Opinión
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La antropología y la inteligencia artificial
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ace 15 días, en esta columna, publiqué el artículo titulado “Perogrullo y la inteligencia artificial” (IA), en donde comentaba y me preguntaba sobre su pertinencia en el campo de la investigación social y el futuro de la antropología. Y, como es obvio, quedaron asuntos pendientes, entre ellos saber qué informa (había puesto qué piensa) la IA sobre la antropología y el trabajo de campo.

La respuesta me llegó de parte de Enrique Martínez Curiel, colega y lector, que le preguntó al ChatGPT lo siguiente: ¿Puede la IA desplazar a la antropología social y al trabajo de campo? La respuesta fue clara y contundente: no, y no podrá hacerlo. No se puede sustituir la esencia del trabajo antropológico, porque la antropología no es sólo técnica: es una relación humana, ética, situada, encarnada y política.

Para empezar, la IA no tiene experiencias ni relaciones como las que establecemos los humanos, no tiene empatía, simpatía, afecto, confianza, solidaridad. Algo fundamental en el trabajo de campo, que es la esencia del trabajo antropológico, especialmente la de la escuela mexicana.

Nada puede sustituir a la experiencia personal de un recorrido de área, de una entrevista en profundidad, de una observación participante, de una lectura y relectura constante de las notas registradas en un diario de campo donde surgen nuevas interrogantes y nuevas preguntas.

La experiencia del trabajo de campo es única, enfrenta al investigador a una serie de retos que van más allá de dormir en el piso, soñar con una ducha o consumir y digerir potajes increíbles. Hay que establecer relaciones personales con el grupo de estudio y esto lleva a ciertos compromisos y asumir posiciones políticas.

Hay que preguntarse por el futuro de las carreras universitarias, incluidas las ciencias sociales. Uno se pregunta por el futuro de la sociología mexicana, tan teorizante y alejada del trabajo de campo. La IA responde a la pregunta sobre el futuro de la sociología y afirma que no es de remplazo, pero requiere de una “reconfiguración” profunda.

Otro colega me comentaba que la IA puede resumir toda la jurisprudencia sobre un tema específico y aportar soluciones, pero también puede equivocarse e inducir a un error. No puede considerarse como una verdad absoluta y es ahí donde la sospecha, la intuición y la experiencia entran en juego. En la carrera de derecho, la jurisprudencia se resuelve en segundos, ya no se requiere de búsquedas complicadas en las bibliotecas, más bien hay que saber discriminar lo relevante en un mundo de información. Quizá habría que volver a las clases de oratoria, debate y argumentación.

En la carrera por aprender y apropiarse de los recursos de la IA, los jóvenes tienen una gran ventaja. Dicho de otra manera, los estudiantes sobrepasan a los profesores. En otros tiempos, dando un curso sobre movimientos sociales, un alumno leyó el programa y la bibliografía y se fue a la biblioteca a buscar libros que no estaban en el programa y, en la primera clase, pretendía añadirlos, argumentando que eran fundamentales. Sus intenciones podían ser diversas, pero asumí, que se trataba de fastidiar, asunto que posteriormente se comprobó. Hoy día hay múltiples maneras de poner en jaque a un profesor. Y hay múltiples maneras de poner en jaque a los alumnos e instarlos a pensar, a discutir, pero esta manera y capacidad de enseñar ya no es tan fácil y rompe con el modelo tradicional de enseñanza.

El día de hoy, el profesor está desnudo ante sus alumnos, que han googleado su currículo y su historia de vida. Conocen sus virtudes, hacen comparaciones e intuyen sus limitaciones, entre ellas su conocimiento y expertise en la IA.

En efecto, la IA no sustituye a la antropología, ni el trabajo de campo, pero están disponibles recursos que se pueden utilizar, como resumir literatura masiva; organizar grandes volúmenes de notas de campo; transcribir entrevistas; construir mapas conceptuales, etcétera.

Todo esto facilita el trabajo, pero no te libera del síndrome de la página en blanco, si quieres hacer un trabajo personal y original para aportar algo nuevo y diferente.