i se asume con honestidad la premisa de que migrar es delito, resulta obligado concluir que todos los seres humanos que habitamos este planeta somos delincuentes o que descendemos de infractores de la ley. A algunos, el crimen les queda muy lejos en el tiempo; a otros, como Donald Trump, sólo dos generaciones lo separan de uno o varios ancestros delictivos (https://shorturl.at/4KbeB).
Pero si se piensa que no hay delito en el hecho de viajar a un país distinto del de origen de la persona para trabajar, hacer familia y asentarse, entonces no puede eludirse el hecho de que son inocentes todos, absolutamente todos los que han sido secuestrados, vejados, encarcelados o expulsados de Estados Unidos por órdenes del mismo Trump. Porque es mentira que persecuciones y deportaciones tengan por objeto limpiar de criminales a ese país: todas, absolutamente todas las personas que han sido víctimas de esa cacería odiosa, lo han sido por no tener documentos migratorios en regla, por la mera sospecha de que carecen de ellos y el hostigamiento ha afectado incluso (https://shorturl.at/iB2jD) a ciudadanos estadunidenses (https://shorturl.at/0qv9d) . Esto último hace evidente que la persecución está basada en apariencias y fenotipos (https://shorturl.at/iz2oh); a nadie en el ICE se le pasa por la cabeza ir a buscar deportables entre las comunidades irlandesas o francesas aunque, por si las moscas, los gobiernos de Alemania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Islandia, Noruega y Reino Unido recomendaron a sus ciudadanos que extremen precauciones
si piensan viajar a suelo estadunidense (https://shorturl.at/hXdql). De modo, pues, que no se trata de un afán de aplicar la ley en materia de extranjería, sino de joder a latinoamericanos, africanos y asiáticos, en lo que constituye un designio redomadamente racista y fóbico.
Hace unos días, la ignorantísima Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional del país vecino, relató en público que el Servicio de Alguaciles detuvo a un extranjero en situación irregular identificado como caníbal
, que fue sometido a deportación y que en el vuelo hacia ninguna parte el hombre literalmente se comió sus propios brazos
, pese a que –como forma parte del maltrato protocolario en esos casos– iba encadenado y esposado. Lo malo no es únicamente que una funcionaria de ese nivel en la mayor potencia militar del mundo sea capaz de creer, o de pretender que cree, o de tratar de hacer creer, semejante historia estúpida, sino que algunos medios de desinformación la presentan en su página web como si fuera una noticia relevante bajo un titular sensacionalista: ¡Caníbal se come a sí mismo durante vuelo! Kristi Noem revela caso de migrante deportado
(https://shorturl.at/9tQoS).
Si algo semejante a eso tuvo un atisbo de realidad, sería evidente que el personaje de la historia no es un caníbal, sino una persona que emocionalmente se encuentra en una situación límite. Pero no traten de explicarle a Noem que los antropófagos podrán ser caníbales, pero no idiotas, que los rarísimos casos de autocanibalismo en humanos son producidos por hambre extrema, como le ocurrió a Erisictón del Ática, y que la autofagia es un fenómeno que ocurre únicamente a nivel celular, no en organismos complejos; ella quiere reforzar la idea de que los deportables son peligrosos hasta por la dentadura, una calumnia que el propio Trump había ya expresado en uno de sus mítines de campaña, cuando comparó a los migrantes con Hannibal Lecter, el abracadabrante siquiatra caníbal de la saga cinematográfica.
Dejando de lado el hecho de que son el presidente estadunidense y su secretaria de Seguridad Nacional quienes se devoran cada vez que abren la boca, hay que recordar la obsesión del trumpismo con los narcos y el torrente de señalamientos emanado del poder político y de los medios gringos sobre supuestas negociaciones –siempre, sin pruebas– entre personalidades de la 4T y los cárteles.
Es paradójico, porque mientras la Casa Blanca y los departamentos de Estado, Justicia, Seguridad y Defensa, acompañados por la masa mediática y por el vocerío de la antipatria mexicana –que mientras más reducida, más abyecta, y mientras más abyecta, más reducida– , lanzan toda suerte de maledicencias contra un gobierno que supuestamente tolera al narco y pacta con él, y mientras miles de mexicanos y latinoamericanos inocentes son sometidos a toda suerte de abusos y atropellos, las autoridades de Estados Unidos, tras una exitosa negociación con Ovidio Guzmán, reciben con los brazos abiertos a 17 integrantes del clan del Chapo (https://shorturl.at/K4EmU).
Puede darse por descontado que para ellos no habrá persecución, secuestro policial, uso de cadenas en pies y manos ni deportación a algún remoto país africano, a los morideros de Bukele o a los pantanos de Florida, infestados de cocodrilos. Con suerte, recibirán la residencia de manera expedita y en una de esas, la ciudadanía.