Opinión
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Ciudad perdida

Comunicación social, área sensible

E

s inevitable. Muy pronto la titular del aparato de comunicación social de la Presidencia de la República tendrá que dejar el puesto por obvios motivos de salud y algún ambicioso vulgar busca sustituirla, pretende él, por lo que resta de la administración.

A querer y no, Paulina Silva ha cumplido con la encomienda. La dificultad no ha sido menor. Sobre sus hombros se cargó la herencia de un manejo faccioso en la relación entre la prensa y el gobierno que se tradujo, posturas presidenciales aparte, en un ambiente de perversidades constantes, apoyado en la impostura de supuestos representantes de medios de información dedicados a la gestión de asuntos alejados del interés nacional.

Aunque la urdimbre construida en los años anteriores no se ha logrado romper por completo y cada día se muestra más actuante, la necesidad de construir un nuevo diálogo gobierno-medios-medios-población se ha convertido en una exigencia que refresque una práctica que por necesaria requiere de mirar hacia horizontes que, conservando la libertad de expresión, no se conviertan en el modus vivendi de algunas agrupaciones.

El entendido es que los hilos de comunicación del gobierno con el pueblo que lo eligió deben ser cada vez más fuertes; se tienen que crear formas que impidan que esos instrumentos de diálogo no sean mecanismos que intenten hacer de la mañanera, por ejemplo, un mercado de mentiras, presiones y transacciones que desvirtúen la idea del diálogo circular.

La suplencia no parece fácil. Como decíamos, el ambiente está muy enrarecido. Dejar en manos equivocadas el manejo de esta área, la de comunicación, significa tomar un riesgo que en caso de fallar la población tendrá que pagarla directamente, y aunque fuera por un pequeño lapso, las cosas no deben empeorar, por eso hay que tener en cuenta y analizar con mucho cuidado el quién y el por qué debe ser uno u otro, una u otra.

La lista de quienes supuestamente están preparados para echarse al hombro la carga no es muy larga, pero seguramente hay muchos también que sólo quieren. Algunos han trabajado para que se les tome en cuenta, aunque sea por unos meses, como ya hemos dicho, pero hay otros, los de la intriga, que sin más méritos que eso, la intriga, piensan que son capaces de responder a una responsabilidad de tanta profundidad.

El caso es que muy pronto tendrán que tomarse decisiones a este respecto y que no puede haber fallas y responderse a las dudas, porque lo que está en juego es mucho más de lo que nos podemos imaginar. Así que cuidado, mucho cuidado.

De pasadita

Casi todos los días, o todos los días, alguna arteria de tránsito es bloqueada por gente que sufre de insuficiencias en la prestación de los servicios obligación del gobierno, o que se han sumado a la industria del chantaje y suponen que desde la cinta asfáltica se puede presionar al gobierno.

La verdad es que ahora más que nunca, porque las razones no parecen tener la validez de hace algunos años, las manifestaciones, que en muchos casos tienen razón, se están convirtiendo en enemigas de una población a la que cada vez se le hace más difícil cumplir con su día productivo.

Algo se tiene que hacer para que los colonos que salen a las calles a bloquear el paso de los automóviles, principalmente, sean atendidos antes de que algo grave suceda en la lucha entre la desesperación y la carencia de servicios. Urgen soluciones.