Capital
Ver día anteriorDomingo 28 de diciembre de 2025Ediciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Tu colonia

Se ubica en Tláhuac y antes se llamó 12 de diciembre

La pasión futbolera sobrevive en La Turba luego de 58 años

De los llanos donde el deporte es una forma de vida, surgió este asentamiento en los ejidos de Tezonco

 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de diciembre de 2025, p. 29

La colonia La Turba, “mejor conocida como 12 de Diciembre” para sus primeros pobladores, nació hace 58 años, en los ejidos de San Lorenzo Tezonco, entre llanos convertidos en campos de futbol, testigos de partidos épicos y punto de convivencia que extiende el vecindario a las contiguas La Nopalera, Del Mar y Los Olivos.

La Turba nutre además a las aficiones de clubes deportivos de banderines, gorras y playeras que muchos de sus habitantes confeccionan en talleres familiares y venden afuera de los estadios de la Ciudad de México y de otros estados.

Con una población de 3 mil habitantes, es una de las colonias más compactas de Tláhuac, en una superficie de 12 hectáreas, con 18 manzanas, una unidad habitacional, el centro deportivo El Perú, una casa de cultura, el prescolar Jesús Reyes Heroles, un salón de usos múltiples y una zona comercial e industrial, delimitadas al norte por la calle Cisne; al sur, Gitana; avenida La Turba al poniente y Adalberto Tejeda al oriente, donde colinda con el deportivo Año Internacional de la Juventud, de la colonia Los Olivos.

José Luis Delgado Lira llegó a los 14 años con su familia a ocupar uno de los lotes fraccionados en el ejido por el que su padre, José Delgado Saavedra, dio un enganche y pagó en letras mensuales en la que hoy es la calle Lago Superior.

Tiene 34 años representando a la colonia en sucesivos cargos: de presidente e integrante de comités ciudadanos, hoy comisiones de participación comunitaria, rol honorífico que aprendió de su madre María Cristina Lira Ramírez, reconocida en la comunidad como una de las principales líderes al lograr con sus gestiones la escrituración e introducción paulatina de servicios.

El cambio de nombre entre charcos y polvo

Al regularizarse el asentamiento el gobierno decidió cambiar el nombre de 12 de Diciembre, que le dio la comunidad, porque ya había otra llamada así en Iztapalapa, por lo que le pusieron La Turba, como la vialidad contigua que se extiende a lo largo de casi cuatro kilómetros desde avenida Tláhuac, en Iztapalapa, a la altura del antiguo casco de la hacienda San Nicolás, hasta la avenida Guillermo Prieto, en La Conchita. Además, nombró las calles con lagos: Pátzcuaro, Chapala, San Cristóbal, Michigan, Alberto y Cuitzeo, cruzadas de un extremo a otro por Tepeyac. Cuenta que una vecina de la colonia Del Mar que iba a vender café a General Anaya, en Coyoacán, donde su familia arrendaba una vivienda, dijo a su papá que estaban vendiendo terrenos por La Nopalera, a la altura del kilómetro 19 de la calzada México-Tulyehualco, hoy avenida Tláhuac.

Foto
▲ Nacida entre llanos que poco a poco se convirtieron en campos de futbol, La Turba alberga a tres mil habitantes en 12 hectáreas, en la zona de panteones de San Lorenzo Tezonco, donde se fundaron equipos de ese deporte del que viven muchas familias.Foto Jair Cabrera Torres

Con 14 años, dice que le costó trabajo asentarse: “eran puros llanos, cuando llovía una de charcos y cuando hacía viento tolvaneras, puro polvo”. Para abastecerse de agua tenían que ir a La Nopalera y acarrearla con aguantadores, hasta que por 1972 pusieron varias tomas, una de ellas a 120 metros de su domicilio, en la esquina de Lago Superior y Gitana, y comenzaron a ocupar mangueras que conectaban por turnos.

Ahora recuerda aquellos tiempos como “una época muy bonita”, pues si bien añoraba las cascaritas de fútbol en la calle con la palomilla, en General Anaya encontró en los campos de futbol su nuevo espacio de convivencia, de allí surgieron equipos como el Perú, que dio nombre al deportivo; Bagú, 12 de Diciembre y Estrella, que se consolidó como el representativo local y sigue a la fecha, de los que se desprendieron muchos otros, como el 12 Club, 12 Hermanos, al igual que personajes como Noé Pérez Torres, El Ñero, que desde hace 37 años dirige uno de los equipos infantiles.

Como presidente de la colonia le tocó dar una lucha épica con la comunidad para defender los campos de futbol, cuando a principios de los 90 una empresa bardeó el terreno y recuerda que una noche, en tanto esperaban respuesta a las gestiones, se enteró por el noticiero de Jacobo Zabludovsky que el banquero Manuel Espinosa Yglesias había donado al entonces Departamento del Distrito Federal un predio en Tláhuac para servicios y equipamiento de la comunidad.

Marisela Garibay, con 56 años, todos vividos en La Turba, pertenece a la segunda familia que llegó a la colonia por 1967, procedente de Portales, en Benito Juárez, y no encuentra nada envidiable la infancia de las generaciones de hoy con la que ella tuvo en los inicios del vecindario, cuando la lluvia formaba grandes charcos que eran para ella una alberca, “nos metíamos a cazar renacuajos”; recuerda que también había lagartijas y escorpiones.

Su papá, Alejandro Goribar Olascoa, era fotógrafo en el parque de Los Venados y fue el primer representante de la colonia, seguido por Ángel Hernández García y Cristina Lira.

Entre sus recuerdos muestra una fotografía de ella a los dos años en los llanos de lo que más tarde sería el deportivo Año Internacional de la Juventud, y otra a los cinco años, junto con su hermana Beatriz, de siete, en un cercado de piedra donde su papá construyó la casa.

En El Perú uno de los murales resume lo que para muchos ha sido La Turba: “¿Mi vida? El futbol, ¿Mi corazón? Un balón, ¿Mi casa? Una cancha, ¿Mi objetivo? ¡Gritar gol!”