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Toco el piano en todo su organismo y lo destazo, manifiesta Ana Ruiz

Con 50 años de experimentalismo, ofrecerá cuatro presentaciones que saldrán de lo mundano en el Alicia

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▲ El jueves comienzan los conciertos y culminarán el 28 de agosto con Kóryma.Foto cortesía de la artista; la del lado derecho, captada por Fernando Aceves
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de agosto de 2025, p. 7

Las células del cuerpo de Ana Ruiz parecen no estar constituidas por mitocondrias, lisosomas o ribosomas. Quizá, lo que abunda en ellas son blancas, negras, corcheas… notas, ritmos, armonías… un laboratorio compuesto por sonidos y silencios.

Valga esta explicación figurada para describir a quien no vive la música; ella lo es. Antes de pasar al piano acústico, aprendió con uno mudo. Creció en un entorno muy musical. Su abuela, pianista que estuvo casada con el célebre compositor Carlos Chávez, la introdujo desde temprana edad. Ingresó al Conservatorio Nacional de Música para formarse de pianista clásica, pero ella se rebeló a las estructuras rígidas de la academia.

Decidió por la libertad y viajar por las constelaciones poliacústicas del free jazz y la improvisación, en un tiempo –hace 50 años– en el que las mujeres enfrentaban enormes barreras para destacar como instrumentistas, tal cual lo describió el crítico y escritor David Cortés, quien para homenajearla le propuso realizar un concierto a piano solo que terminó por ser una residencia de cuatro presentaciones en el Multiforo Cultural Alicia llamada 50 años de experimentalismo.

Ana y algunos de sus amigos realizarán una serie de shows con una propuesta con concepto. Ejecutantes con las mismas emociones, con gente que ha sido parte de mi vida, manifiesta.

Ana es reconocida por ser una revolucionaria que se permitió patear traseros misóginos y barreras conservadoras para convertirse en ejecutante en un tiempo en el que, si bien la mujer podía estar en la música, era sólo para cantar. A Ana se le ocurrió dedicarse al free jazz, visto en ese tiempo como música de otro mundo, influida tras conocer a Henry West, quien fue al Conservatorio para buscar estudiantes e integrar un grupo de improvisación o jazz.

Las mujeres no somos suavecitas, somos fuertes y cabronas, comenta Ana Cruz a La Jornada so pretexto de sus shows, que también considera, son un homenaje para las mujeres en la música.

Recuerda que cuando comenzó “sólo estaba Olivia Revueltas y otras cantantes, pero no había ejecutantes que se sentaran frente al piano. Eran las que estaban atrás del jefe de la orquesta, que les decía: ‘ahora cantas tal y te vistes así’. Pero en este tiempo han surgido tantas ejecutantes, que eso es en sí un homenaje”.

Admite que ella tuvo que luchar en una época en la que “la mujer era muy maltratada. Tenía que estar en contra de todo, incluidos mis padres, porque (seguro dijeron) ‘pinche loca, cómo está haciendo eso si la enviamos al Conservatorio’. Siempre tuve la necesidad de ser libre, responsable de mí misma, de mis pensamientos... Eso es ser libre, como lo es amar, primero a ti, claro. Tuve que luchar por romper barreras. Quitar metaprogramas que me dieron desde pequeña”.

Otro de los combos que Ana formó junto con West fue Atrás del Cosmos, grupo que con el paso del tiempo adquirió un carácter mítico. El nombre está inspirado en su lugar de vivienda; es decir, atrás de lo que era el cine Cosmos (hoy FARO Cosmos). El grupo, que en su mayor apogeo incluyó hasta 12 miembros, improvisaba guiado por la interacción intuitiva y de exploración de sus ejecutantes. Además de Atrás del Cosmos, Ana Ruiz y Henry West, con la colaboración del baterista Robert Mann, formaron un power trío. También creó La Cocina, que se reunirá para esta residencia con sus miembros originales; Radnectary, La Sociedad Acústica de Capital Variable, entre otros, así como la actual, Kóryma, combo explosivo.

Atrás del Cosmos

“Cuanto tocábamos en El Galeón con Atrás del Cosmos teníamos un concierto cada semana; todos los lunes durante ocho meses. Siempre iba gente a escucharnos. Quería recordar eso porque ahora los grupos tocan una vez y luego se separan”. Por ello, ideó este proyecto para el Alicia, y celebrar el mes de su cumpleaños número 73, en un foro, para ella ideal. Es un templo de la música.

Pero, ¿qué es la improvisación? Explica: Es componer en tiempo real. Hacer sentir; que tú sientas al igual que tu compañero en el escenario. Que le des al público pero que éste también te regrese un grito porque le gustó. Se trata de una relación oyente-ejecutante quitándose todo lo que está en la cabeza y abrirse, dejar que fluya.

