a terminado el primer año del segundo gobierno de la 4T. En este primer año el gobierno ha tenido que enfrentar desafíos inéditos. Valorar su desempeño debe reconocer las decisiones tomadas y la medida en la que resultaron exitosas. Dos perspectivas son necesarias para esta evaluación: las del país, de su economía y del bienestar de su población; y la del propio funcionamiento del gobierno. En ambas destacan los avances y el buen manejo de las dificultades. Resultado de este doble rasero, la población tiene una valoración de su gobierno y de la evolución general del país.
En cuanto al desempeño de la economía, sabemos que cerrará este 2025 con un crecimiento de uno por ciento, que es un resultado positivo en vista de que el gobierno estadunidense ha golpeado a prácticamente todas las economías del mundo y, de manera particularmente intensa, a la nuestra. Muchos analistas privados y de organismos financieros pensaban que este año tendríamos una recesión ligera, mientras los optimistas pensaban que creceríamos entre 0.1 y 0.3 por ciento. De modo que crecer uno por ciento es bueno.
En cuanto a la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés también hay buenos resultados. La inflación anualizada en la primera quincena de septiembre es 3.74, que está dentro del objetivo del Banco de México. Por tanto, es un buen dato, que permitirá que las tasas de interés, que están en 7.5 por ciento anual sigan disminuyendo. El tipo de cambio dólar-peso está en 18.38, cuando hace un año estaba en 19.34 y entre noviembre y enero se situó por encima de 20.50. Los tres indicadores indican que vamos bien.
En cuanto a los indicadores de salario y empleo, el aumento al salario mínimo general de 12 por ciento este 2025 asegura que sigue habiendo mejoras reales en la capacidad adquisitiva de los asalariados que cobran el mínimo. Han mejorado también los salarios profesionales y los contractuales, lo que documenta un mercado de trabajo con mejores remuneraciones. Del lado del empleo, un indicador relevante son los trabajadores asegurados en el IMSS. Este año han aumentado casi 40 mil personas aseguradas, todos empleos permanentes, lo que es una buena señal sobre la salud del mercado laboral.
En relación con los indicadores gubernamentales, la información más reciente sobre las finanzas públicas a agosto muestra que, en un año particularmente complicado, los ingresos públicos se han comportado mejor de lo programado. Los ingresos públicos del gobierno federal aumentaron 8.4 por ciento en términos reales. El gasto público, por su lado, registra una reducción de 3.6 por ciento real, lo que se explica por la intención del gobierno federal de reducir el déficit fiscal. Se observa incluso un pequeño subejercicio de 5 por ciento. Pese a esto, el gasto en desarrollo social en educación y protección social aumentó 2 y 5.8 por ciento real. En cambio, la inversión física se redujo respecto a 2024.
Otro importante renglón de gasto es el costo financiero, es decir, el pago de la deuda pública tanto capital como intereses, que en estos ocho meses aumentó 9.3 por ciento real. El déficit en el balance presupuestario de 581 mil 139 millones resulta menor al observado en 2024, que sumó 902 mil 404 millones, lo que implica que el esfuerzo por contener el gasto se ha cumplido disciplinadamente. Los requerimientos financieros del sector público (RFSP), la medida más amplia del déficit fiscal, fueron de 710 mil millones de pesos, dentro de los techos aprobados. La deuda neta del gobierno federal ascendió a 44.2 por ciento del PIB, mientras el saldo histórico de los RFSP se ubicó en 49.5 por ciento del PIB, menor del 51.3 del cierre de 2024. Esta proporción da cuenta de que la deuda tiene un tamaño cómodo y manejable. El costo es lo que puede resultar crecientemente complicado.
El balance del primer año es positivo. Siempre es posible, por supuesto, sugerir que hubiera sido posible hacer las cosas de distinta manera y conseguir mejores resultados. Lo importante, sin embargo, es que se defendieron bien los intereses nacionales y se mantuvo la protección de la población con mayores requerimientos. Hacia adelante, las cosas seguirán siendo complicadas. Por ello, siempre es útil ampliar los márgenes de actuación. Lo es porque no debe perderse de vista que si 2025 fue complicado, 2026 lo será aún más: no hay ninguna garantía de que le negociación para renovar el TLCAN vaya a resultar bien, como lo acaba de demostrar Trump al fijar un arancel a la exportación de camiones a Estados Unidos. Por el contrario, hay que prepararse para un mal resultado.