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American curios

El solsticio

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▲ Entre las noticias oscuras sobre niños perseguidos por autoridades migratorias o que fueron víctimas en el caso Epstein, persiste la disidencia valiente contra la farsa imperial y la corrupción. En la imagen, habitantes de Minneapolis protestaron el sábado contra las redadas ordenadas por el gobierno federal.Foto Afp
“E

n medio del invierno, encontré que había, dentro de mí, un verano invencible”, escribió Albert Camus. Cita siempre apropiada para estas fechas del solsticio invernal, pero el fin de año en Estados Unidos está acompañado de una oscuridad tan fría que casi llega a poner en duda esta afirmación tan fuerte y delicada sobre el futuro inmediato.

Las noticias este fin de año aquí llegan a ser tanto inaguantables como absurdas y obscenas. Nada nuevo, nada más peor y sólo nutren la oscuridad. Inaguantables son los cientos, miles, tal vez millones, de niños aterrorizados, perseguidos por ser inmigrantes en Estados Unidos. Los que salen de sus casas para ir a la escuela todos los días sin saber –y de hecho ya preparados para eso– si sus padres los estarán o no esperando al regreso, o si los verán esposados y secuestrados en una camioneta por agentes federales enmascarados y armados que rehúsan informar adónde los llevan.

Lucy, de tres años, se tuvo que presentar en un tribunal ante un juez en Arizona para defenderse solita contra una orden de su expulsión del país. Nadie sabe dónde están sus padres. Y hay cientos de Lucys. También, cientos de niños en custodia de autoridades mientras se busca la manera de echarlos. El silencio, con pocas excepciones, en los países de origen de estos menores es ensordecedor.

Por otro lado, está la noticia sobre sangre, petróleo y nostalgia imperial, si habrá o no una invasión, intervención, ataque contra latinoamericanos (y sus niños). A la vez, aquí adentro, se siente la nostalgia macartista de una guerra política contra “el enemigo interno”, donde ya se elaboran listas de opositores y disidentes que podrán ser acusados de delitos graves contra la patria, y hasta acusados de ser “comunistas” y “anticristianos”.

Todo esto junto con escenas de una obra de comedia de tercera, pero con implicaciones ominosas. La censura a museos, libros, cursos universitarios, historia, cultura. A la vez, un mandatario que necesita literalmente imponer su nombre sobre el Centro Kennedy, el nuevo salón de baile que construye en su Casa Blanca, el cual, según cuenta un periodista alineado, el mandatario le comentó: “me estoy construyendo un monumento a mí porque nadie más lo hará”.

Y está el escándalo Epstein, ese documental sobre círculos de la élite, sus juegos y perversiones (otra vez, con menores de edad) y la impunidad de ricos, nutriendo aún más todo lo oscuro.

Pero lo oscuro tiene grietas de luz. Persiste la noticia de la disidencia valiente ante todas estas fuerzas oscuras y la rebeldía contra el “orden y progreso” como contra la farsa imperial y la corrupción que se expresa diario –con silbatos y acciones de desobediencia civil y nuevas alianzas en las calles y en el ámbito político. Y frente a los movimientos religiosos derechistas, están las corrientes progresistas cristianas, musulmanas y judías tanto en las calles como en algunas cúpulas, parte de una larga tradición religiosa de izquierda estadunidense que defienden el mensaje de justicia social y la bienvenida al extranjero. A fin de cuentas, tanto en la interpretación religiosa como la científica, el solsticio marca la reaparición de la luz en medio de lo más oscuro.

Vale recordar que Camus regresó a Tipasa –el nombre de su ensayo– justo después de vivir la guerra mundial. Escribió que “la violencia y el odio resecan al propio corazón; la larga lucha por la justicia agota el amor que, no obstante, le dio vida. En el clamor en que vivimos, el amor es imposible y la justicia no basta”. Ante eso, escribió que “para evitar que la justicia se marchite como una bella naranja conteniendo nada más que una pulpa amarga y seca, descubrí una vez mas en Tipasa que uno tiene que guardar intacto dentro de uno… una fuente fresca de alegría, amar el día que se escapa de la injusticia y regresar al combate habiendo ganado esa luz”. Recordar el cielo de Tipasa, donde “el mundo empieza de nuevo cada día y cada vez con una nueva luz” es lo que lo rescata de la desesperación, y es con ello que concluye con su frase famosa del verano “invencible” dentro del invierno.

Bruce Springsteen Seeger Sessions Band. This little light of mine. https://www.youtube.com/watch?v=R0qAYq1GVec