os partidos independentistas obtuvieron un importante triunfo en las elecciones realizadas ayer en Cataluña, al lograr en conjunto la mayoría absoluta en el Parlamento local, con 33 escaños para Esquerra Republicana (ERC), 32 para Junts per Catalunya (JxCat) y nueve para Candidatura d’Unitat Popular (CUP), con lo que tendrían 74 diputados, en tanto los partidarios del españolismo sumaron 61 posiciones: 33 del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC, rama local del Partido Socialista Obrero Español, gobernante en España), 11 del neofranquista Vox, ocho de En Comú Podem (ECP), seis de Ciudadanos (Cs) y tres del Partido Popular (PP).
Si se consideran los resultados referidos en términos de posicionamientos ideológicos y no de actitudes regionales, los comicios representan una victoria para las izquierdas, en las que se afilian ERC, PSC, ECP y CUP. Asimismo, la elección resultó desastrosa para las formaciones derechistas PP y Cs y un lamentable avance de la ultraderecha cerril representada por Vox.
A la vista de estos números, la perspectiva más probable parece ser la de la conformación de un gobierno independentista moderado, encabezado por el aspirante Pere Aragonès, de ERC, con el respaldo de JxCat y CUP, que se plantee como propósito principal la realización de un nuevo referendo para proclamar una república catalana en las provincias de Barcelona, Lleida, Girona y Tarragona.
Por su parte, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, alentado por el avance del PSC en los comicios –en los que resultó el partido con mayor número de votos–, apuesta a una defección de ERC del bando independentista y a la conformación de un gobierno local basado en una coalición que incluya, además de esas dos fuerzas, a ECP, vinculada a Unidas Podemos, coalición española que cogobierna con el PSOE.
Sin embargo, ese escenario enfrenta varios obstáculos difícilmente superables. El principal de ellos es el compromiso firmado por ERC con los otros partidos del ámbito independentista de no participar en alianza alguna con el PSC. Por lo demás, ante el plan de Sánchez se interpone el agravio del respaldo del PSOE a la supresión temporal del régimen autonómico en Cataluña en octubre de 2017 por el gobierno central de Madrid (entonces encabezado por el PP), el agravio persistente de las autoridades españolas, que se empeñan en mantener una persecución judicial de claro carácter político en contra de dirigentes y funcionarios independentistas catalanes que fueron encarcelados por participar en la organización del referendo soberanista de ese año; varios de ellos permanecieron encarcelados y no fueron puestos en régimen de libertad condicional sino hasta hace unos días, en vísperas del proceso electoral de ayer.
Cabe esperar, finalmente, que a la luz de los resultados de esta elección el bando españolista termine por comprender que el reclamo de independencia en Cataluña es inequívocamente mayoritario, como ya había quedado de manifiesto en ejercicios democráticos anteriores, y se avenga a realizar las reformas legales que permitan el comienzo de una separación negociada, ordenada y pacífica.