El corporativismo de la CROC, SNTE y petroleros se hizo presente
Domingo 7 de diciembre de 2025, p. 4
A paso lento, al ritmo que la muchedumbre que saturaba las calles se lo permitía, un grupo de adultos mayores avanzaba para intentar llegar al Zócalo, una vez más, con una manta que daba fe de su devoción obradorista: “la historia no es un accidente, es una decisión”.
Plasmadas en una fotografía, las figuras sonrientes de Andrés Manuel López Obrador levantando la mano a Claudia Sheinbaum complementaban el mensaje de esa pancarta que ya reflejaba el paso del tiempo. Una de las múltiples formas que se expresaron para recordar siete años del triunfo de Andrés Manuel López Obrador y la llegada de la Cuarta Transformación.
“¡Es de cuando Claudia ganó!”, resumió Adriana Hernández, profesora universitaria y obradorista de cepa, que reconoció, casi con pudor, como un pecado que nunca podrá redimir: “me creerá, sólo he faltado a una marcha… la del desafuero de Andrés Manuel”.
El ambiente la movió a un arrebato de nostalgia de aquellos tiempos en que eran oposición y luchaban contra el poder que los oprimía entonces. Ahora llegó desde Morelos para celebrar siete años de transformación.
Las calles del centro de la capital del país bullían de gente, muchos convencidos de que son momentos para apuntalar el movimiento después de varias semanas de turbulencias políticas que se resintieron en Palacio Nacional y motivaron a atizar el discurso de unidad y lanzar proclamas con dureza contra la oposición.
Una encendida respuesta ante el acecho de la ultraderecha de la que dio cuenta Sheinbaum en su intervención, denunciando una millonaria campaña mediática ante miles de simpatizantes. La concentración sirvió también para demostrar la reconciliación interna, en la lógica de que en política la forma es fondo.
Por ello, los liderazgos de la 4T, tan defenestrados entre buena parte de la base morenista, regresaron a los afectos presidenciales: Ricardo Monreal, líder de los diputados, y Adán Augusto López, cabeza de los senadores del movimiento. Ya no los apartaron tras las rejas que en anteriores concentraciones dividían los espacios en la plancha del Zócalo para ubicarlos con la masa. Esta vez regresaron a los espacios de privilegio en las movilizaciones morenistas.
En correspondencia, Sheinbaum se dio oportunidad para dejar mensajes implícitos de la superación de los malos entendidos. En medio de la algarabía de la masa en esta nueva concentración, llamaron la atención las expresiones de afecto para abrazar a Monreal y a Adán Augusto López.
Herencias del viejo régimen
Inevitablemente, desde el estrado donde pronunció su discurso, Sheinbaum pudo ver la gigantesca manta: “Presidenta, no estás sola”. Pero igualmente, era inevitable observar las otras dos grandes pancartas que colgaban de los edificios frente a Palacio Nacional, incómodas herencias del viejo régimen. Una gran manta que sólo decía “CROC” (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinas), reminiscencias del más rancio corporativismo priísta.
Igual que la enorme manta del sindicato petrolero: “el STPRM unido con el pueblo en apoyo a nuestra Presidenta por la transformación de nuestro país”. En paralelo, cientos de sindicalizados en las primeras filas del mitin, con su dirigente Ricardo Aldana encabezando su adhesión. Sí, el mismo protagonista de aquella oscura y desesperada trama del Pemexgate, cuando crujió la revolución institucionalizada.
Y junto con ellos, la masiva presencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, uniformados –como en aquellos tiempos neoliberales cuando festinaron la defenestrada reforma educativa–, ahora adhiriéndose con fervor a la causa cuatroteísta. Y su dirigente, Alfonso Cepeda, que sin recato afirmó que a los 45 mil maestros que trajeron los citaron a las 3 de la mañana.
Una presencia que contrastó con la reivindicación histórica de las luchas de la izquierda que hizo Sheinbaum en su discurso contra el neoliberalismo, contra los intereses oscuros que se han hecho presentes en los últimos tiempos.












