Opinión
Ver día anteriorLunes 15 de diciembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El legado de The New Yorker y el retroceso ambiental de Trump
L

a prestigiosa revista The New Yorker cumple 100 años y los celebra con cuatro ediciones de aniversario, siete exposiciones en Nueva York, un ciclo sobre el cine que ha destacado en sus páginas y un espléndido documental que ahora exhibe Netflix. El aniversario está marcado por un Donald Trump que endurece sus críticas a los medios que se atreven a poner en duda sus iniciativas. Por sus comentarios racistas y misóginos. Y mentir con tanta frecuencia. Los directivos de la revista prometen seguir dejando huella con su rigor informativo y su cuidada edición de los textos que publican.

Las portadas del New Yorker convierten cada edición en una pequeña obra de arte. Destaca también por publicar obras maestras de la literatura, como A sangre fría (1965), de Truman Capote. O el debate que despertó James Baldwin cuando escribió sobre las relaciones entre blancos y negros en Estados Unidos. A ellos se suman Ernest Hemingway, JD Salinger y Susan Sontag, entre otros. Destaca también por sus espléndidos reportajes. Como el de John Hersey sobre las decenas de miles de muertes que causó la bomba atómica en Hiroshima. El juicio del criminal nazi Adolf Eichmann en Jerusalén, cubierto por la filósofa Hannah Arendt. O la investigación de Ronan Farrow sobre el productor de cine Harvey Weinstein, que propulsó el movimiento #MeToo.

Hay otro fundamental para la época en que vivimos: la serie de textos de Rachel Carson, publicados en 1962 bajo el nombre de “La primavera silenciosa”. En ellos, Carson describe el terrible efecto de los productos químicos en la naturaleza y en la población, comenzando con el DDT, utilizado por doquier sin tener en cuenta los daños que causaba.

Los textos de Carson recibieron una oleada de críticas de las grandes empresas que elaboran químicos. Hasta amenazaron con demandar a la revista. Pero el tema saltó al medio social, político y legislativo del vecino país y fue la base para establecer medidas en pro del medio ambiente y la aprobación de una ley para garantizar un aire limpio de contaminantes. Rachel Carson publicó después sus textos en un libro que se convirtió en best seller y es piedra angular en la lucha contra los agroquímicos. Recibió póstumamente la Medalla Presidencial de la Libertad en 1980.

Si menciono lo anterior es por lo que hoy sucede en Estados Unidos con un presidente que ha dejado sin efecto docenas de políticas relacionadas con el control de la contaminación, a la par que descalifica a los científicos que advierten sobre el daño que ello ocasiona a su país, en especial a la salud pública. Hoy se repite lo que durante el gobierno de Donald Reagan fue uno de los ejes de su política: no aumentar el gasto público en los asuntos ambientales y menor regulación en dicho rubro a las empresas porque ello era un obstáculo a la prosperidad económica. El daño fue muy severo en todos los campos.

En el caso del magnate, su plan es reducir todavía más de lo que redujo este año a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), con menos presupuesto y recorte de personal. Ya desmanteló la Oficina de Ciencia e Investigación, que era uno de los pilares de la EPA. Y le ha dado un giro político al designar en sus puestos directivos a personas no aptas. Como resultado, tan importante agencia perdió su independencia y la experiencia que logró acumular por décadas sobre los temas que le son de su competencia.

Pese a las fallas que en el pasado pudo tener la EPA, era la institución más calificada para realizar la tarea de hacer cumplir normas ambientales básicas que eviten una mayor contaminación del aire, el agua y la tierra. En su segundo mandato, Trump da vía libre a los conglomerados industriales, y muy especialmente a los dedicados a la extracción de hidrocarburos y carbón. Redujo también los controles fijados especialmente en el gobierno de Barak Obama para evitar lo más posible la generación de gases de efecto invernadero y la basura tóxica. Hasta el parque vehicular puede contaminar ahora más que antes.

Trump prometió a sus millones de seguidores regresarle a ellos y a su país la grandeza que, dice, perdió por los gobiernos anteriores. Eso será imposible con una población cada vez con menos atención en el campo de la salud pública, y que estará más expuesta a los contaminantes. Y un medio ambiente víctima de los conglomerados industriales.

La única grandeza será para ellos y para la maquinaria bélica.