La mayoría de la comunidad docente y alumnado recurren a la inteligencia artificial (IA) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); en promedio, 75.33 por ciento de los profesores y 85.33 por ciento de estudiantes en los diferentes niveles académicos la usan.

De acuerdo con el estudio Presencia y uso de la inteligencia artificial generativa en la UNAM, dirigido por los investigadores Mario Alberto Benavides-Lara y Víctor Jesús Rendón Cazales, entre otros, los principales usos que tanto el profesorado como el estudiantado hacen de la IA generativa tienen que ver con la obtención y búsqueda de información, seguido de aspectos de apoyo del proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Para Luis Josué Lugo Sánchez, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial, Sociedad e Interdisciplina de esta casa de estudios, es necesario pasar del acceso a su apropiación, integrarla a los procesos y transformarla en prácticas pedagógicas y de investigación éticas.

Durante su participación en la sesión Uso ético de la inteligencia artificial en la investigación, como parte de la Cátedra Extraordinaria de Bioética, subrayó que es necesario asumir responsabilidades en su utilización, que cada día se declaren sobre los modelos que empleamos.

Añadió que en la actualidad se apuesta por un modelo híbrido donde la IA es parte de diversos entornos, incluido el educativo y el de investigación, pero aseguró que la pregunta es cómo incorporarla de un modo ético y crítico, de tal manera que el pensamiento creativo, humano, tenga un lugar central.

Dicho estudio detalló que 83 por ciento de los profesores de bachillerato, 70 por ciento de licenciatura y 73 por ciento de posgrado recurren a ella; en los estudiantes, 87 por ciento de media superior, 81 por ciento de superior y 88 por ciento de posgrado.

Entre las conclusiones incluidas en el documento, se advirtió sobre la urgencia de formar a la comunidad universitaria en las capacidades reales y específicas que tienen las herramientas de inteligencia artificial generativa, con el fin de prevenir su infrautilización y uso incorrecto o poco ético.

Lugo Sánchez alertó que los antiplagios o detectores de similitudes y coincidencias tienen errores de 30 a 70 por ciento, es decir, muy grandes. “Esta no parece ser la solución, porque no alcanzan a cubrir la data y las creatividades de prompt (instrucción o texto que se da a un modelo de inteligencia artificial para que genere una respuesta) en las personas, ni todos los modelos del lenguaje”.

Insistió en que más allá del pánico ante su uso, hay que pensar en la apropiación y que la IA, tiene límites, sesgos algorítmicos; se trata de una mediación, de un artefacto; no es una deidad, un actor humano y tampoco puede tomar decisiones”.

Por lo anterior, sostuvo, la universidad debe estar presente dotando de diagnósticos y propuestas y que haya un marco de gobernanza, que se genere legislación y programas de acompañamiento.