l pasado 4 de diciembre, la administración del presidente Donald Trump presentó la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés), que es un documento presentado al Congreso en el cual se delinean los objetivos de seguridad nacional, las amenazas percibidas y las prioridades estratégicas del país.
Más allá de un ejercicio burocrático, la NSS tiene un impacto profundo en la política exterior estadunidense y, por extensión, en sus vecinos y aliados. Influye en presupuestos militares, alianzas internacionales y decisiones que pueden alterar el equilibrio regional, especialmente en América Latina, donde México ha sido históricamente vulnerable a las adecuaciones y cambios en la política de seguridad nacional estadunidense.
La NSS de este 2025 representa una ruptura radical con las estrategias previas y expone con crudeza la agenda America First, a la cual no hemos sido ajenos, ya que ha sido el objetivo primordial del presidente Trump desde el inicio de su campaña. El documento muestra cómo, tras años de relativo desinterés por América Latina, ya que la atención se centró en Medio Oriente, Asia y Europa, se ha recolocado la visión en el Hemisferio Occidental como prioridad absoluta.
Revive explícitamente un “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe, afirmando que Estados Unidos hará cumplir su dominio regional excluyendo “competidores no hemisféricos” como China y Rusia. Este enfoque, que prioriza la estabilidad para frenar la migración masiva, el narcotráfico y la influencia extranjera, revela una visión excluyente y potencialmente intervencionista.
El documento identifica al Hemisferio Occidental como eje estratégico, exigiendo gobiernos estables que cooperen en el control de flujos migratorios y en la lucha contra organizaciones criminales trasnacionales y terroristas; en particular, enfatiza el combate al fentanilo, vinculando su producción a redes chinas que suministran precursores a cárteles mexicanos.
La narrativa de la Estrategia de Seguridad Nacional no es nueva, pero adquiere un tono alarmista al implicar posibles acciones militares contra cárteles en todo el hemisferio, incluso alertando sobre potenciales incursiones en territorio mexicano. Para nuestro país, esto implica una presión con la que se ha lidiado desde el arribo del presidente Trump a la Casa Blanca; en el documento queda patente que México tiene que convertirse en un “aliado obligado” en un problema compartido, porque se encuentra bajo amenaza de acciones unilaterales si los esfuerzos no se alinean con las demandas estadunidenses.
El análisis del Brookings Institution, en su artículo “Breaking down Trump’s 2025 National Security Strategy”, califica esta aproximación como “neo-imperialista”. Destaca que el “Corolario Trump” justifica golpes militares contra cárteles más allá de las ya designaciones terroristas, violando principios de soberanía.
Esta visión se ha materializado recientemente en acciones simbólicas y concretas, y es que el pasado 15 de diciembre de 2025, Trump firmó una orden ejecutiva declarando el fentanilo como “arma de destrucción masiva”. Esta clasificación, que equipara la crisis opioide con amenazas químicas, permite herramientas legales para sanciones, operaciones encubiertas y posibles intervenciones.
Para México, las consecuencias podrían ser potencialmente graves: intensifica la presión sobre los cárteles, pero también “estigmatiza” al país como fuente de un “arma” que mata a cientos de miles de estadunidenses anualmente. Hacia China, abre la puerta a aranceles punitivos y restricciones comerciales, escalando tensiones bilaterales. Esta orden ejecutiva podría ser usada para justificar un aumento en la agresividad en la guerra contra las drogas.
Aún más provocador es el resurgimiento de una condecoración militar evocando episodios dolorosos de la historia compartida. Trump ha establecido la Mexican Border Defense Medal, otorgada recientemente a tropas por defender la frontera de narcotraficantes e inmigrantes. Esta medalla remite directamente a la Mexican Service Medal de 1916-1917, creada para reconocer a militares estadunidenses en el combate a las fuerzas de Pancho Villa. El dicho popular afirma que en política la forma es fondo, por lo que vale la pena cuestionarnos: ¿Al revivir este simbolismo, la administración busca equiparar la lucha actual contra cárteles y migración con una incursión histórica en territorio mexicano? Lo anterior sin duda proyectaría a México como una amenaza constante.
La situación se ha tornado compleja y el tema es por demás amplio, porque tampoco se puede perder de vista que aunque nos cueste admitirlo, la influencia del presidente Trump ha crecido significativamente, y se ha observado en países como Chile, Argentina, Honduras y, por supuesto, Venezuela y Colombia, y la democracia ha comenzado a dar un giro importante volviendo a los gobiernos de derecha, lo que indudablemente le permitirá mucha más injerencia y le quitará aliados a México.
La Estrategia Nacional de Seguridad 2025 no es sólo un documento guía; es una declaración de hegemonía renovada que amenaza la soberanía de México y de múltiples países con el pretexto de seguridad compartida e impone una agenda unilateral que ignora raíces estructurales de migración y narcotráfico.
Lo mencioné desde enero de este año: Trump no está amenazando; se encuentra convencido desde su campaña y hasta este momento de su estrategia, y la ha defendido aun pese a lo complejo de su situación económica actual; no cederá.
* Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política











