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Nuevas medidas arancelarias de México, ¿parte de una estrategia integral?
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ermitir procesos de reindustrialización en México son motivaciones legítimas; durante décadas organismos empresariales, funcionarios y académicos hemos propuesto innumerables medidas macro, meso, micro y territoriales para justamente generar y fortalecer el grado de “endogeneidad territorial” –es decir, el valor agregado doméstico– en cadenas globales de valor específicas.

Los argumentos para incrementar los aranceles con todos los países con los que México no cuenta con un acuerdo de libre comercio, particularmente China, así como Corea del Sur, India, Rusia y Turquía, parecieran sensatos: promover el desarrollo del aparato productivo e incentivar la producción nacional de bienes intermedios y finales, reducir las importaciones de partes y componentes, así como garantizar “que al menos 50 por ciento de la proveeduría estratégica sea nacional”. La iniciativa afecta 34 capítulos del Sistema Armonizado y más de mil 400 fracciones, ¿el Plan México cuenta con conocimiento, capacidad y financiamiento para fortalecer miles de cadenas globales de valor a corto plazo?

Las sorpresivas medidas –considerando que no han sido resultado de un proceso de discusión o consulta nacional– han generado diversas reacciones en México e internacionales.

En primer lugar, de las naciones afectadas, particularmente de China, nuestro segundo socio comercial desde 2003; en 2024 más de 20 por ciento de las importaciones mexicanas se originaron en China después de décadas de sustitución de importaciones estadunidenses por chinas. Las contrapartes chinas han señalado la “coerción” de las medidas y que China “tomará medidas fundamentadas en las circunstancias actuales” que bien pudieran impactar en las exportaciones mexicanas a China (nuestro tercer destino de exportaciones).

Segundo, México se ha quejado al menos desde 2022 sobre las múltiples medidas unilaterales de Estados Unidos, y particularmente en 2025: chantajes, amenazas y efectivos aranceles ante temas como el agua, fentanilo, crimen organizado y superávit comercial. El aumento arancelario propuesto por México –legal en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC)– es igualmente unilateral. Estos países responderán seguramente con las mismas medidas en materia arancelaria contra las exportaciones mexicanas; estos instrumentos son legales en el marco de la OMC y apuntan a un escalamiento arancelario y probablemente en otros ámbitos bilaterales.

Tercero, existe un generalizado consenso internacional y en México en cuanto a que es indispensable diversificar las relaciones comerciales, particularmente con Estados Unidos ante sus erráticas medidas comerciales desde 2022 y particularmente desde 2025. América Latina y el Caribe y el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con varios nuevos miembros) son obvios candidatos para esta diversificación. La medida arancelaria de México, sin embargo, pareciera cerrar esta opción con varios de sus integrantes.

Cuarto, si el objetivo es un efectivo proceso de integración doméstico del aparato productivo mexicano, las medidas requieren de procesos graduales y no de abruptas decisiones que afecten inmediatamente el quehacer de las empresas. En 2020, 7.5 por ciento de las exportaciones mexicanas fueron valor agregado chino, considerando además que más de 60 por ciento de las importaciones mexicanas las realizan empresas trasnacionales y particularmente estadunidenses. Las medidas arancelarias, así, no sólo serían disruptivas para las empresas mexicanas y extranjeras establecidas en México, ante la necesidad de encontrar “inmediatamente” alternativas para sus partes y componentes particularmente chinos; no sería descabellado imaginarse quejas de empresas estadunidenses establecidas en México ante las unilaterales medidas de México que afectan sus procesos productivos. Esta sustitución de importaciones será cara y tomará tiempo, lo cual no está considerado en las recientes medidas tomadas.

Quinto, las medidas arancelarias generarán a corto y mediano plazos una reconcentración del comercio exterior de México con Estados Unidos, con probables significativas implicaciones. A corto plazo pudieran generar beneficios (mayores exportaciones a Estados Unidos y cierta estabilidad y certidumbre en el marco del T-MEC), pero también limitarían, por ejemplo, el acceso a nuevas tecnologías de los países afectados. En la cadena de valor global automotriz, por ejemplo, China cuenta en la actualidad con los principales avances tecnológicos en materia de movilidad eléctrica (y autónoma); imaginémonos que México estuviera excluido de estos procesos y sólo se concentrara en automóviles con motores de combustible fósil a mediano y largo plazos.

Sexto, las medidas arancelarias, por el momento, no reflejan una estrategia integral respecto al grupo de países afectados, particularmente a China. ¿Se trata del inicio de una estrategia no explícita? ¿También se buscará reducir o cancelar las inversiones provenientes de China?

Por último, las medidas arancelarias parecieran ser resultado de fortísimas presiones por parte de la segunda presidencia de Donald Trump a partir de enero de 2025: o te integras a la confrontación de Estados Unidos contra China con medidas concretas o te excluimos del mercado estadunidense (y del T-MEC, cuyas negociaciones comienzan en breve). Esta decisión estratégica no es una discusión “tecnocrática”, sino prioritaria para México y su futuro.

Es indispensable que los partidos políticos, organismos empresariales, académicos y múltiples otras instituciones participemos en esta discusión. La Cámara de Diputados cuenta hasta mediados de noviembre para la aprobación de la iniciativa.

¿Será?

* Profesor del Posgrado en Economíay coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM

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