n los últimos 7 años hemos visto cambios en diversos rubros de nuestra economía y en otros sectores. Tenemos mejoras en el sistema de transporte, nuevos trenes, hospitales, universidades, caminos y carreteras. Y, así, podríamos enumerar en una larga lista todo lo que se está construyendo desde el pasado sexenio hasta el actual. Y, por supuesto, son avances que los grupos de derecha no reconocen.
Debemos mencionar que, durante el gobierno pasado y en el actual, ambos progresistas, ha sido patente el rescate de nuestros recursos naturales. Es importante mencionar que, también, han sido los recursos sociales los que se han recuperado y están sirviendo al proyecto de la Transformación.
Tanto los naturales como los sociales, son recursos que han sido abundantes en el país, pero que, irresponsablemente fueron desperdiciados y sobrexplotados durante los sexenios anteriores, especialmente, en los neoliberales.
Y no se trata de recurrir constantemente al pasado para comparar –tramposamente– el sistema de gobierno que padecimos durante 36 años, y que ahora gracias a los esfuerzos colectivos, tanto del gobierno, como de la sociedad misma, estamos recuperándonos.
Somos una sociedad profundamente lastimada en todos los sentidos, de ahí la importancia de seguir rescatando, sin concesiones, no sólo los recursos económicos, también los sociales. Salir del atraso no es cosa fácil y, mucho menos, si no contamos con el apoyo de un sector importante de la población que sigue creyendo que son la parte más importante y privilegiada de nuestra sociedad. Estamos hablando de la llamada derecha nacional que, por cierto, es tan igual a las otras derechas de América, que parecen almas gemelas.
Lo reconozcan, o no, hemos iniciado una nueva etapa en la reconstrucción del país. Por supuesto, sería más visible, creíble y muy emocionante si los precios de los alimentos y otros productos y bienes se redujeran para que los aumentos salariales tengan el efecto positivo necesario. Queremos y necesitamos salir, de una vez por todas, de la otra pobreza, la cultural, la educacional y la política. Seguimos en busca de la vida digna.
Si el precio de la gasolina fuera el mismo que en Venezuela, la vida se agilizaría, los precios del pasaje de todos los medios de transporte se reducirían, la riqueza se distribuiría con mayor rapidez y equidad. Y por consecuencia, la gente podría trasladarse con mayor seguridad y cumpliría sus objetivos y sus metas de vida en un periodo más corto y con menos desgaste físico y mental. Además, la brecha económica disminuiría, ya que la población, en general se beneficiaría, independientemente, la ideología que cada quien tenga.
Por cierto, el litro de gasolina venezolana cuesta menos de un peso mexicano. Su precio actual es alrededor de 0.72 a 0.84 pesos mexicanos, por lo menos, hasta principio de 2025. La abundancia de hidrocarburos le permite al gobierno bolivariano mantener el programa Sistema Patria, en el cual los cupones para la gasolina subsidiada se reparten a nivel nacional. Es una de las más baratas del mundo, ya que el litro, en moneda nacional, cuesta alrededor de 0.84 bolívares y, aproximadamente, 0.035 dólares.
Si los asaltos estadunidenses al estilo bucaneros del siglo XVII continúan, seguramente repercutirá en el precio del barril de petróleo. No obstante, la gasolina venezolana continuará siendo de las menos caras del mundo.
Consideramos que Pemex, si continúa con la reorganización y depuración de su personal, podría estar, ya, en la posibilidad de diseñar algún programa de subsidio para la gasolina. Lo necesitamos con urgencia, antes de que se diluya la importancia y trascendencia de los aumentos al salario mínimo. De ser posible dicho subsidio, podemos tener la seguridad de que nuestros sueldos sí cubrirían todas nuestras necesidades y no tendríamos que vivir, prácticamente al día, como vive actualmente la sociedad estadunidense. Quién lo diría, pero así es el capitalismo, sobre todo, cuando un país como Estados Unidos es asfixiado lentamente por las deudas. La población de esa nación vive uno de los peores capítulos de su historia gracias al pésimo gobernante que padecen.
Desde que Andrés Manuel López Obrador, junto con su equipo de trabajo, tomó la decisión de rescatar los recursos naturales del país, sabíamos que las pugnas entre las clases sociales se agravarían. La población a favor del neoliberalismo entró en choque sicológico, ideológico y económico, con la propuesta de la regeneración nacional. Y salieron a la luz pública los conflictos de intereses, las corruptelas en los sectores estratégicos, como lo es el energético, se dieron a conocer públicamente, las mafias estructurales y las traiciones a la patria. Porque, vender los recursos naturales y sociales del país, nadie lo duda, es un crimen, es una clara traición al país.
Sin embargo, después de más de 14 años de ataques y críticas destructivas por parte de los derechistas PRI, PAN y otros, el proyecto de nación y los gobiernos progresistas de Morena avanzan, paso a paso. El segundo piso de la 4T sigue en pie y caminando. Se consolida la Transformación. Falta mucho por hacer, nadie dijo lo contrario.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
“Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará”.











