Cultura
Ver día anteriorSábado 27 de diciembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Disquero
Horses, de Patti Smith, 50 años
Foto
▲ Portada de Horses, álbum de Patti Smith que cumple medio siglo.
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de diciembre de 2025, p. a12

El año 2025 fue de conmemoraciones: los 50 años del Köln Concert, el medio siglo de Wish You Were Here y otro medio siglo trascendental: los 50 años del álbum Horses, de Patti Smith.

De los dos primeros, el de Keith Jarrett y el de Pink Floyd, nos ocupamos ya en estas semanas.

Para celebrar el tostón (así le decían en mi pueblo a las monedas de 50 centavos) de Horses, amerita ubicar el momento en que nació ese y todos los discos y los libros de Patti Smith:

La pequeña Patricia Lee Smith camina de la mano de su madre. El paseo por el parque junto al río culminará en una revelación que pondrá en marcha la capacidad de asombro de la niña y definirá su trayectoria vital.

Los recuerdos, escribirá más de medio siglo más tarde, resultan borrosos, “semejantes a huellas dactilares en platos de cristal, de un viejo cobertizo para barcos, una glorieta circular, un puente de piedra con arcos”.

En la superficie del amplio lago, donde desemboca el río presenció “un milagro singular”: un largo cuello curvo se alzó de un vestido de plumas blancas.

“Cisne”.

Dijo su madre al percibir la emoción de la infante asombrada. “El ave golpeteó el agua resplandeciente con sus grandes alas y alzó el vuelo”.

La palabra cisne, que pronunció su madre, recuerda Patricia Lee, “apenas dio fe de su grandeza ni transmitió la emoción que me produjo. Su imagen me generó un deseo para el que no tenía palabras, un deseo de hablar del cisne, de decir algo acerca de su blancura, la naturaleza explosiva de su movimiento y la lentitud con que había batido las alas”.

El cisne entonces se fundió en el cielo mientras la niña se esforzaba en encontrar palabras que expresaran tal noción.

“Cisne, repetí no enteramente satisfecha, y sentí un cosquilleo, un anhelo curioso, imperceptible para los transeúntes, mi madre, los árboles o las nubes.”

Fue en ese momento cuando nació la poesía en el alma de esa niña.

Más de 60 años después de aquella revelación de infancia. Patti Smith, nombre artístico de Patricia Lee Smith, continúa buscando las palabras que satisfagan su deseo de decir, de narrar la blancura, la naturaleza explosiva del cisne y decir con mil palabras gritadas en borbotones a toda velocidad, la lentitud con la cual el ave bate sus alas”.

Esto escribió hace medio siglo para concluir su disco Horses:

When suddenly Johnny gets the feeling
he’s beig surrounded bay
Horses, horses, horses, horses
coming in all directions
white shining silver studs with their
norse in flames
he saw horses, horses, horses, horses,
horses, horses, horses, horses

En su álbum Dream of Life, de 1988, edificó este himno:

El pueblo tiene el poder
el poder de soñar
de mandar
de rescatar la tierra de las manos de
los tontos
porque está decretado que el pueblo
es el que manda

Patti Smith es una autoridad en mil materias. Para comenzar, es la autoridad en la humildad. Pocos tienen el sentido de humildad en esta persona tan sencilla como afable y amorosa. Su práctica del budismo la edifica.

El 10 de noviembre de 1975 hizo su debut con el álbum Horses. En la cara A: Gloria in Excelsis Deo / Gloria; enseguida: Redondo Beach; luego: Birdland, para concluir con Free Money.

El lado B: Kimberly, Land: Horses / Land of Thousand Dances y al final: Elegie.

Los versos iniciales:

Jesus died for somebody’s sins
but not mine

La acompaña desde entonces el legendario guitarrista Lenny Kaye, testigo del devenir de Patti Smith. Por ejemplo cuando atardece y ella cierra los ojos y se pone a meditar, en posición de flor de loto.

Cae la noche, caen los párpados del sol quemando el manto níveo de la bruma.

