oncluyamos este año y esta serie de notas de economía política de los energéticos, con los elementos que más me han preocupado desde el cambio de gobierno. ¿Cuáles? Los propios de una transición energética coherente, solvente, segura, confiable y, ante todo, justa.
Impulsamos “la justicia energética”, aunque estimados técnicos sugieren justicia energética y ambiental, que es, sin duda, la envolvente imprescindible de una transición energética justa. La que –por favor– supone, al menos siete lineamientos esenciales. No menos.
1) cubrir dinámicamente –por el crecimiento de hogares– rezagos en el acceso al servicio público de electricidad, pero también en su calidad, seguridad y confiabilidad y costo; 2) impulsar eficiencia creciente y al máximo en todos los procesos implicados y, con ello, precisamente, disminuir costos y bajar precios; 3) abatir riesgos vinculados a estos procesos, no sólo de vidas humanas, daños a familias y localidades, sino también a su patrimonio; 4) recuperar, impulsar y garantizar limpieza en los acuerdos con propietarios de recursos naturales, ejidatarios, comuneros, pequeños propietarios, colectivistas, pues son recursos originalmente propiedad de la nación (¡El 27 constitucional dixit!) que nos obliga a garantizar energías limpias, sin acuerdos sucios; 5) con base en eficiencia y costos decrecientes, disminuir tarifas, y racionalizar y concentrar subsidios en usuarios específicos que lo requieren, subsidios que hoy ya casi alcanzan 90 mil millones de pesos anuales; 6) impulsar una penetración adecuada de fuentes limpias y renovables, con abatimiento de emisiones, pero con justa asignación de costos, incluidos los de respaldo a fuentes intermitentes y volátiles, hoy en parte cargados a la empresa del Estado en un subsidio implícito muy importante; 7) alentar y respaldar una mayor, pero eficiente y justa participación de productores nacionales en los ámbitos manufacturero eléctrico, sin renunciar a costos descendentes, tecnologías eficientes y empleos justos; 8) atender a usuarios vulnerables –de inmediato y con urgencia– para que no sufran deterioro o muerte por falta de energía, en sus diversos padecimientos, que enumero de manera preliminar merced a la consulta de algunas fuentes especializadas Organización Mundial de la Salud (Medical devices / Oxygen), Unicef (Technical specifications and guidance for oxygen therapy devices), Reguladores Sanitarios de Canadá, Estados Unidos y México, Food and Drug Administration (Respiratory Devices), American Lung Association, (Using Oxygen Safety); Lawrence Berkeley National Laboratory ( Energy Use of Residential Safety, Security, and Health Devices; Oxygen Electricity Planning Guide), entre otras.
Estas fuentes nos proponen una organización de requerimientos eléctrico continuo o en momentos específicos esenciales. 1) Enfermedades pulmonares (Epoc, fibrosis, asma grave, covid largo, apnea) y sus aparatos esenciales como concentrador de oxígeno, ventilador mecánico domiciliario (invasivo o no invasivo), CPAP / BiPAP (apnea del sueño, insuficiencia respiratoria), nebulizador eléctrico; 2) Enfermedades cardiacas (insuficiencia cardiaca, arritmias, cardiopatías, monitor de signos vitales, aspectos de frecuencia, presión y saturación), bomba de infusión (medicamentos, inotrópicos), desfibrilador externo automático, marcapasos, monitoreo remoto; 3) Enfermedades renales y hepáticas (fallo renal, cirrosis avanzada con equipo de diálisis peritoneal automatizada, máquina de hemodiálisis domiciliaria, bombas de nutrición parenteral; 4) Enfermedades neurológicas y otras crónicas; equipos para evitar crisis, dolor o deterioro severo, aspirador de secreciones, camas hospitalarias eléctricas, bombas de alimentación enteral. Además, equipos de monitoreo continuo (EEG, alarmas); 5) Equipos de soporte térmico y conservación sustantivos y de refrigeración de medicamentos, incluyendo insulina y productos biológicos; Además, aire acondicionado, ventiladores, iluminación médica y de seguridad Entre uno y cinco kilowatts de potencia instalada con temporalidad diversa. En algunos continuos y en otros intermitentes.
Se trata, como podremos comprender, de una línea prioritaria de la envolvente general de justicia energética y ambiental. Al menos estos siete lineamientos son obligados hoy.
¡De veras!
NB Con profundo respeto yagradecimiento a los doctores Luis Cabrera Miranda y Olivia Sánchez. Y plena admiración al doctor. David Kershenobich.











