Despliegues y ensambles se titula el pabellón del país montado en la Bienal de Venecia
Noventa y cinco por ciento de la población la practica y en varios casos sin la asesoría de un experto, afirma a La Jornada Pablo Landa, responsable de la curaduría
Un ejemplo virtuoso es la cooperativa Palo Alto, en la Ciudad de México; es la primera y funciona desde hace 40 años
Sábado 4 de junio de 2016, p. 2
Venecia.
Despliegues y ensambles es el título del pabellón que México trae a la edición 15 de la Bienal de Arquitectura.
Está ubicado en el Arsenal y la curaduría es del antropólogo Pablo Landa (1983), quien, en respuesta al perfil propuesto por ese encuentro, se interesa en descubrir –desplegar– mapeando, una selección de 31 ejemplos de arquitectura social participativa en ese país.
Muestra un pozo sorprendente de energías que incluyen arquitectura vernácula, unidades habitacionales, construcciones efímeras y viviendas hechas por manos femeninas (Mujeres de Arcilla en Oaxaca), entre muy diversas categorías adicionales.
Tal fenómeno puede explicarse porque el gobierno no resuelve los problemas y la única posibilidad de las personas es hacerlo por sí mismas. No tiene ningún aliado en las empresas ni en el Estado
(entrevista a Juan Alfonso Garduño, incluida en el catálogo de la muestra, pág. 44).
Tablados en Yucatán
En entrevista con La Jornada, Pablo Landa aclara: “El cerebro de la muestra son los manuales de autoconstrucción que nacen en los años 30 del siglo pasado, para facilitar los procesos de autogestión. Actualmente en México 95 por ciento de la población la practica, en varios casos sin la participación de un arquitecto.
“Un ejemplo virtuoso es la cooperativa Palo Alto, en la Ciudad de México, integrada por arquitectos y ex mineros: fue la primera en México y funciona desde hace 40 años.
“La mayoría de sus integrantes provenía de Michoacán, transmitiendo un sistema de cooperación purépecha a un contexto urbano. La arquitectura y la organización social son ejemplares.
“Otro caso –prosigue Landa– son los tablados de Yucatán. Un equipo encabezado por Luis Peniche y Carlos Lavalle, jóvenes arquitectos de ese estado, hicieron un mapeo de estas plazas que se construyen para la fiesta anual del pueblo en 106 lugares de la región. Se hacen en un terreno baldío y cada año una familia la construye. Son una metáfora perfecta de lo que trato de mostrar, porque al ser una plaza de toros no puede faltar ninguna pieza, pues de lo contrario se saldría el astado; además, la organización social del pueblo es reflejo de esa forma arquitectónica.
“Puedo citar también al Pabellón Cultural Migrante, ensamble de piezas de madera construido en Tijuana. Es un espacio para fomentar la sociabilización de personas provenientes de varios países, pues la construcción facilita formar una comunidad.
El hilo conductor entre los distintos casos está en que esas experiencias son reproducibles y la finalidad de reunirnos aquí es continuar este proceso; no son casos aislados.
Asimismo, el catálogo es una fuente importante porque documenta los casos presentados.
El contenido de la muestra contrasta con la museografía, didáctica al límite del naif, muy abundante de material explicativo y de adornos
folclóricos inadecuados: un hombre haciendo suertes en el ruedo, un desfile de pueblo con trajes típicos, campesinos, futbolistas.
Pero sobre todo la exposición carece de un elemento problemático, un cuestionamiento que supere la identificación de casos y proponga cómo transformar el carácter emprendedor y organizativo de la sociedad civil (la autoconstrucción), en sistema de mejoramiento social; imposible de crecer sin el apoyo del Estado y/o de una iniciativa privada responsable.
¿Quién es Pablo Landa?, se preguntará la mayoría de las personas, pues su desempeño público parece exiguo, aunque cuenta con un currículum de alto perfil formativo: estudió en las mejores universidades estadunidenses (en Yale, y se ha doctorado en Princeton, el pasado noviembre).
Ha escrito ensayos en libros de arquitectura y elaboró un estudio profundo sobre la Unidad Santa Fe en la Ciudad de México, diseñada por Mario Pani, proponiéndola como modelo de vivienda social por recuperar, respecto de aquellas estilo Infonavit, que Landa considera deshumanizantes, debido entre otros factores a la falta de espacios públicos y de esparcimiento, lo cual fomenta la degradación social y la marginalidad.
Pablo Landa es autor del libro Monterrey en el espejo: crónica de sus habitantes, monumentos y espacios públicos. Como experiencia curatorial se menciona Mario Pani: arquitectura en proceso (MACO, Monterrey, 2014). La arquitectura, que respira desde pequeño, es la profesión de su familia; su padre, Agustín Landa Vértiz (1951-2015), diseñó edificios icónicos en la capital neolonesa, como la Torre Avalanz.