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Chapulín Salas noquea a Ngxeke y es campeón mundial gallo de la FIB

El mexicano derrotó al sudafricano en una función en la alcaldía Gustavo A. Madero que tuvo ribetes míticos

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▲ El Chapulín Salas, oriundo de Tijuana, peleó con solvencia y aprovechó una andanada de golpes que concluyó con un cruzado para conseguir el título.Foto Germán Canseco
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de diciembre de 2025, p. a27

José Chapulín Salas, tijuanense y nuevo campeón mundial gallo del la Federación Internacional de Boxeo, venció por nocaut técnico al sudafricano Landie Ngxeke en una función en la explanada de la alcaldía Gustavo A. Madero. Una pelea que detuvieron en el séptimo asalto, decisión que reclamaron en la esquina delperdedor pues consideraron que el réferi se precipitó al detener la acción.

Coronarse como nuevo campeón en esta zona ubicada al norte de la Ciudad de México tiene ribetes míticos. Por estas calles de barrios tradicionales como Martín Carrera, Gabriel Hernández, Guadalupe Tepeyac, los habitantes desarrollaron orgullo de origen.

Es particularmente simbólico que junto a la explanada de esta alcaldía se alza una fachada con chimeneas de los baños Santa María de Guadalupe. Un giro comercial que casi ha desaparecido de la ciudad y apenas quedan vestigios de un pasado que en blanco y negro.

La época de oro del boxeo mexicano nació en gimnasios que pertenecían a esos establecimientos con servicios de duchas con agua caliente y sauna.

Ostentaban nombres femeninos que se convirtieron en leyenda y motivo de prestigio por pertenencia: los Lupita –de donde salieron Lupe Pintor y Finito López, comandados por el Cuyo Hernández–, los Margarita o los Gloria. Nombres que ya no dicen demasiado para los más jóvenes, pero cuya memoria se resiste al olvido.

Chapulín es un nuevo campeón mundial mexicano en una división que fue la reina del boxeo mexicano. El peso gallo fue la categoría “natural” de los peleadores de este país, 118 libras o máximo 53.52 kilos. En esta franja se pega mucho y rápido. Por eso los púgiles de esta tierra brillaron en este gramaje, porque aprendieron que aquí para ganar hay que sacrificar: se da, pero se recibe. Los pesos gallo hicieron del boxeo un oficio heroico, dramático y, ¿por qué no?, también una picaresca.

Artesanos de los trancazos

En la categoría había artesanos de los trancazos que caminaban como bailarines, pero eran capaces de correrse parrandas tan épicas como sus combates. Toluco López, un libador de pulque que fue un ídolo del pueblo, Púas Olivares, peleador prodigioso y humorista nato, Rafael Herrera, un caballero talentoso, Alfonso Zamora o Carlos Zárate le dieron lustre a esta división.

De hecho, uno de los grandes episodios por un campeonato mundial gallo lo protagonizaron dos de aquellos personajes. En el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos en 1972, Herrera noqueó en ocho asaltos al Púas. Un combate que fue pasión, suplicio y despedida de la categoría para el ídolo de la Bondojito, un barrio enclavado en esta demarcación. Pero este diciembre dio un nuevo campeón para México. Chapulín Salas peleó con solvencia, aunque el sudafricano que peleaba por el título con rabia pero con mayor lentitud, estaba atento para cazar al mexicano.

Y como buenos gallos, daban y recibían, pero el de Tijuana golpeaba más fuerte y encontró que en el cuerpo estaba la clave. No había que desesperar por tirar a la cabeza, sino pegar abajo, a los costados y al abdomen y Ngxeke mostró signos de dolor.

“¡Pégale abajo, que ya le dolió!”, y obediente Chapulín empezó a castigarlo ahí. La máxima del boxeo dice que hay que pegar abajo y la cabeza cae sola, el mexicano llevo a la esquina al sudafricano, le conectó un fuerte cruzado que lo lastimó y se lanzó con una andanada para liquidarlo. El réferi no quiso más castigo y detuvo la pelea. “¿Qué estás haciendo?”, le reclamaron en inglés desde la esquina del perdedor. Y lo que sucedió es que México tiene un nuevo gallo.