Martes 3 de noviembre de 2020, p. 4
Por primera vez en la historia, las puertas del Palacio Nacional (ahora residencia presidencial) se abrieron a representantes de varios pueblos originarios, cuyos ritos de Día de Muertos pudieron ser apreciados por poco más de 3 millones de personas a través de los múltiples canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, así como en redes sociales y páginas oficiales del gobierno federal. La serie de actividades, entre las que destacan una ceremonia tradicional wixárika y rezos tzeltales dedicados a los fieles difuntos, articularon la ofrenda-homenaje Una flor para cada alma: 20 pueblos, 4 rumbos. La finalidad común fue recibir a las ánimas de los difuntos, sobre todo, reconfortarlas
, dijo a La Jornada el rezador nahua Domingo Garrido Lechuga, de Huauchinango, Puebla, encargado de la ceremonia de encendido de luces la tarde del domingo pasado.