Opinión
Ver día anteriorLunes 17 de noviembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Términos generales: Líneas de otoño-invierno
I

La seriedad es atributo de los débiles.

La discreción, sabiduría de los sensatos.

Los locuaces temen su propio silencio.

Lo que oyen se hacen los sordos para no comprometerse. Tarde o temprano los delata su propio engaño.

La vanidad es la bendición del diablo. Se siente tan bien. Mientras sea posible cultivarla sin tenerla herida. Entonces humilla.

Los pesimistas son optimistas bien informados, o al menos eso llevan años creyendo. Ignoran que un optimista nada a contracorriente, y para colmo, sonríe sin esfuerzo.

La envidia reina en la alfombra roja en el Festival del Infierno tomada de la mano con el celoso. Los paparazzi enloquecen: vaya pareja, hasta parecen gemelos. Por protocolo, ella de verde perico, él de un gris que parece negro.

La gula no es pecado, por cierto. Lo que sí es pecado, y grave, es el hambre de los otros.

Si robar está mal, la usura es mucho peor. Como robar dos veces a la misma víctima.

Robar y matar son mala onda de por sí. Los matizan la miseria material y la defensa propia. Gyorgÿ Konrad dice que matar siempre es asesinar.

La lujuria es un lujo si se desata gozosa y consensuada entre quienes participan. Tantito que falte lo mencionado, se vuelve violencia. Una violencia bien fea.

II

Lo que no va, no avanza.
Lo que no acaba, se acaba.
Lo que no sabes, se sabe.
Lo que no tienes, no lo pierdes.
Lo que no dices, existe.
Lo que callas te mata.
Lo que no eres te sepulta.
Lo que eres también te sepulta.

III

Todos renuncian sin quererse marchar.
Todos viven porque se van a morir.
Todos recuerdan que serán olvidados, como
en su oportunidad se acordaron de olvidar.
Todos amaron y se sorprenden de haberlo
hecho.
Todos enferman de tanta salud.
Todos quieren vivir para siempre, pero no
por demasiado tiempo.
Todos desearon mucho y se contentaron
con poco.
Todos creyeron en Dios pero nunca nadie
lo conoció personalmente, ni siquiera los
más esforzados, que llamamos santos.
Oyeron a Dios como otros oyen voces en su
mente.
Todos dicen saber pero prefieren ocultarlo
porque piensan que saben, pero no saben, y
eso tampoco lo saben.
Todos van sin tener a dónde.
Todos regresan al lugar del que nunca se
fueron.
Todos terminan igual aunque se crean
distintos.
Todos son nada, tan tan.