e acuerdo con los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial realizada ayer en Chile, la candidata oficialista de izquierda, Jeannette Jara, logró el mayor caudal de votos (26.71 por ciento), seguida muy de cerca por el ultraderechista José Antonio Kast (24.12) y, a mayor distancia, por el populista de derecha Franco Parisi (19.42), el trumpista Johannes Kaiser (13.93) y la representante de la derecha tradicional, Evelyn Matthei (12.7).
Aunque a primera vista el primer sitio logrado por Jara podría parecer tranquilizador, el panorama de la segunda vuelta, a realizarse el próximo 14 de diciembre, le augura una posible derrota, si se considera que tanto Kaiser como Matthei ofrecieron su respaldo a Kast y que, suponiendo un trasvase mecánico de votos, éste tendría al alcance de la mano la mayoría absoluta, aun sin considerar lo que hagan los partidarios de Parisi, un hombre sin ideología definida, pero que, en su afán por cosechar adhesiones de la forma que sea, se ha acercado en sus propuestas a la ultraderecha.
Esta circunstancia sombría puede explicarse, en primer lugar, por el desencanto con el proyecto progresista del actual gobierno, proyecto que se desmoronó en el camino; el presidente Gabriel Boric –en el que Jara fue ministra del Trabajo– no pudo dejar atrás una institucionalidad heredada de la dictadura pinochetista y acabó por acomodarse a ella de manera pragmática o, cuando menos, resignada.
Boric llegó al Palacio de la Moneda con la propuesta de una nueva Constitución –proceso que se frustró– y con un programa basado en mejoras a la educación, la salud, la ampliación de derechos y el bienestar social. Cuatro años más tarde, el debate público ha dejado atrás esos temas y aparece dominado por la inseguridad, la xenofobia en contra de los inmigrantes (sobre todo, los de origen latinoamericano), el adelgazamiento del Estado y el punitivismo. Debe reconocerse que la sociedad chilena ha dado un giro al conservadurismo, instigado en buena medida por una derecha de nueva generación, radicalizada y próxima a los postulados de Jair Bolsonaro, Donald Trump, Javier Milei y el partido español Vox, entre otros.
En suma, en los comicios de ayer el voto predominante no fue el de la esperanza, sino el del miedo: miedo a la delincuencia, a los extranjeros y hasta a los países vecinos. Si en un mes la izquierda abanderada por Jara no consigue cambiar ese estado de ánimo, el arribo de la ultraderecha al poder será inevitable, y con él, los ataques desde la presidencia a esa institucionalidad democrática que según el presidente Boric debía “salir fortalecida” de la elección de ayer.











