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Suspende la UAM las evaluaciones de becas para académicos
E

l Colegio Académico acordó antier que “durante 2026 no se evaluarán las solicitudes de Beca de Apoyo a la Permanencia (BAP)” ni las de trayectoria y estímulo (segunda parte, sesión 573, desde minutos 10 y 12). Aunque se extenderá la vigencia de los pagos correspondientes, las solicitudes se reanudarán en 2027. Se busca aliviar así y por un tiempo a las dictaminadoras, pues hay alguna que tiene hasta 80 plazas pendientes de resolver, y cada plaza tiene hasta 50 aspirantes y expedientes respectivos y alguna 100.

Aunque no se dijo, éste es un reflejo de la grave situación de creciente desempleo ilustrado que hay en nuestro país. Nuestras universidades trabajan en el horizonte de un modelo de economía dependiente y elitista que no ofrece empleo a suficientes jóvenes, ni con maestría, doctorado y posdoctorado. Gobierno y universidades impulsan una política de formación y ciencia orientada a la gran y moderna industria y servicios, y avalan el desdén por las problemáticas más generales y profundas de las grandes mayorías del país, que necesitan no sólo becas del bienestar sino conocimientos y trabajo.

La suspensión de las evaluaciones es una decisión limitada, pero correcta: porque hace posible evitar el desperdicio que significa gastar energía y recursos (y el tiempo de los más altos académicos) en evaluar una y otra vez a los mismos mil académicos y no trabajar en algo socialmente más productivo. Decía un funcionario que ya se había aumentado en tres más el número de evaluadores, y eso no funcionó; que se incrementó luego en otros seis, y tampoco. Ahora se les quita la mitad del trabajo, pero en un solo un año difícilmente se resolverá el retraso.

Evaluar un expediente seguirá tardando medio año o más. Es un sistema colapsado, que requiere de un diagnóstico y soluciones, pero que ni siquiera se pueden mencionar sin generar inmediato rechazo en un Colegio donde (pre) dominan funcionarios y silenciosos académicos, y todas las votaciones son secretas, y además hay una densidad reglamentaria, que ahora crece con cada sesión de Colegio, que frustra cualquier intento por abrir una discusión sobre un modelo que sin eliminar los recursos que deben seguirse destinando al personal académico gaste un mínimo de energía y sea mucho más igualitario. Porque la UAM funciona con un pesado muro interno que divide, por un lado, a los funcionarios y académicos titulares con ingresos mayores a 100 mil pesos mensuales, y por otro, a académicos asociados, asistentes, ayudantes y temporales (y, además, los y las estudiantes). Y como ocurre en las situaciones de agudos contrastes económicos y de intereses, la reglamentación y la autoridad son los elementos que mantienen el control. Los representantes estudiantiles en esta sesión de Colegio inútilmente trataron de comunicar que no debía hacerse énfasis sólo en cómo hacer eficaces los mecanismos de evaluación y los beneficios para los académicos dictaminadores (bono de 3 mil 300 puntos si asisten a las reuniones de evaluación).

Las estudiantes denunciaron las clases con más de 80 alumnos, y alguna colegiada expuso que contribuye al rezago de evaluaciones la práctica de algunos jefes de departamento de impugnar una y otra vez los resultados de concursos si no gana su favorito. Pero la respuesta de los funcionarios fue la usual,“todo es por su bien”, “para que tengan buenos profesores”. Y, además, se advirtió por parte del rector general que se van a revisar los criterios para la asignación de carga docente (lo que va a implicar cambios en los montos de la beca).

Es el mismo autoritarismo conveniente y bien alimentado que se refleja en las mesas de negociación con el Situam y que tiende a ocupar gran parte de su esfuerzo en el orden interno y no en el quehacer respecto al país y sus gentes. Un autoritarismo que se refleja no sólo en decisiones generales, sino en las más cotidianas e inmediatas que traen consigo un deterioro académico. Como el costo que significa que, con tal de despedir al encargado de publicaciones que publicaba 20 libros por año, ahora no tengamos uno solo en medio año. O como la decisión del director Leonel Pérez E, también de la División de Sociales, de integrar a la burocracia al coordinador del Tronco Interdivisional. En varias reuniones, las y los profesores nos pronunciamos por defender su permanencia en el cargo porque logró impulsar una dinámica de trabajo y mejoría evidente del programa.

Con independencia de si él mismo solicitó el nuevo puesto, consideramos que si bien habrán de mejorar la entrega de constancias de docencia y el trabajo en las comisiones, lo más importante, nuestro trabajo con estudiantes, perderá. Por eso me permito insistirle al director Pérez E. que con la rectoría reinstale al encargado MA Hinojosa de Publicaciones, y haga todo lo posible por mantener a Roberto Escorcia en el puesto de Coordinador del TID. Será fructífero y reconocido.

* UAM-X