En su libro Éramos unos niños, Patti narra cómo nació la portada de Horses, una fotografía tomada por su pareja, Robert Mapplethorpe (1946-1989):

“Nunca cupo la menor duda de que Robert haría mi retrato para la portada de Horses, mi espada acústica envainada en una imagen suya. Yo no tenía ninguna idea preconcebida sobre cómo sería, sólo sabía que debía ser auténtica. Lo único que prometí a Robert fue que llevaría una camisa blanca sin ninguna mancha.

“Fui al Ejército de Salvación del Bowery y compré un montón de camisas blancas. Algunas me quedaban grandes, pero la que más me gustaba estaba muy bien planchada y tenía un monograma debajo del bolsillo. Con ella puesta, me recordaba una fotografía de Jean Genet sacada por Brassaï en la que llevaba una camisa blanca remangada con un monograma.

“Mi camisa tenía bordadas las letras RV. Imaginé que había pertenecido a Roger Vadim, el director de Barbarella. Le corté los puños para ponérmela debajo de mi chaqueta negra adornada con el broche de un caballo que me había regalado Allen Lanier.”

Robert quería hacer el retrato en el ático de la Quinta Avenida donde vivía Sam Wagstaff porque estaba bañado en luz natural. La ventana proyectaba una sombra que dibujaba un triángulo de luz y Robert quería utilizarlo para hacer el retrato.

En el momento crucial, las nubes iban y venían. “A su fotómetro le ocurrió algo y él se puso un poco nervioso –narra Patti. Hizo unas cuantas fotografías. Dejó el fotómetro. Pasó una nube y el triángulo desapareció”.

“–Sabes, me encanta la blancura de la camisa. ¿Puedes quitarte la chaqueta? –dijo.

“Me eché la chaqueta al hombro, como Frank Sinatra. Estaba llena de referencias. Él estaba lleno de luz y sombra.

“Hizo unas cuantas fotografías más.

“–La tengo.

“–¿Cómo sabes?

“–Lo sé.

“Ese día hizo 12 fotografías.

“Unos días después me enseñó la hoja de contactos.

“–Esta es la que tiene magia –dijo.

“Cuando ahora la miro, no me veo nunca a mí. Nos veo a los dos.”

Durante la grabación de Horses, en el estudio Electric Lady, donde alguna vez la tímida muchacha Patricia Lee Smith se encontró de frente con Jimi Hendrix, pulularon los espíritus, comenzando con el de Hendrix.

“En Birdland –narra Patti, nos embarcamos con el pequeño Peter Reich mientras esperaba a que su padre, Wilhelm Reich, bajara del cielo y se lo llevara.”

En Break It Up, “Tom Verlaine y yo escribimos sobre un sueño en el que Jim Morrison, atado como Prometeo, se liberaba de repente”.

El espíritu, los espíritus de Horses, siguen cabalgando.

En su libro Éramos unos niños, Patti Smith se despidió así de Robert Mapplethorpe:

“En Detroit me senté en el suelo con la idea de escribir un poema para su Portfolio. Él me había regalado un puñado de flores, un ramo de fotografías que clavé en la pared. Le escribí sobre el proceso de creación, la varilla de zahorí y la vocal olvidada. Volví a ser una ciudadana normal. Eso me llevó muy lejos del mundo que conocía, pero Robert estuvo siempre en mi conciencia; la estrella azul en la constelación de mi cosmología personal.”

Cada vez que escuchamos el álbum Horses, la fotografía de la portada cobra vida y esa muchacha tímida baila alegremente, sonríe y vemos caballos por doquier, horses, horses, horses, horses y sus versos se escancian a lo largo de todo el disco mientras la palabra cisne revolotea sobre el agua y ella, Patti Smith, encuentra las palabras adecuadas para expresar su asombro, la naturaleza y la grandeza de esa ave al emprender el vuelo y fundirse con el cielo.

Mientras cae la noche, caen los párpados del sol quemando el manto níveo de la bruma.

X: @PabloEspinosaB

disquerolajornada@gmail.com