Domingo 1º de diciembre de 2024, p. 7
Desde las primeras horas del alba, la explanada del Palacio de Bellas Artes comenzó a llenarse de fieles admiradores. Entre ellos, doña Margarita Rangel Rodríguez, quien viajó desde San Juan Teotihuacán, estado de México, y llegó a las seis de la mañana, decidida a ser parte del homenaje póstumo que se rindió este sábado a la leyenda del cine mexicano, Silvia Pinal.
A medida que avanzaba la mañana, el lugar se convirtió en un espacio de encuentro y memoria. En menor escala, algo similar ocurría a las afueras de la agencia funeraria donde la diva sonorense fue velada desde el viernes. Decenas de reporteros, camarógrafos, fotógrafos y varios admiradores esperaban en medio del intenso frío matinal a que el cortejo fúnebre partiera hacia el máximo recinto cultural de país.
Entre esos seguidores, que lanzaban gritos de ¡viva! y porras a la intérprete, se encontraba la señora Mayra Hernández, quien acudió desde muy temprano acompañada de su hija adolescente: Vine para despedirla aquí y no en Bellas Artes porque vivo cerca y debo trabajar, me dedico al transporte público. Además, porque mi mamá es también desde siempre su gran admiradora y no puede venir, porque ya no camina; entonces, quiero llevarle un video de lo que ocurre aquí, para que ella también pueda decirle adiós
.
Fiel seguidora de los filmes, obras de teatro y programas de televisión de Silvia Pinal desde siempre
, doña Raquel Zaragoza Juárez, también vecina de la zona, no quería dejar pasar la oportunidad de rendirle un modesto homenaje a la actriz y decirle un hasta pronto
, así fuera de lejitos y manera rápida.
La carroza con los restos mortales de la actriz salió del velatorio pocos minutos después de las 10 de la mañana, en medio de un férreo dispositivo policiaco y un maremágnum de motocicletas y automóviles de los medios de comunicación, que acompañaron al Cadillac 1928 a lo largo de su trayecto hacia el Palacio de Bellas Artes.
Custodiado por 18 miembros de la Confederación Internacional de Motociclistas Oficiales y Policías de Caminos (Cimopc) y elementos de tránsito, el cortejo fúnebre duró cerca de 50 minutos. Fue un recorrido de unos 18 kilómetros en los que los automovilistas hacían sonar sus cláxones o sacaban por la ventanilla una mano con un pañuelo blanco a manera despedida.
Algo similar ocurría con los transeúntes y aquellas personas que salieron de sus domicilios o centros de trabajo para ser testigos de este episodio histórico, que quedó registrado en infinidad de cámaras de teléfonos celulares.
Las muestras de admiración, cariño y respeto fueron in crescendo conforme la carroza se aproximaba al máximo recinto cultural del país, teniendo su mayor concentración en el Eje Central, a la altura de las colonias Obrera y Doctores, donde cientos de personas de todas las edades aplaudían, gritaban ¡vivas!, o te queremos Silvia
, muchas de ellas acompañadas de alcatraces u otras flores blancas, pañuelos, rehiletes o globos de ese mismo color, así como pancartas con mensajes amorosos y de reconocimiento.
El cortejo fue recibido por una multitud avasallante que aguardaba desde horas antes en la explanada del Palacio de Bellas Artes, donde los motociclistas de la Cimopc hicieron de inmediato una valla para custodiar el descenso del féretro y su ingreso al recinto.
El movimiento de cámaras y periodistas era atosigante, dando cuenta del momento y entrevistando a las cientos, miles de almas congregadas allí para despedir a la diva. Una extensa fila llena de emoción daba la vuelta a la mitad del edificio histórico. Vallas metálicas y un operativo de seguridad especial resguardaban el acceso principal y los costados, protegiendo el espacio.
Cartulinas y pancartas decoraban el entorno; más que mensajes, eran declaraciones de afecto y reconocimiento. En México la amamos
, expresó uno de los seguidores. En un cartel, otro texto destacaba la grandeza de la homenajeada: Hasta siempre, Silvia Pinal, gran mujer; dejas un legado con 70 años de trayectoria. ¡Gracias!
.
Incluso, circuló en el lugar, de mano en mano y pegado en postes, un documento con la propuesta de declarar a la legendaria histrionisa en Madre fundadora del México moderno
, con fundamento en los artículos sexto y séptimo constitucionales y el 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que la historia de México la reconozca como tal
.
Bellas Artes se convirtió en un epicentro de amor colectivo, donde cada aplauso, cada canción, cada porra y cada lágrima honrarán a la estrella inmortal que iluminó la época de oro del cine mexicano.
El señor Carlos Fernández, uno de los miles de asistentes, conmovido, definió a Pinal: Silvia es nuestra Marilyn. Entre ambas estrellas hay muchas semejanzas en sus carreras y además se ganaron el cariño del público. Incursionaron en el cine, bailaban; eran bellezas que cautivaban; trascendieron sus carreras y se convirtieron en símbolos, en íconos. Fue innegable su conexión con la gente, con el pueblo. Vine a despedirla, de lejos, como los amores buenos
.
Fotos por aquí y por allá de la leyenda sonorense. Lo mismo en blanco y negro que a color, de sus juventudes tempranas al lado de Pedro Infante, Arturo de Córdova y Tin Tan, o de la madurez de su belleza en la portada de un elepé del musical Mame. También, hubo espacio para el negocio, como aquellos que vendían estampas de su rostro por 10 pesos o la biografía Esta soy yo, editada por Porrúa, en 320 y 370 pesos, según fuese la pasta, blanda o dura.
En la larga fila que serpenteó hasta la Alameda Central, y que en el punto más álgido llegó casi hasta avenida Juárez, personas de todas edades, muchas con flores, fotos o pósteres en mano, entonaban durante su espera canciones del gusto de la Pinal, como La ley del monte, su preferida; Amor eterno y Cielito lindo.
Entre las innumerables porras y aplausos se escuchó: Se ve, se siente Silvia está presente
. No faltaron las comadres que, esperando su acceso al recinto, comentaron: Yo me voy a morir y ni un homenaje me van hacer, y mira a los artistas
.
El ingreso fue de dos en dos
o, como decían algunos vigilantes, en parejas de dos
. Ya al interior de Bellas Artes, el tiempo para estar frente al féretro de la actriz era de unos cuantos segundos, como ocurre en La Villa para ver la imagen de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre. Es nada para el tiempo que esperamos afuera (entre una hora y hora y media)
, observó uno de los concurrentes.
El homenaje concluyó minutos después de las 13 horas, cuando el féretro salió de Bellas Artes y fue colocado de nueva cuenta en la carroza, que partió hacia su destino. La multitud se dispersó entre el descolorido sol de la tarde.