Domingo 5 de octubre de 2025, p. 15
Waterman. Una misión comercial a Nigeria. Un memorándum de acuerdo con Vietnam. Un aumento de las compras de Bangladesh.
Estos países no suelen ser clientes importantes de la soya del cinturón agrícola estadunidense, pero los agricultores desesperados, sus organizaciones comerciales y el gobierno del presidente Donald Trump están recurriendo a rincones lejanos del mundo con la esperanza de evitar un desastre para la agricultura debido a la guerra comercial que ha impedido que China compre suministros.
Los esfuerzos hasta ahora no están logrando compensar la pérdida del mayor cliente del país para el cultivo, según muestran los datos y las entrevistas, con un dolor financiero que se extiende a los fabricantes de tractores y otras empresas agrícolas.
Por primera vez en más de 20 años, los importadores chinos aún no han comprado soya de la cosecha estadunidense de otoño, lo que ha obligado a los agricultores a almacenar sus cosechas con la esperanza de que los precios acaben subiendo desde los mínimos de cinco años.
Se trata de un riesgo que retrasa su capacidad de ingresar dinero por la venta de cosechas en un momento en que se enfrentan a un alza de los costos de todo, desde la mano de obra y la energía hasta los fertilizantes.
En una señal de que se espera que continúen los tiempos difíciles en las zonas rurales de Estados Unidos, Trump ha prometido entregar los ingresos procedentes de los aranceles a los agricultores, que apoyaron en gran medida sus campañas a la presidencia. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo que el gobierno haría un anuncio el martes sobre el apoyo a los agricultores.
Los aranceles que Washington y Pekín se impusieron mutuamente este año han hecho que la soya estadunidense sea demasiado cara para los compradores chinos.