Lunes 27 de octubre de 2025, p. 9
Hay algo irresistible en el rugido de los motores que encanta a los espectadores del automovilismo. Son sólo unos segundos en los que el ojo percibe esos bólidos cuando pasan ante ellos, pero les emociona. Es lo que echan de menos en las competencias de vehículos eléctricos, rápidos y silenciosos, con apenas un zumbido sordo de juguete. No hay histeria acústica.
Las tribunas del Autódromo Hermanos Rodríguez lucen repletas por el Gran Premio de la Ciudad de México. Una mezcla entre euforia deportiva y pasarela, donde las camisetas con los colo-res de una pasión se mezclan con los atuendos más fashion y presumibles. A eso se viene también, dice una joven asistente.
Seguir una carrera es perseguir el instante, o una sucesión de instantes por cada una de las 71 vueltas en las que consiste la competencia. Un parpadeo que bien puede guardarse en la cámara del celular para mostrar en alguna red social.
El filósofo español Fernando Savater escribió a propósito de las carreras de caballos que en una competencia de velocidad “lo más digno de ser mirado aún no está ahí, pero quizá esté si miramos. Pues hay que ver. ¡Hay que ver!”
En el Gran Premio de la Ciudad de México hay otras formas de ver. Se intuye que se acercan los autos al estadio GNP en esa curva que obliga a reducir la velocidad. Se escucha un rumor que crece hasta convertirse en un rugido y todos gritan como poseídos. Pero justo cuando esa serpiente de máquinas pasa enfrente, hay espectadores que se dan la vuelta, le dan la espalda a la pista, no para evitar la angustia de la lucha por las posiciones, sino porque se hacen una selfie sonrientes y con los coches en formación de tren como escenario de fondo.
La gran cantina de fin de semana
Para otros esto es como una gran cantina de fin de semana. Coleccionan los vasos de aluminio de las cervezas como torres que se curvan peligrosamente con riesgo de colapso.
“Hay mucho ambiente aquí. Mucha gente viene nomás a pistear y el desmadre se pone bueno”, dice un joven de Chihuahua. Uno de sus acompañantes precisa que a él en general le gustan los grandes espectáculos deportivos y ha ido a algún Supertazón en Estados Unidos. “Pero el Gran Premio es el evento más importante en México”, advierte.
Este domingo no parece resentir tanto la ausencia de Sergio Pérez. El Autódromo Hermanos Rodríguez registra sólo en la carrera a 153 mil 867 espectadores y un total de 401 mil 336 en todo el fin de semana. Una cantidad muy cercana a los 404 mil de 2024.
“Creo que el éxito del Gran Premio de la Ciudad de México es porque la mayoría quiere sentirse chingón, o que pertenece a algo chingón”, afirma César Gutiérrez, quien viene de Tampico, Tamaulipas; presume su uniforme de Ferrari y un enorme sombrero de charro, orgulloso de sus dos signos de pertenencia en este domingo por la tarde.











