Habitantes de comunidades pueden estudiar medicina integral sin necesidad de viajar a las grandes ciudades
Entre los árboles de Paracho y las rocas volcánicas de Nuevo San Juan Parangaricutiro, estudiantes, docentes y autoridades comparten sus experiencias
Lunes 15 de diciembre de 2025, p. 8
Paracho, Mich., Enclavada en los altos de la meseta purépecha, rodeada de árboles de encino, oyameles y pinos, la comunidad de Nurío, en el municipio de Paracho, Michoacán, hizo realidad un sueño: tener una sede de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), donde 270 jóvenes de 51 comunidades cercanas cursan actualmente la licenciatura en medicina integral y salud comunitaria.
Hogar de la iglesia de Santiago Apóstol, conocida como la Catedral del Arte Novohispano Purépecha, en restauración tras un devastador incendio, esta comunidad indígena, regida por usos y costumbres, luchó desde 2022 por contar con un espacio para que sus hijos pudieran continuar sus estudios.
Doña Josefina, cuyo hijo estudia en la sede de la UBBJ, por lo que fue integrante de la primera comisión de administración de dicha sede, narra la emoción y la alegría que sintieron sus poco más de 3 mil habitantes al saber que a partir de enero de 2023 se impartirían las primeras clases.
Los inicios fueron difíciles, recuerda el doctor Enrique Baltasar Valdés, uno de los docentes fundadores del plantel. “Se luchó mucho para hacer realidad esta escuela, pero todo el mérito se lo lleva la comunidad, que no perdió la esperanza de que se escuchara su demanda”.
Las clases comenzaron en la secundaria técnica 69, donde por las tardes se les permitía el uso de algunos salones, para atender a casi un centenar de jóvenes.
El proceso de construcción de la sede se llevó más de un año: hasta el 28 de noviembre de 2024 se inauguró. Construida con un sobrio diseño arquitectónico adaptado al clima de la región, cuenta con aulas, módulos sanitarios, laboratorio y auditorio, además de áreas verdes.
En sus salones, decenas de jóvenes expresan su determinación por llegar a ser médicos en sus comunidades. Frank Márquez, alumno de tercer semestre y hablante de la lengua purépecha, originario de Nurío, considera que la UBBJ es una buena oportunidad.
“Me gustó porque en las comunidades rurales la gente normalmente no tiene mucho acceso a la educación; deben trabajar desde jóvenes y ya cuando llegan a una edad adulta, tienen dolencias, pero no pueden ni siquiera entender el porqué les duele, el porqué se sienten mal, y entonces nada más la gente se muere, sin saber la causa.
“En mi familia, de 14 hermanos de mi abuela, sólo dos llegaron a viejos. En estas comunidades, la mentalidad muchas veces es que ‘así es la vida’, y no, no es así. Se puede tener mejor calidad de vida, vivir más y mejor. Por eso decidí estudiar para ser médico, porque quiero cuidar y educar a mi comunidad.”
Alondra, otra joven que se traslada desde el cercano Paracho, logró ya una de sus metas: estudiar para ser médica. Explica que intentó en varias ocasiones ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, “pero no lo logré, y entonces me enteré de la escuela de Nurío. Y hasta ahora no me ha decepcionado”.
Nueva sede, entre las cenizas del Paricutín
No muy lejos de su comunidad, en el municipio de Nuevo San Juan Parangaricutiro, otro sueño se concreta. Pronto se iniciará la construcción de una sede de la UBBJ, donde también se impartirá la licenciatura en medicina integral y salud comunitaria.
Su presidente municipal, Jesús Antonio Espinoza Rochín, narra la larga búsqueda de una opción educativa para los jóvenes de la localidad, y de muchas otras donde las familias “no cuentan con los recursos para el traslado de sus hijos a otros municipios como Uruapan, o en la capital del estado, Morelia”.
Con “determinación, buscamos esta oportunidad, y con el acompañamiento de la comunidad se logró”, señala tras destacar que se autorizó la donación de un predio del municipio, en una zona conocida como El Ángel, donde es visible la formación de rocas volcánicas por el magma producto de la actividad del volcán Paricutín, que obligó a la población de San Juan a buscar una nueva ubicación.
La sede, señalan padres de familia que integran la comisión de administración, “será un orgullo para la comunidad. Y de verdad que nos sentimos muy honrados de que se haya elegido nuestro pueblo como sede, y es también un compromiso que los recursos que se destinen para su construcción caminen bien firmes hacia las metas que se tienen, sin ningún desvío, porque cómo podemos pensar siquiera en quitar un peso de la escuela de nuestros hijos”.
Raquel Sosa Elízaga, directora general del organismo coordinador de las UBBJ, destaca que la licenciatura en medicina integral y salud comunitaria, cuyos planes de estudio fueron recientemente renovados, se enfocará en conocer los padecimientos de las personas, “pero no desde una visión de un médico de especialidad, sino del contexto en el que viven, los problemas que se repiten y multiplican en sus comunidades, y los recursos de salud de que disponen”.
Es un plan de estudios, afirma, “muy empático” con el programa Salud Casa por Casa, que impulsa el gobierno federal, y probablemente los más de 40 mil alumnos matriculados en las licenciaturas de medicina y enfermería con las que cuentan actualmente las UBBJ, serán contratados, al egresar, por instituciones como el IMSS-Bienestar y las secretarías de Salud estatales y federal.
Otro eje de la formación que se imparte en las universidades, señala, es introducir en la enseñanza de los estudiantes la concepción del Estado de bienestar. “No se trata de dar clases teóricas ni analizar a un Estado rentista o de inversionistas en beneficio de intereses privados, sino a uno al servicio de las necesidades de quienes han estado olvidados”.
En las sedes donde se imparten carreras de la salud, afirma, “hay una perspectiva muy equilibrada entre un conocimiento teórico a profundidad de los elementos básicos de la salud, como las funciones del cuerpo humano, su fisiología y anatomía, pero sin olvidar el entorno, que es muy importante”. Y sobre todo, “un enfoque de trato digno en la atención de las personas".
Por eso, explica, los alumnos del campo de la salud, desde sus primeros meses en las aulas, hacen una valoración epidemiológica de la comunidad, a fin de determinar cuáles son las enfermedades más recurrentes en su localidad y región, y saber con qué recursos de salud se cuenta.
La formación de médicos y enfermeras en la UBBJ, detalla, no sólo es sólida en su contenido científico, ético y social, sino que también incluirá tareas de autocuidado como la habilidad para cocinar, porque “si están en una situación de emergencia, ellos son responsables del hospital comunitario e, incluso, de su cocina”.
Además, se busca fomentar que ellos mismos o sus madres puedan ayudarles a elaborar sus batas y uniformes, a fin de que sus familias “no sean presas de pillos que buscan cobrarles hasta 7 mil u 11 mil pesos por sus uniformes”, por lo que la universidad ofrecerá materiales gratuitos y máquinas de coser para confeccionarlos.












