Edomex: Morena durmió con el enemigo
Después del 3 de julio, ¿la tiene segura Peña Nieto?
Todo puede suceder en el año que falta
El factor dinero en las elecciones
Acoso a medio indígena
Nuevo intento
Infraestructura y discurso
Inversión pública rezagada
Prioridades
, último lugar
a muerte del filósofo hispano-mexicano Adolfo Sánchez Vázquez –ocurrida ayer en esta capital, como consecuencia de un mal respiratorio– implica, para el mundo de la academia, la cultura y el pensamiento político de nuestro país, una pérdida múltiple: la del uno de los más destacados representantes del exilio republicano español en nuestro país –fuente invaluable de riqueza cultural y científica para el México del siglo XX–; la del más reconocido investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México en el terreno de las humanidades; la del académico que supo articular como pocos la labor teórica y la praxis política, y la del inagotable pensador sin cuya presencia sencillamente no se explica la enseñanza del marxismo en México.
En memoria de Adolfo Sánchez Vázquez
uando se propuso ante el Consejo Universitario a Adolfo Sánchez Vázquez para otorgarle el doctorado honoris causa, lo único que pude añadir a lo ya dicho por otros colegas fue que era un paradigma de congruencia política, de entusiasmo revolucionario y de honestidad. Pocos amigos como él.
na democracia en la cual al menos la mitad de su población se encuentra en condiciones de pobreza es una pobre democracia. Una democracia en la cual impera la impunidad y el agravio a sus ciudadanos es una democracia frágil. Una democracia en donde la clase política prefiere embarcarse en pleitos de poder y acomodos palaciegos mientras que una auténtica guerra impulsada por el Poder Ejecutivo elimina no sólo a criminales, sino sobre todo afecta con pérdidas irreparables a ciudadanos y ciudadanas, es una democracia insensible.
n términos muy simples, una sociedad puede ser concebida como un cúmulo de órdenes de redes y flujos que se conectan y desconectan de manera incesante divididos por una separación, digamos, funcional. Por un lado, al menos así lo sugiere Reinhart Koselleck, está el espacio de experiencia en el que se reúnen las memorias, las miradas codificadas, los automatismos sociales, los nudos de las emociones, los saberes cotidianos y las reflexiones que se hacen sobre ellos, los gestos mudos, los códigos y los axiomas significantes; por el otro lado, se halla el plano de todo lo que se desea, de los sueños y los proyectos, de los planes y las esperanzas, en suma, el horizonte de expectativas. Si se escribiera una historia de cómo se modificó este horizonte en las sociedades europeas en los más de dos siglos que las separan de la Revolución Francesa, el resultado sería sorprendente no por los cambios en sí (que es lo evidente), sino por la forma acaso impensable en como sucedieron esos cambios.
esorden que amenaza con arrastrarnos más y más al caos (…como aquel que reinaba en el principio). ¿Y nuestra capacidad potencial de mantener y perfeccionar el orden establecido en toda la Tierra? Cerramos más y más la vía única de la razón y la palabra necesaria. Nos ahogamos en una creciente violencia de destrucción y muerte.
e puede auditar administrativamente el Issste después de cuatro años de la fracasada reforma
que impuso Calderón –con los priístas Beltrones, Gamboa, Paredes y Samuel Aguilar Solís–, sin aludir a las razones estructurales de ese mismo fracaso? Sin duda, y sería incluso del todo conveniente. Pero a la vez habría que destacar los determinantes estructurales que –oportunamente advertidos– la hicieron inviable al parirla muerta. Después de que Elba Esther Gordillo reconoció que negoció esa reforma
con Calderón antes de las controversiales elecciones de 2006 (La Jornada, 30/6/11), ahora hay quien quiere reducir su anticipado fracaso sólo a la multicuestionada calidad de los funcionarios que tramitaron su naufragio: Miguel Ángel Yunes y Jesús Villalobos.
o suelo emplear en mis contribuciones a La Jornada términos como cloaca, vómito, letrina y otros peores de ese género, pero hoy no puedo eludirlos; me los recuerda lo que está pasando en ese conglomerado social que ha sido identificado como clase política, lo que ocurre me hace necesariamente pensar en ellos y en sus contenidos denigrantes, degradados y sucios. Lo peor.
ero en conducta, crónicas de la resistencia magisterial de Luis Hernández Navarro es un libro de difícil clasificación: es un libro de crónica y de análisis político, pero no sólo; también contiene historias de vida de maestros que fueron protagonistas. Recorre más de tres décadas y sigue un orden cronológico que, sin embargo, rompe constantemente para retroceder.