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Tumbando caña

Fiesta de Reyes // Adoración a Baltasar

E

n la tradición afrodescendiente la Fiesta de Reyes tiene sus raíces en la época colonial, cuando los amos permitían a los esclavos un día libre del año para que celebraran la Epifanía de acuerdo con sus costumbres y formas culturales propias.

Los relatos coloniales dan cuenta de que ese día los esclavos recordaban a sus reyes, a sus autoridades africanas, sus dioses y demás creencias ancestrales, de modo que la conmemoración de Reyes se convertía en una especie de carnaval, donde los esclavos recreaban su vida cultural en África.

Esta licencia se concedía en todas las colonias del Caribe hispano con preminencia en Cuba. El profesor de Arte africano y Cultura Negra de Cuba Argeliers León relata en su libro Del canto y el tiempo (Editorial Pueblo y Educación, 1974), que ante la situación de malestar del negro esclavo que, debido al trato inhumano optaba por el cimarronaje o el suicidio (a veces colectivo), las autoridades esclavistas establecieron algunas normas para aliviar las condiciones de vida y resolver la merma laboral. Por un lado, se le permitió sus toques de tambor a la usanza africana; por otro, se les concedió la agrupación en forma de sociedades de socorro, los llamados cabildos, y para su divertimento un día al año de fiesta.

En las fiestas del 6 de enero, narra Argeliers León, “amplios grupos de negros y negras africanos salían bailando y cantando disfrazados, con cascos militares y sables en mano; algunos vestidos con sayones de fibras, la cara pintada de ocre y la nariz escarlata; empenachados con grandes plumas de pavo real y una poblada cola de caballo en el trasero (…) En tanto, las autoridades que contemplaban desde los balcones les tiraban monedas”.

Con el tiempo esta costumbre se fue transformando en una fiesta de canto y participación social, como sucede en Puerto Rico y Brasil, donde la víspera del 6 de enero grupos de personas van de puerta en puerta cantando y bailando, en el caso de la isla.

En Brasil, las fiestas de Reyes se denominan reisados y están emparentadas con los faustos del Bunba-meu-boi, la tradicional ceremonia totémica de muerte y resurrección del buey. Este acto constituye uno de los rituales de mayor trascendencia del folclor afrobrasileño.

San Baltasar de los negros

La celebración se remonta al momento en que los esclavos africanos entran en contacto con las tradiciones occidentales y rescatan de éstas la Pascua de Reyes, en las que se recuerda la visita de los tres reyes magos a Jesús, en Belén. Figuras icónicas de la fe católica de las que se identifican con el rey negro Baltasar, por ser negro, como ellos, y por ser el último rey de Babilonia. Baltasar es entonces ungido como santo y a su celebración se le llamará, en Argentina, Uruguay, Paraguay y otros países americanos como el Ecuador, la Pascua de los Negros

En el caso argentino, se cuenta que en la ciudad de Corrientes, en el famoso barrio Cambá Cuá, nombre que en guaraní equivale a “viejo negro”, donde se alojaban los afroargentinos, se le prodigaban hieráticos y apasionados homenajes que se traducían en ceremonias que conquistaban un vértice de unción, de fervor y entusiasmo, desde el 1º de enero hasta el 6 del mismo mes en que aparecía el Cambarangá, es decir, la imagen del Negro Santo.

El escritor santafecino Mateo Booz (Miguel Ángel Correa) evoca en su cuento “E1 Cambarangá”, el fausto y el dramatismo que alcanzaba este subyugante y curioso ritual de los negros, mismo que se imponía por todo el Río de la Plata con fuerte presencia en Uruguay, tal como lo describe e1 explorador y naturalista francés Alcides D’Orbigny (1802-1857) en su hermoso libro Voyage dans l’Amérique Méridionale (París, 1835, reditado en 2002 por la embajada de Francia en Bolivia y el Instituto Francés de Estudios Andinos). “El 6 de enero, Día de Reyes, fantásticas ceremonias llamaron mi atención. Todos los negros nacidos en las costas de África se reúnen por tribus; cada una de ellas elige un rey y una reina. Ataviados del modo más original, precedidos por todos los súbditos de sus respectivas tribus, estas majestades de un día van primero a misa y luego se pasean por la pequeña plaza del mercado”.

El otro adoratorio a San Baltasar está en Paraguay, donde, según nos informa el profesor Juan Max Boettner en su obra Música y músicos del Paraguay (Edición de Bernardo Garcete Saldívar, 2000), fue introducida por los "negros de Artigas", es decir, los negros que acompañaron al ilustre patriota y estadista uruguayo cuando se exilió en ese país. “Desde entonces, San Baltasar es objeto de profunda y dilatada reverencia”, apunta el investigador.