, poemas, peregrinaje, historia y tradición, el proyecto reinterpreta algunas las culturas originarias a partir del trabajo de, en su mayoría, creadoras habitantes de municipios del norte y oriente de la Ciudad de México, y de algunas alcaldías. Su exhibición concluirá él 2 de noviembre.
Se observan las piezas de más de 4 metros, rodeadas por fauna endémica del país y el escenario apuntando al oriente. Hay figuras de tucanes, pumas, conejos, peces, nopales, armadillos, tortugas, jaguares, venados, ajolotes, chapulines y colibríes, así como un par de xoloescuintles gigantes.
Antes de permitir el acceso a la plancha, un millar de personas circundaban las vallas, tomaban fotos bajo el sol inclemente. Atisban los últimos detalles de la instalación: formar pasillos con una enorme cantidad de flores de cempasúchil.
Rostros de expectación
Entre los turistas nacionales y extranjeros y paseantes la expectación crecía. Hay alemanes, anglosajones y asiáticos rondando los accesos. Pasadas las 12 horas se dio entrada a los visitantes y en pocos minutos se llenaron los corredores.
Se escucha la voz de Pedro Infante entonar “para mí la vida es un sueño y la muerte el despertar…” Luego, La Llorona en una lengua originaria seguida de más piezas del cantoral mexicano que aborda la finitud de la vida. No se repiten a pesar del transcurrir de las horas piezas de cantantes como Lila Downs y Óscar Chávez.
Mujeres ataviadas con vestidos tradicionales recorren curiosas el espacio y las escenas vinculadas a la cosmogonía prehispánica que da origen a esta conmemoración. Refieren a este diario que apenas se están formando una idea de qué significa lo que ven. Están interesadas en saber qué narran las esculturas.
Los visitantes se agrupan en familias. Se sorprenden con las piezas. Niños y niñas parecen arrastrar a sus padres de escena en escena para mirar y pasar de sorpresa en sorpresa. Es recurrente como repiten el gesto de la boca semiabierta y los ojos atentos, memorizando, pensando y sintiendo. Buena parte de ellos no comentan nada. Algunos muy pequeños levantan sus manitas señalando cada obra.
Reflexión
Una narrativa que habla del poder e influencia de figuras divinas o políticas femeninas en varias regiones del país antes de que fuera México. Los chicos no logran contar mucho sobre lo que están viendo. La pregunta sobre qué les interesa más los sume en la reflexión o el recuerdo. Parece que no pueden verbalizar lo que les produce la visión de las potentes señoras. Un par de hermanos son concretos: a él le gustaron las calacas y a ella, las flores.
Patricia Guerrero, Denise García y Óscar Ómar, integrantes del colectivo Zion Art Studio, muestran su entusiasmo y cuentan a La Jornada el trabajo que realizaron hasta la mañana de este domingo para traer las culturas zapoteca, maya, purépecha y tlaxcalteca.
En su taller, ubicado en Ayotla, en el municipio mexiquense de Ixtapaluca, se reunieron 60 personas entre herreros, carpinteros, fibreros, escultores, herreros, cartoneros, pintores y una modista para crear 16 cuerpos y muchos animales. También colaboraron Gerardo Guzmán, en diseño (incluida la parte en tercera dimensión digital) y escultura, y el coordinador Marco Medina.
Las mujeres, incluidas una herrera y una fibrera, fueron la mayor parte de los que participaron en esta iniciativa, con edades de 19 a 65 años. Hubo participantes de Indios Verdes, Satélite, avenida San Joaquín y Los Reyes. Se conocieron en el Faro de Oriente, donde empezaron a hacer proyectos similares.
Guerrero relató: “queríamos hacer esa evocación de toda la biodiversidad y representar el llamado hacia la ofrenda, a la que todos aportan algo: alimentos, animales”.
Hizo énfasis en que se dio relevancia al papel de la mujer, para lo cual se buscaron deidades femeninas con el fin de “representarlas y ponerlas como inspiración”. Por ejemplo, “de la cultura maya están la diosa Ixmucané y la Reina Roja, legado que nos dejaron las culturas prehispánicas y de la fuerza que tenía la mujer. En el centro pusimos a Tonantzin (diosa Madre), la que convoca a esta ofrenda, a este peregrinaje”.
“Esperemos que les guste”
La artista refirió su satisfacción de haber conseguido realizar las 16 piezas, y se siente en paz. García se dijo sorprendida al ver las obras en su tamaño real. “La gente siempre va a hacer comentarios; me gusta mucho pasar inadvertida y conocer tanto los positivos como los otros. Ambos te impulsan a crear y a crecer en este ámbito en el que vas desarrollando habilidades, técnicas, y compartes cosas con gente”.
Ómar contó que tiene una sensación de cierta incertidumbre sobre lo que piensa el público. “Esperemos que les guste”. Le agrada haber cumplido la expectativa.
Hace poco, el colectivo realizó un proyecto de ofrenda monumental para la Feria del Alfeñique, en Toluca.
En el Zócalo hay flujos continuos de ingreso y salida. Hay miles de personas en todo momento. Alrededor de una tercera parte son niños. Salen con rostros de concentración, ceño fruncido y seriedad. Quizá nacen de la incapacidad de explicar esa narrativa y de llevarse sensaciones y preguntas que apenas se pueden formular en torno al aprendizaje de la muerte y el poder.
Sólo queda imaginar la forma en que recordarán estos niños lo que vieron: el acompañamiento de sus padres, las historias y cuentos del Día de Muertos, la sensación de compartir un legado y la monumentalidad del Zócalo, cercada por la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional y otros edificios bajo un cielo extremadamente azul en un día caluroso.











