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Tendencias energéticas: la primera
U

n mes de reposo y rehabilitación física bajo la gentil supervisión de la excelente angióloga Nora Sánchez Nicolat, me ha permitido concentrarme en una reflexión fundamental. Sí, la sugerida reiteradamente por mis grandes maestros de matemáticas, de economía y de energía, a quienes hoy rindo sencillo homenaje.

Coincidentemente –desde campos diversos– insistían en la necesidad de adquirir capacidad prospectiva. A partir de la “prospeccion del pasado”, completaba Luis Felipe Bazúa, desiderata que se traduciria –siguiendo a nuestro Braudel de los Anales– en prospeccion de larga duración. “ Longue durée”, en sus términos.

Así, la división por cero …las series y sucesiones de Cauchy …la aritmética de infinitos, los ciclos económicos cortos y largos …las tendencias coyunturales y estructurales de la vida material …los movimientos de recursos fósiles y no fósiles, y de fuentes renovables y limpias, entre otros aspectos exigían prospección.

Era la insistencia de brillantes matemáticos como Octavio García, José Ángel Canavatti, Tomás de Hoyos, José Guevara, Víctor Cáceres, Héctor Puente, Ernesto Colunga, Roberto Alanís, José Luis González y Magdalena García desde el Tecnológico de Monterrey a fines de los años 60. De Eugenio Filloy, Carlos Imaz, Javier González y Samuel Gitler desde el Cinvestav, el mismo de Papini Alarcón (†) y de Luis Astey, mis grandes compañeros a inicio de los 70. Y, desde luego, de Pedro López, Ruy Mauro Marini, Carlos Toranzo, Arturo Huerta, Rogelio Huerta, Lilia Domínguez, Maria Luisa de Mateo, Emilio Caballero, Eduardo González (†), María Eugenia Romero, Bolívar Echeverría (†) y Ángel de la Vega en mi querida Facultad de Economía de nuestra UNAM. Sin olvidar a Juan Castaingts, Jaime Puyana (†), José Valenzuela (†) y Edith Klimovsky, de la apreciada Universidad Autónoma Metropolitana. Ni a Carlo Benetti, Jean Cartellier, Jean Marie Martin, Jacques Percebois y Dominique Finon, de las universidades de París y de Grenoble –en la Francia de mi familia– en las que Víctor Rodríguez, Jorge Islas y Benjamín García Paez tuvieron notables experiencias que hoy se dejan sentir en Pemex, en Sener y en nuestra UNAM.

Y todos sin olvidar a los notables compañeros que nos formaron en la programación de larga duración en la CFE, y a quienes me he recordado en diversos momentos.

Sí, ingresar a teoría y metodología de la longue durée es obligado. En irrenunciable lucha contra la desigualdad y a favor de la justicia energética. Exige impulso virtuoso descendente de la relación de crecimientos del consumo de energía y de la producción de bienes y servicios para superar tanto el pesimismo de Malthus como la visión de un neoliberalismo mecánico y fatalista, incapaz de entender la evolución cíclica de la marcha material, ni las alternativas heterodoxas para superar la desigualdad. Menos aún de recoger la invitación de Pablo a los romanos: esperar contra toda esperanza, en lucha contra la explotación. De aquí el animo por lograr –con compañeras y compañeros– una larga duración esperanzadora. Irrenunciable.

Celebro, en consecuencia, mi anhelo: “Esperar contra toda esperanza”. Sin optimismo ingenuo. Con prudencia y astucias colectivas. Y renovados hábitos sociales, con menos energía para mayores usos finales, pero más electricidad, limpia con sustentabilidad creciente. Descubierta, producida, almacenada, transportada, beneficiada, transmitida, consumida y utilizada con huella de carbono impecable y justicia energética. Tendencias virtuosas anheladas. Contra tendencias viciosas. Desiderata de hoy, compartida desde mi seno familiar en Boston frío, pero con calidez y amor de nietos, hijos y amigos. En un fin de semana nevado de cierre de año. Hacia un 2026 en rumbo a un 2030 y más allá. Futuro de larga duración esperanzador y justo. Con menor desigualdad. Feliz año. De veras.