ectura apasionante la de Le jeune Victor Serge, de Claudio Albertani. Ensayo y biografía novelados y novelescos, el autor nos regala un panorama vivo de finales del siglo XIX y buena parte de siglo XX entre Bruselas, Moscú y México, principales puntos del itinerario internacional vivido por Victor Serge, el progenitor de Vlady.
Traducido del español al francés por Christian Dubucq, la editorial Libertaria publica el primer tomo de Le jeune Victor Serge subtitulado Rebelión y anarquía: 1890-1919”.
“Conocí a Vlady, escribe Albertani, uno de los grandes pintores de la segunda mitad del siglo XX en México, por un extraño concurso de circunstancias. Hacia enero de 1991, leía una biografía de la fotógrafa Tina Modotti, la controvertida militante comunista de origen italiano que vivió y murió en México. Heroína frágil y enigmática, me interesaba apenas, no más que su relación con Vittorio Vidali, alias Comandante Carlos, personaje funesto, ejecutor de los crímenes de Stalin en España. Sin embargo, el autor, mi amigo Pino Cacucci, tiene, como yo, una formación libertaria, y su libro me proporcionó una reconstitución interesante de los años 1920, 1930 y 1940 en México, en Alemania, en España y en la Unión Soviética.”
“Una tarde de enero, en Tepoztlán, en el estado de Morelos, me hallaba en la tienda de artesanía de Patricia Barreto, madre de mis hijos. Sumido en la lectura de esta biografía y a punto de terminarla, noté, entre las fotos del libro, dos fotografías de Vlady. Vestía la camisa característica rusa con el cuello corto y una gorra a la Lenin, traía anteojos en carey, llevaba los cabellos canosos bastante largos. Estaba ensimismado en mis pensamientos cuando de pronto un hombre de cierta edad, de estatura mediana, cabellos largos, ojos claros penetrantes y bigote, entró en la tienda. Vestido como en las fotos que acababa de ver en el libro: camisa rusa, gorra un cinturón del que colgaban lápices y pinceles. Sorprendido, aunque no tenía la menor duda, lancé:
“–¿Usted es Vlady?
“–Sí, respondió con indiferencia.
“–Es un gran honor para mí encontrar al hijo de Victor Serge –balbuceé.
“Vlady ni se esperaba tal respuesta, sobre todo en un lugar tan improbable. Alzó las cejas y me escrutó con una de esas miradas que sondean el alma de su interlocutor.
“–¿Qué sabe usted de Victor Serge?”
La respuesta a esta pregunta son las 424 páginas de Le jeune Victor Serge, escritas por Claudio Albertani, nacido en Milán en 1952, militante libertario y periodista, profesor de historia contemporánea en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, país donde reside desde 1979.
Su lectura es apasionante, sin duda, porque fue un libro escrito con pasión. Al ir leyendo sus páginas y ver evolucionar al joven Victor Serge, me vinieron a la memoria otras lecturas de biografías y, sobre todo, de algunas autobiografías: las de los jóvenes James Joyce y su Retrato de un artista adolescente; la del alumno Kundera; los primeros juegos del narrador de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, en los Champs-Elysées. Libros, todos éstos, sobre la vocación de escritor, y, como señala el mismo Proust, personajes que pueden parecer verse a través de un microscopio, tanta es la minucia descriptiva, en realidad personajes que sólo son visibles a través de las lentes del telescopio.
Le jeune Victor Serge es el relato de la vocación del futuro revolucionario. Biografía política apasionante que se lee como novela: “El porvenir me aparece con más posibilidades que las entrevistas en el pasado. Con una condición, imperativo categórico: nunca renunciar a defender a los hombres contra los sistemas que planifican la aniquilación del individuo”.
Estudio de un joven anarquista, cómplice de la Bande à Bonnot, coanimador del periódico L’Anarchie con su compañera Rirette Maitrejean. Descripción de las márgenes políticas de Bruselas y París, así como de los sótanos de las prisiones francesas. Biografía realista que se lee como una novela.












