Basureros navideños
on relación a la columna del 8 de diciembre pasado (“Navidad, primera venganza”) una optimista lectora, confirmando no sólo su inconformidad sino su incorregible espíritu navideño, señala: “Su amargura le impide ver las fiestas navideñas como una manifestación positiva de la gente, como un legítimo paréntesis en su arduo caminar”…
No veo amargura en notar el contraste entre el ingenuo texto bíblico de las tentaciones del demonio a Jesús y la manera en que puntualmente, creyentes y descreídos por igual, ceden a tentaciones enajenantes con motivo de la Navidad, en teoría para conmemorar el nacimiento del vencedor de Luzbel en el desierto; en la práctica para desmentir esos triunfos y caer en las garras de la idiotez colectiva. El Año Nuevo, junto con el conmovedor Día de Reyes, son el complemento de esa primera venganza luciferina, que se sigue cobrando aquella triple derrota en el desierto y, más deshonroso aún, haber sido expuesto como un demonio sin imaginación para tentar al Mesías. Seguramente fue lo que más ofendió su dignidad de ángel caído, ambicioso antes que inteligente, siempre según la Biblia.
¿Por qué basureros decembrinos? Porque la de por sí confundida mente de las personas adquiere, con el sensiblero pretexto de la Navidad, niveles de ofuscación verdaderamente demoníacos “la venganza es dulce, se prometió el vencido en el desierto”, al grado de que superan las enajenaciones del resto del año para convertirse en infernales escenarios de consumo, lo que acarrea maléficas consecuencias inmediatas y posteriores, para las personas y el planeta. Extraños resortes animan a un comprar enloquecido que se traduce en graves trastornos económicos, sicológicos y ambientales. Así, infinidad de familias acaban endeudadas, ofendidas o peleadas después de entonar Noche de paz; se aumenta de peso, de estrés y frustraciones, de consumo de electricidad y saturación lumínica (“nació en un pesebre, no en Las Vegas”). La multiplicación de vehículos en calles y estacionamientos eleva notablemente el dióxido de carbono, lo que agrava el cambio climático. Fraudes digitales, arbolitos, esferas, disfraces, regalos, empaques y envolturas son otra importante fuente de basura, incrementándose los residuos urbanos acumulados.
¿Propósitos serios de Navidad y Año Nuevo? Decidir con firmeza no continuar contaminando mi mente ni al planeta con tan diabólicas costumbres.











