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Salva el gobierno con declaratoria a Laureano y a árbol de 700 años de edad

Vecinos habían denunciado la intención de tirar el ejemplar en BJ

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▲ Vecinos de la calle Miguel Laurent, en la colonia Del Valle, celebraron la declaración del árbol Laureano como patrimonio natural de la Ciudad de México.Foto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de agosto de 2025, p. 29

El gobierno capitalino declaró al árbol Laureano como patrimonio natural de la Ciudad de México, tras las protestas de vecinos que exigían su protección ante presuntas amenazas de retiro.

Con la declaratoria publicada en la Gaceta Oficial local, se garantiza la protección legal y conservación ambiental del árbol.

En días pasados, vecinos de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, en Benito Juárez, denunciaron que una empresa pretendía derribar el árbol de laurel ubicado en avenida Miguel Laurent 48.

La declaratoria fue celebrada por residentes de la zona, quienes manifestaron que no pretenden afectar la propiedad privada, sino defender el medio ambiente.

Según la declaratoria, el árbol, con una edad de 35 años, forma parte del entorno urbano e histórico de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, en un área que comparte raíces con el antiguo pueblo de San Lorenzo Xochimanca, asentamiento de origen prehispánico cuyo nombre en náhuatl significa lugar donde se ofrecen flores y que se caracterizaba por su vocación agrícola, con huertas de capulines, perones y membrillos destinadas al abasto de la Ciudad de México.

Por otra parte, también se declaró como patrimonio natural el ahuhuete llamado Viejo del agua ubicado en la calle Central 20, colonia Santa Catarina, en Azcapotzalco, cuya edad es de aproximadamente 700 años.

La edad de este ejemplar lo convierte en un testigo biológico e histórico del entorno urbano, que lo vincula a la memoria colectiva y la identidad cultural del barrio de Santa Catarina Atzacualco, que fue un asentamiento originario de Azcapotzalco de raíz prehispánica.

Ambas declaratorias refieren que se trata de reconocer y proteger a los árboles como una forma de preservar la memoria viva y el patrimonio natural de la ciudad, pues son testigos de la historia urbana de la Ciudad de México que han acompañado el desarrollo de barrios, colonias y pueblos originarios, brindando importantes servicios ambientales como sombra, oxígeno, belleza escénica, refugio para la biodiversidad y un profundo sentido de identidad y pertenencia para quienes la habitan.