Opinión
Ver día anteriorViernes 4 de julio de 2025Ediciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Desastres naturales: saldos y aprendizajes
C

onsidero que no sólo para un servidor, sino para un amplio porcentaje de la población del mundo, el cambio climático es un problema real y preocupante al que si no dedicamos la atención necesaria se tornará mucho más serio y preocupante.

Preguntas continúan acechándonos respecto del tema, a pesar de que se ha convertido en tópico ampliamente abordado, por ejemplo: Si no podemos saber con certeza qué es lo que sucederá en el ambiente, ¿de qué forma podemos ayudarnos a enfrentarlo?, ¿qué hemos hecho o dejado de hacer como sociedad?, ¿realmente podríamos atribuir exclusivamente a la naturaleza los desastres?, ¿no sería mucho más justo imputarnos también la culpa por la falta de normas, responsabilidad y compromiso hacia nuestro entorno?

En fechas recientes las fuertes, constantes y cada vez más intensas lluvias en México han paralizado entidades, debido a inundaciones, deslaves y colapsos de vialidades o construcciones y, aunque es difícil de reconocer, se debe aceptar que de todo lo anterior somos responsables como sociedad, porque nuestro escaso compromiso con el hábitat en el que nos desarrollamos ha hecho que nos encontremos en momentos críticos.

Una de las principales causas de las inundaciones es la deficiente infraestructura de alcantarillado público, pero a ello también hay que sumar la inconcebible cantidad de basura que arrojamos y los artículos encontrados en el drenaje. Se han descubierto objetos inimaginables: sillones, refrigeradores, tazas de baño, colchones, muebles e incluso animales muertos envueltos en cobijas.

Por supuesto, no todo es responsabilidad de la población, pues que no se puede perder de vista que la falta de inversión y compromiso real de las instancias gubernamentales en cuanto al mantenimiento y construcción de infraestructura profesional y de calidad ha sido visible, mucho más cuando la naturaleza se hace presente, como ejemplo se tiene lo que sucedió hace tres semanas cuando colapsó el túnel El Tornillo, en Oaxaca (el cual tardó 15 años en concluirse), que implicó el cierre de la autopista Mitla-Tehuantepec.

De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional diversos estados continuarán viéndose afectados por lluvias intensas, combinadas con ciclones y canales de baja presión, los que aumentan el riesgo de inundaciones, deslizamientos y derrumbes donde las entidades más afectadas podrían ser Chiapas, Tabasco, Veracruz, Ciudad de México, estado de México y Guerrero, entre otras.

Incluso se mencionó que como resultado de las condiciones climatológicas propias de los fenómenos naturales desde el jueves 26 y hasta el pasado lunes 30 de junio, una cadena de fenómenos meteorológicos continuó ocasionando lluvias fuertes a torrenciales, vientos con rachas de hasta 90 kilómetros por hora, oleaje elevado y altas temperaturas en distintas regiones del país.

Es así que el pasado lunes una intensa tormenta provocó en el norte de la ciudad de Chihuahua, inundaciones repentinas, caos vial y rescates emergentes. Las imágenes que circularon tanto en redes sociales como en medios de comunicación daban cuenta de autos llenos de lodo y amontonados unos contra otros, pero sobre todo del caos generado en el panteón, lo que dejó expuestos ataúdes que fueron arrastrados por las fuertes corrientes.

Y aunque, afortunadamente no hubo pérdidas humanas, lo repentino y fuerte de la tromba deja otra vez constancia de la manera en que la naturaleza nos recuerda que a pesar de las advertencias continuamos sin escucharle y sobre todo sin tomar las medidas adecuadas.

Paradójicamente, no sólo hay que preocuparnos por las lluvias, sino que, derivado del cambio climático, hemos constatado la manera en que situaciones como la desertificación, las olas de calor, el aumento del nivel de los océanos, los ciclones y terremotos se han hecho mucho menos predecibles y más intensos.

De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial en su informe Drought Hotspots Around the World 2023-2025, publicado el 28 de mayo, advierte que las temperaturas continuarán en niveles récord –o cerca de ellos– durante los próximos cinco años en todo el planeta, lo que aumentará los riesgos climáticos y tendrá consecuencias cada vez más severas sobre nuestras sociedades.

Por otro lado, no se puede perder de vista que si bien la ola polar en Argentina dejó fotografías impresionantes y que serán recordadas como la cascada de Opazo semicongelada en la provincia de Chubut o la preciosa postal que sorprendió a pasajeros del Tren a las Nubes, cuando el 28 de junio una fuerte tormenta de nieve cubrió cerros, rutas y pueblos. También se debe considerar que el frío extremo alcanzó menos 17 grados Celsius. Además, expertos han afirmado que existen profundas transformaciones en el patrón histórico de heladas en este país, lo que provocará importantes consecuencias para la producción agropecuaria. 

Abordar el cambio climático implica trabajar en el aumento de la resiliencia y reconocer que, aunque llevamos al menos 30 años de esfuerzos políticos y diplomáticos, las iniciativas y buenas intenciones no han bastado para generar cambios reales y aún nos encontramos lejos de resarcir un poco el daño que le hemos hecho a nuestra casa común, por lo que debemos ocuparnos con responsabilidad y no sólo preocuparnos.

*Consultor en seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política