Opinión
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No entienden que no entienden
L

ejos de abonar a sus intenciones electorales, mejorar su percepción en la opinión pública o disminuir el creciente repudio del que es sujeto, la oposición parece obstinada en adoptar conductas y discursos que la alejan aún más del pueblo.

Hablan de “renovaciones” o “relanzamientos”, presumen procesos de reflexión tras las derrotas en urnas, pero continúan aferrados en pretender que el México de hoy sería el mismo de hace siete años o antes. Se niegan a ensuciarse los zapatos para salir del activismo en redes sociales y buscar en territorio la cercanía que nunca han tenido con los mexicanos.

Dentro de las recientes narrativas incluidas en su nado sincronizado, sitúa en temas económicos un nuevo frente discursivo con el que aseguran –haga usted el favor– que sexenios anteriores a 2018 eran mejores que el anterior y el actual.

Agoran una crisis económica apocalíptica al tiempo en el que profieren datos con los que presumen que Peña, Calderón o Fox fueron próceres del bienestar. Se lamentan por políticas y acciones en materia económica que, afirman, conducen a los mexicanos a la ruina.

“Estamos peor que nunca” aseguran, sin detenerse a reflexionar sobre la respuesta a esa aseveración que más de 80 por ciento de mexicanos cuyas familias son beneficiadas por los programas sociales pueden dar. ¿Es cercana la oposición a las millones de mujeres beneficiadas por los programas que por primera vez las voltean a ver? ¿A las personas mayores que cuenta con la dignidad que les otorga su pensión?

Las y los chavos, más de 3 millones, a quienes de manera miserable agraviaron llamándoles ninis, que hoy gracias al programa Jóvenes Construyendo el Futuro reciben un sueldo mientras son capacitados en un oficio con la posibilidad de continuar en el mercado laboral una vez que concluya su enseñanza, ¿se sentirán representados por una oposición que desestima la falta de oportunidades de desarrollo que provocó cuando fue gobierno y los estigmatiza llamándolos “huevones”?

“No hay empleos”, acusan, a pesar de que al cierre de septiembre de 2025 se registraron 22 millones 571 mil 682 puestos de trabajo formales, la cifra más alta reportada para un mismo mes desde que se tienen registros.

Cuando la oposición acusa que México vive hoy la peor crisis económica de las últimas décadas, y además tiene la cínica osadía de presumir que cuando el PRI o el PAN gobernaba todo era mucho mejor, ¿qué respuesta espera por parte de los más de 13 millones de mexicanos que entre 2018 y el año pasado salieron de la pobreza a la que esos mismos partidos condujeron?

Durante el sexenio de Vicente Fox, el salario mínimo aumentó de 37.90 pesos diarios en 2000 a 47.05 en 2006. En esta administración, el poder adquisitivo del salario se desplomó 22 por ciento.

Con Felipe Calderón aumentó de 48.67 a 62.33 pesos diarios. Perdió 40 por ciento de su poder adquisitivo.

Con Peña Nieto, el salario mínimo creció de 64.76 a 88.36 pesos diarios. Perdió 13.42 por ciento de su poder adquisitivo.

Andrés Manuel López Obrador incremento en enero de 2019 el salario a 102.68 pesos diarios, y cerró su sexenio en 248.93. El salario mínimo aumentó 86.6 por ciento por encima de la inflación.

A inicios del presente año, durante el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, el salario mínimo subió a 278 pesos, con lo que se acumula una recuperación de 135 por ciento, y se combate la idea que se tenía arraigada en los gobiernos neoliberales de que aumentar el salario produciría inflación.

A pesar de que Vicente Fox se dijo arrepentido de “haber escuchado a empresarios” y no haber incrementado el salario mínimo, y reconoció el acierto de los gobiernos de la Cuarta Transformación en haberlo hecho, los voceros estrategas de la oposición, en su mayoría, subestiman este incremento histórico que, de acuerdo con el Banco Mundial y la ONU, influyó para lograr que más de 13 millones de mexicanos salieran de la pobreza.

Sin oposición real se ponen en riesgo los equilibrios democráticos, lo que afecta a todos. Pero no se puede regresar al pasado, menos si éste implica restaurar vicios con los que gobiernos anteriores enriquecieron a unos cuantos al empobrecer a casi todos.

Insisten los partidos de oposición en que sus tiempos fueron mejores; lo hacen porque en efecto así fue para ellos, políticos que se sirvieron a sí mismos a través del servicio público.

Falta mucho por hacer, sin duda, y de ellos, quienes desde la oposición se dicen patriotas, se espera que como contrapesos democráticos abonen con seriedad y compromiso, no que torpedeen las políticas y acciones que resarcen los daños que cometieron.

Un consejo: entiendan al México de hoy para a partir de ahí construir un proyecto de nación y no de oportunismo político. El pueblo conoce muy bien a una oposición que, en contraste, desconoce al pueblo e ignora su voluntad, y por ello omite, invisibiliza o tergiversa la historia, y con ello la realidad.