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La muerte de Morelos
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l 22 de diciembre de 1815 fue fusilado, en Cuautitlán, José María Morelos y Pavón, el líder insurgente que tuvo más claro el proyecto de la nueva nación mexicana que debía fundarse: una nación más justa y equitativa, basada en la soberanía popular, con un gobierno al servicio de los más necesitados. Ese proyecto quedó plasmado en los Sentimientos de la nación y en las disposiciones que dictó en los lugares que estuvieron bajo el control de su ejército. Las mayores hazañas militares y el proyecto político más acabado del movimiento insurgente fueron obra de Morelos.

Este año se cumplen 210 años de su muerte, por lo que conviene recordar sus últimos días. Fue capturado el 5 de noviembre de 1815, cuando escoltaba al Congreso Americano a Puebla en Temalaca y conducido el 15 a la ciudad de México. El día 19, el virrey Calleja dio instrucciones para que se le condujera a la cárcel de la Inquisición después de la medianoche, en secreto, para que la gente no se enterara de su captura. Instruyó también al inquisidor Manuel Flores para que se le degradara en tres días de su condición sacerdotal. El acuerdo que se envío a la jurisdicción eclesiástica decía: “Aunque el rebelde Morelos cura que fue de Carácuaro y principal cabecilla de la rebelión de este reino hecho prisionero en la acción del día 5 no necesita por sus notorios crímenes y atrocidades constantes, más que la notoriedad misma de sus delitos y el hecho de haber sido cogido con las armas en la mano para sufrir por la jurisdicción militar la pena capital, sin embargo en consideración a su carácter sacerdotal… he determinado ponerlo a disposición de la jurisdicción unida…”

Como se había ordenado, Morelos fue recluido en la Inquisición a la una y media de la madrugada del 21 de noviembre. El arzobispo Pedro de Fonte contestó al virrey que, aunque fuera para él doloroso y repugnante aplicar las mayores penas al rebelde Morelos, no rehusaría imponerlas. El inquisidor escribió al virrey que el juicio sería el medio más eficaz para “extinguir el monstruo de la rebelión, y conseguir el imponderable bien de la pacificación del reino.”

El juicio eclesiástico duró 25 horas. Comenzó a las 11 de la mañana del 22 y terminó a las 12 del 23 de noviembre. El 24, el virrey recomendó al arzobispo que se vigilara a Morelos para que no se quitara la vida tomando algún veneno. Quería que Morelos fuera interrogado y diera información acerca de sus razones, contactos y gente involucrada en el movimiento, como los Guadalupes; que sirviera a las autoridades virreinales para terminar con el grupo rebelde más importante. El 26, el Tribunal del Santo Oficio anunció que haría el Auto de Fe público y la degradación sacerdotal de Morelos ante 100 personas escogidas, pidiendo al virrey designara a sus familiares que asistirían. Una vez hecho el Auto de Fe y la degradación, Morelos fue conducido al calabozo del parque de artillería. El 28 de noviembre comenzó el juicio civil al Siervo de la Nación en la fortaleza de la Ciudadela.

Calleja designó fiscal a Manuel de la Concha y le envío un detallado interrogatorio de 21 preguntas. La primera pregunta fue acerca de su incorporación a la causa insurgente. Morelos respondió que a principios de octubre de 1810 tuvo noticias de la revolución que había iniciado Miguel Hidalgo en el pueblo de Dolores y al saber que se desplazaba hacia Valladolid decidió entrevistarse con él. Se reunieron en Charo y lo acompañó hasta Indaparapeo. Hidalgo le explicó que la revolución que encabezaba buscaba la independencia de todos los americanos. Le comisionó para que levantara tropas en el Sur, que entrara a los poblados, tomara el gobierno y las armas que hubiera, entregara el gobierno a la autoridad respectiva si no era español europeo y si lo era, le embargara sus bienes, al igual que a todos los europeos que capturara, los que debía remitir a la intendencia. Le encargó también que tomara el puerto de Acapulco.

Para el movimiento insurgente, el enemigo era el gobierno colonial y el régimen colonial. Éste encarnaba en los españoles peninsulares. En las instrucciones que le dio Hidalgo estaba esta: “Igualmente le previno Hidalgo que los europeos habían de ser confinados dando lugar a los casados para que se reuniesen con sus familias, para que cada uno marchase a su tierra o a una isla que se destinaría.”

A la segunda pregunta, acerca de si estaba convencido de la justicia y legitimidad de la causa insurgente, Morelos respondió que la causa de Hidalgo era justa. En la tercera respondió que inició su movimiento con 25 hombres de su curato, en Carácuaro, con “algunas escopetas y lanzas que mandó hacer”. Se le unió el capitán de caballería Marco Martínez, con 50 hombres armados con pistolas y espadas.

En Petatlán se le unieron 103 hombres; tomó de ahí 50 fusiles y 50 lanzas. Contó que a su paso se le iban uniendo más hombres de las rancherías. En Teipan reclutó 200. Su contingente sumaba ya 660 hombres, con los que emprendió su marcha hacia Acapulco. Al comandante de Teipan sus hombres lo abandonaron y muchos se sumaron a Morelos. Al llegar a Coyuca y el Aguacatillo tenía ya 3 mil hombres. Iba conformando un ejército popular, con gente de las rancherías y comunidades que se sumaban porque querían una sociedad más justa, porque querían acabar con la esclavitud, con el tributo y con una sociedad dividida en castas.