Pero de verdad debe fluir porque, a veces, hay músicos “que tocan y no escuchan. Ya me pasó una vez: hacía un dueto. De pronto, tras varios cambios, ese ejecutante no me escuchaba. Me levanté del piano, me fui del escenario a la barra a tomarme una cerveza. Volví a tocar y él nunca se dio cuenta. Toda la improvisación es siendo tú y diciéndole a la gente cómo estás en ese momento. Y dentro de la improvisación es importantísimo el silencio, pero hay músicos que no lo ven así, y no pueden quedarse callados. Si le pides a uno quedarse mutado por los siguientes 32 compases, se desespera. El silencio es parte de la música”.

La música, para ella, es una necesidad del alma. De ser un vehículo, de recibir una energía que es tan fuerte que te guía por el camino. Tú eres sólo el instrumento. Cuando tocas ya no eres tú. No existe todo esto mundano.

Comparte que desde joven, siendo alumna de Mario Lavista, Julio Estrada, Manuel Enríquez, entre otros grandes maestros, nunca tuvo el interés de la fama. “No busqué, la vida me regresó y me siento agradecida con todos. Con mi familia, con mis hijos, que me apoyan en todo lo que hago. Siento amor por esta gente porque me da lo que a mí me gusta: una sala, un piano y me dicen: ‘haz lo que quieras’”.

–¿Qué le diría a alguien que desea conocer o tocar improvisación, free jazz? –se le consulta.

Comparte que en el caso de un ejecutante, se tiene que quitar las telerañas y dejar todo lo aprendido; con y sin la h (de aprehensión). La idea es abrirse a sólo sentir. En el caso de un escucha, no se tiene por qué saber de música para que algo emocione. Puede haber alguien que esté haciendo puro ruido y no conmueva.

Acepta que se ha salido de conciertos de improvisación o de free jazz porque “son en los que todo mundo quiere tocar más alto que el otro… Es una cacofonía, no es improvisación”.

–¿Hay democracia en el escenario durante la improvisación?

–Tengo varios defectos; uno de ellos es el de poseer un oído absoluto, que significa que si escucho un sol en un instrumento, sé que es un sol. No me aprendo las letras de las canciones pero soy crítica de la afinación. Me gustan los instrumentos desafinados, desde un violín hasta una sintetizador, sólo en el caso de que así sea la intención. Mi otro gran defecto es haber tenido a un gran maestro de crítica, José Antonio Alcaraz, y al propio Henry West. La verdad es que siento que la democracia no funciona en grupos grandes porque todo mundo quiere liderar.

Además, no todos los músicos aceptan que una mujer sea líder o les pueda decir algo; bueno, eso era antes, ahora los jóvenes entienden.

En sus inicios, cuando deseaba estar en un grupo, primero me echaban los perros; era condicionante pasar por ahí, pero está segura de que esa práctica ya no se ve.

El próximo jueves a las 19 horas inaugura los conciertos ARMS (Ana Ruiz y Mauricio Sotelo, quienes han tocado juntos para varios proyectos). Se trata de algo electroacústico en el que toco el piano en todo su organismo y lo destazo, y Mauricio saca sus guitarras y todos su inventos, señala. Contarán con el saxofonista Carlos Greco y el baterista Emilio Piscuis Gordoa, invitados, que tocan hasta las paredes y les sacan ritmo. Como banda abridora estará Carlos Marks, cuarteto de Carlos Alegre y Micha Marks.

El siguiente jueves a la misma hora, Ana Ruiz y La Cocina (Ariel Guzik, Evodio Escalante, Alain Derbez y Jazzamoart), con quienes tocará luego de 34 años. “Será único porque sólo daremos dos conciertos (el otro es el 9 de agosto a las 5 de la tarde en Casa de Lago). Abre la sesión esa noche Bardo Thodol, dueto progresivo-electrónico integrado por los legendarios Carlos Vivanco y Alex Eisenring, de Decibel.

El 21 de agosto, el turno será para Ana Ruiz Cuarteto con Milo Tamez, Roberto Tercero y Luis Chino Ortega. El grupo es el de la pianista, compositora y musicalizadora de cintas clásicas silentes, Deborah Silberer, con sus Perros de la Luna de Moondog.

Cierra el jueves 28 con la presencia de Kóryma, grupo actual de Ana Ruiz, que cada día toca más bello y siento que es mi tribu. Con voltearnos a vernos y sentirnos es estar en el goce. Está integrado por Misha Marks, Adriana Camacho, Rodo Ocampo, Roberto Tercero, Carlos Greco, David Contreras, Daniela Olmedo y Macarena Guerrero. Compatirán cartel con Metaensamble, la actual evolución de Cabezas de Cera, el grupo de Mauricio y Francisco Sotelo.