La derecha que no existe // Sin embargo, se mueve // 2026, año de decisiones // Morena, sin brújula
n algunas líneas de la izquierda se dice, con un dejo de fastidio, que la derecha está “moralmente derrotada” y por ello no resulta ser hoy una amenaza electoral.
Ningún discurso más peligroso. Hay que entender que la derecha no es nada más una bandera, un partido político, una marea mareada o un grupo de nostálgicos del poder y contrarios a la 4T. También es el uso del dinero, los millones y millones de pesos o dólares que está dispuesta a gastar para quitar del poder a quien no le gusta, por más bien que le vaya al capital.
Son esos grupos que no se ven, que se dejan convencer o que precipitan situaciones; son los que financian los espacios tóxicos en las redes o ciertos medios en los que las ideas como los programas sociales o el auxilio a los más necesitados pertenecen a un conjunto de medidas que no merecen los grupos auxiliados, porque son recursos que deberían ponerse, de alguna manera, en la cartera de ellos.
Hoy más que nunca, sobre todo cuando se habla de “dictaduras” de izquierda, quienes califican se olvidan de Bukele, de Milei y hasta del mismo Trump; tergiversan realidades y juzgan a Cuba o a Venezuela, pero perdonan a sus opresores.
Total, no se vale equivocarnos, caer en la trampa y dar valor a la mentira. Por eso, se debe tener en cuenta a uno de los grupos que no necesariamente están en contra de las medidas que puedan lograr mayor justicia social, pero que añoran el poder como medio de sujeción. Nos referimos a la Iglesia como organismo político y no como símbolo de la fe de muchos.
En fin, el mapa de la derecha que dicen no existe es amplio, habría que recordar a aquellos que se autodenominaban “Frena”, o grupos como “Mexicanos contra la corrupción”, o el Frente Nacional por la Familia o algunos otros que sin mucha publicidad actúan desde planos políticos que nada tienen que ver con los partidos, pero actúan diariamente en contra de quienes votaron por el proyecto de la 4T, es decir, la gran mayoría de ciudadanos en el país.
El próximo año podremos identificar, con cierto grado de certeza, a los grupos de derecha que se dicen que no existen pero que están actuantes, que financian campañas, que respaldan económicamente las manifestaciones rosas o negras, siempre que causen algún tipo de daño al gobierno actual.
En lo que sí estamos de acuerdo con los críticos internos es que lo que no existe en el ámbito político es un verdadero partido de izquierda, porque Morena ni es partido ni es de izquierda. Se trata de un movimiento cuyo fin es ganar elecciones sin trazar un rumbo político definido, donde lo mismo puede militar Javier Corral o el gobernador Alfonso Durazo que algunos luchadores de siempre a quienes no ha mareado el poder.
Por eso, el año que entra también será tiempo de arrancar máscaras, de quitar caretas. Como siempre, las ambiciones nos dirán quién es quién y seguramente habrá muchas más sorpresas de las que imaginamos. Pero también serán momentos de reflexión, ya es hora.
De pasadita
Todo indica que sí, que los panistas pondrán en la boleta como candidato por sus colores a un miembro activo de su militancia y a nadie más, lo que dejaría sin aspiraciones a quienes han hecho alianzas con ellos.
Por eso hay alarma, por ejemplo entre los priístas que miraban con cierta esperanza que Alessandra Rojo de la Vega, que ha hecho de todo para que la consideren una Bukele con faldas, la representante más feroz de la reacción, no alcance a cumplir con lo que el panismo requiere, aunque, según nos dicen, ya prometió total impunidad a los azules transas. Ya veremos.












