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Un dictador cínico
E

l 2025 será recordado por el mundo como uno de los peores años de los últimos tiempos: el mérito por entero es de Donald Trump. Llegó a su infausto cargo y de inmediato comenzó a violar la Constitución y las leyes de su país, las del derecho internacional y las de múltiples países; ipso facto se enganchó para participar de la matanza de palestinos.

Asesinar, con sus policías y sus soldados, le resulta fascinante. Ha bombardeado Yemen, Irán, Somalia, Siria, Nigeria y las lanchas de Venezuela. Presidir el imperio que arroja mierda sin descanso, con sonrisa cínica congelada, lo pone en éxtasis. Usar el poder del imperio para renunciar al género humano y convertirse en monstruo, es su clímax. Humillar a todos, cada minuto, exceptuando a los hombres blancos (no siempre) lo renueva, lo vuelve Donald Trump.

La inquietante pregunta es ¿a dónde iremos a parar? En estos días, medios de Estados Unidos y de otros países hacen recuentos. En su primer día, indultó a casi todos los delincuentes implicados en la insurrección del 6 de enero de 2020 en el Capitolio. Y dio el banderazo gansteril a las deportaciones. Los venezolanos fueron enviados a las mazmorras ilegales de Bukele, invocando una Ley de Enemigos Extranjeros de 1798.

Sin tardanza emitió su “gran y hermoso proyecto de ley”, que fuera rebautizado, cínicamente, como Ley de Reducción de Impuestos para las Familias Trabajadoras, cuyo propósito es transferir ingreso de los pobres a los ricos y privar de asistencia sanitaria a millones de ciudadanos. Casi en paralelo, puso en acto su absurda política de aranceles locos: no tardó en llegar la volatilidad a los mercados y el aumento de los precios.

La politóloga Wendy Schiller (Universidad de Brown) escribió, según recoge The Guardian: “la mayor herida autoinfligida que el presidente se ha causado a sí mismo y a los republicanos son los aranceles… se nota en las cadenas de suministro, en las compras de los consumidores, en los precios, en todos los aspectos de la vida de las personas. Ya sea en el supermercado, en los regalos navideños o en cualquier otro ámbito”.

El nombramiento de Robert F. Kennedy reavivó el sentimiento antivacunas, y el consecuente rebrote de enfermedades prevenibles. Trump desconoció la firma de Estados Unidos en el Acuerdo de París y desmanteló la infraestructura científica climática de Estados Unidos. Con su amor por la cultura y la educación, congeló miles de millones de dólares de fondos federales destinados a las universidades, entre ellas, Harvard y Columbia. Y desplegó una campaña feroz contra diversos medios de comunicación, entre ellos, CBS/Paramount, The Wall Street Journal y The New York Times.

Democracy Forward, una organización de carácter jurídico, de alcance nacional, que ha presentado numerosas demandas contra Trump, dijo: “Esta administración ha estado infringiendo la ley sin piedad, ignorando las protecciones que la legislación estadunidense ofrece a las personas y las comunidades. Ha estado gobernando de una manera que entra en conflicto con la Constitución”, también según The Guardian.

Señalemos también, en este breve recuento, los crímenes de guerra cometidos por Trump con el asesinato de venezolanos y el robo de buques petroleros de Venezuela, como parte de su propósito de apoderarse de sus recursos naturales. O la cínica intervención en la guerra Rusia-Ucrania, con el inocultado propósito de apoderarse de vastos recursos naturales de Ucrania.

Un tema central de la campaña política de Trump fue el que en Estados Unidos llaman la “asequibilidad”, ya que millones de estadunidenses luchaban por llegar a fin de mes. Ahora Trump dice, cínicamente, que la asequibilidad es una “estafa”, un “engaño” y una “farsa” inventada por los demócratas. El tema de los archivos de Epstein también ha comenzado a oscurecer su vida. Y mil horrores más.

La inconformidad de los estadunidenses se extiende por todo el territorio gringo. Así lo muestran las marchas llamadas No Kings, en junio pasado, que atrajeron a 5 millones de personas, y la de octubre, que contó con 7 millones. Esta última fue señalada como la mayor acción cívica en Estados Unidos en más de medio siglo. El alejamiento de los electores también se mostró con los triunfos, contrarios a Trump, en las elecciones de Nueva Jersey, Virginia, Florida y la de la alcaldía de Nueva York, entre otras.

Toda la gestión de Trump lo ha conducido a caer en picada en las encuestas de Gallup y de Post-Ipsos. Algunos escritores de opinión ven en las elecciones de mitad de mandato de noviembre de 2026 el momento en que Trump mostrará que, como suelen decir en Estados Unidos, será un “pato cojo”.

No obstante, Trump ha mantenido su anhelo por un tercer mandato. Para entonces, no es imposible que Trump siga conservando el poder absoluto sobre el Ejecutivo, sobre la mayor parte del Poder Judicial, y sobre el Congreso, a pesar de las defecciones republicanas (representantes y senadores). A pesar de su edad, puede convertirse en el dictador que sueña ser, recurriendo sin titubeos a las peores artimañas. Y la derecha extrema continuaría extendiéndose por el orbe.