La tercera bandera panista, en 2026 // Desaparición de la verdad a manos de asalariados politólogos, analistas o pitonisos
res palabras, según la nueva directiva nacional del Partido Acción Nacional, sintetizan las razones que fundamentan la existencia de su organización política: Patria. Familia. Libertad. Hasta el momento, ni los operadores políticos ni tampoco los ideólogos han considerado la necesidad de operacionalizar estos conceptos si no como un paradigma, cuando menos como una consigna. Sus planteamientos y proclamas suenan más a gritos destemplados que a una convocatoria que enardezca o incite a la batalla. Sin agotar cada tema, la columneta ya se ha ocupado de dos de esas banderas recientemente desplegadas. La intención era referirnos en esta emisión a la tercera de ellas, es decir al concepto “libertad”, pero convencido de que el orden de los factores etc. etc., la columneta decidió pasar estos temas para el próximo año, pues no quiere desaprovechar las fiestas decembrinas y lo que éstas, querámoslo o no, nos rasguñan emocionalmente (sobre todo, si nos empeñamos en ignorarlas). No se vale que el alborozo de la temporada nos haga sentir que con las tradicionales, sentidas y fraternales posadas, la versión actualizada de las plagas, que según la Biblia abatieron a Egipto, queden en el olvido.
Todos los días, al estar leyendo la prensa, veía noticias, comentarios, estadísticas, datos que me entristecían, indignaban, y sólo de cuando en cuando me provocaban alguna satisfacción o, rara avis, me hacían reír. Poco a poco comenzó a preocuparme que tanta gente leería tan sólo el encabezado de una noticia que, refiriéndose a un grave asunto de interés colectivo, no lo considerara de su incumbencia, dado su innegable origen extraterrestre y diera (aquí sí, en sentido exacto) pronta vuelta a la hoja. Poco a poco este sobresalto fue ocupando un lugar preferente en mi tendencia a la paranoia y me decidí a poner mi bloque de arena para enfrentar esta culposa inacción o, en términos más que jurídicos, flagrante importamadrismo. Ahora leo los periódicos con unas tijeras al lado, y tan pronto encuentro uno de estos misiles noticiosos, lo recorto y me dedico a comentarlo con mi familia y con cuanto amigo aparece en mi entorno. Una ventaja de hacerlo es que además de buscar prosélitos para mi afán de fatigar el apocalipsis (Monsiváis dixit), atenúo, momentáneamente, los reclamos de mi conciencia (que son los peores).
No niego, por supuesto, que muchos de los relatos que aparecen en la prensa o se ven y escuchan en los medios electrónicos se dan en la realidad, por lejana que parezca, pero también soy consciente de que hay otras ocasiones, cada vez más frecuentes, en las que los empresarios, dueños o concesionarios de esos medios de información (y lo contrario) transfiguran esa realidad de acuerdo con sus creencias y conveniencias. Existen, por supuesto, a su muy bien remunerado patrocinio, los proveedores de los materiales necesarios para conseguir el milagro de la desaparición de la verdad, e ir creando una sustitución de ella a conveniencia: analistas que realizan un diagnóstico, especialistas que dictaminan qué acciones proceden en cada caso, diseño y realización de los tratamientos o intervenciones que se requieran para conseguir, en los receptores, la nueva concepción de su vida y su mundo. Se firman como doctores, politólogos, comentócratas, analistas, clarividentes, pitonisos, videntes, profetas. El nombre común es: asalariados.
Para finalizar, la columneta quiere adelantar algunos temas a tratar después de terminar de compartir sus opiniones sobre el llamado del nuevo comando de Acción Nacional a los pocos militantes que le queden cuando sepan que ya en su partido no cuentan la antigüedad de su militancia ni, mucho menos, la fidelidad a sus principios ideológicos, conceptos caducos a los que han barrido el carisma y la popularidad, cualesquiera que sean sus motivos. ¿Recuerdan ustedes aquella película que consagró a Sofía Loren, llamada Dos mujeres? Veamos otra versión en el actual momento: la muy publicitada y consagrada intelectual, que a su saber aúna su intachable comportamiento cotidiano, doña Amparo Casar Vda. de Carlos Fernando Marques y la indígena Dña. Cristina Ascencio Rosario, mujer de 73 años de edad, víctima de violación tumultuaria y fallecida en Río Blanco, Veracruz. Nos vemos la siguiente semana pero, por lo ponto, empéñense en vivir una feliz Navidad.











