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Perspectivas para la economía mexicana: opiniones y hechos
H

ay opiniones que señalan que la economía mexicana podría estar en condiciones de crecer a un ritmo mayor al que viene mostrando desde hace varios años y que puede decirse que el panorama económico es positivo. Estas opiniones debieran valorarse a la luz de la razonabilidad de sus argumentos y, más importante aún, considerando la evolución de la información sobre los hechos. En cuanto a las opiniones, se dice que se está aclarando la incertidumbre por la renegociación del tratado de libre comercio. Es evidente que esto no es cierto. Las negociaciones no han empezado y las mesas de trabajo en Estados Unidos muestran que hay intereses claramente contradictorios.

El hecho claro es que el gobierno estadunidense puede inclinar la balanza hacia el fin del tratado o hacia su continuidad. No sabemos qué hará. Pero lo que sabemos es que buscarán cambiar el T-MEC para reforzar su posición para que las industrias regresen a EU, o si se tratase de inversiones nuevas que se establezcan allá. Hasta donde llegarán con esta política es incierto. Por ello, no hay razones para sostener que se ha aclarado la incertidumbre. Tampoco se sostiene la opinión de que el clima de negocios se ha modificado porque empresarios encuestados entienden mejor los cambios en la política comercial o se sienten más seguros respecto a las amenazas arancelarias de Trump.

Junto con estas opiniones, conviene considerar los hechos que se muestran en la información económica disponible. El dinamismo de la economía medido por la evolución del producto interno bruto (PIB), de acuerdo con la estimación del tercer trimestre indica datos negativos tanto a nivel trimestral como anual de -0.3 por ciento. A nivel sectorial, mientras las actividades primarias y terciarias crecen, 3 por ciento y 0.9, respectivamente, las actividades industriales se contraen 2.9 por ciento. La manufactura, fundamental en el dinamismo de la economía, en septiembre se contrajo 2 por ciento, reduciéndose también el empleo 2.6 por ciento, pero aumentando 3.9 por ciento las remuneraciones. El hecho es que hacia adelante, si reconocemos que las dificultades persistirán, es evidente que la industria no será motor.

Es importante que se haya ratificado la vigencia del paquete contra la inflación y que se informe que el costo de 24 productos no suba por encima de 900 pesos, pero conviene recordar que el Inegi publicó recientemente la estimación de las líneas de pobreza rural y urbana, medidas a través del costo de la canasta alimentaria y no alimentaria, señalando que la primera subió anualmente 2.9 por ciento y la segunda 4.3. Los aumentos de precios se están controlando, pero siguen afectando a la población más necesitada.

No se trata, por supuesto, de cuestionar la actuación gubernamental. Es innegable que el manejo económico hecho por la presidenta ha permitido sortear las dificultades y permitió evitar una situación recesiva. En estas condiciones es importante crecer. Pero hace falta que el dinamismo sea mayor para que podamos resolver, por ejemplo, la enorme carga de injusticia que se expresa en la informalidad.

La perspectiva que plantean los Criterios Generales de Política Económica para 2026 con un crecimiento esperado de 2.3 por ciento, inflación de 3 por ciento y una reducción del déficit fiscal llevándolo en 2031 a 3.1 por ciento del PIB, lo que supone que en 2026 sea de 3.7 por ciento del PIB muestran que el gobierno tiene una visión optimista, pero moderada. Lograr estas metas será difícil, precisamente porque el entorno internacional es incierto. Esta incertidumbre se puede apreciar otro tipo de opiniones, las de las empresas de análisis económico que Banco de México encuesta y publica mensualmente.

En la más reciente de octubre pasado, el promedio de las expectativas de crecimiento para 2026 de 42 empresas de análisis económico tanto nacionales como internacionales fue de 1.32 por ciento y para 2027 de 1.77. No es la opinión del Banco de México, sino el resultado de una encuesta. La estimación de esas empresas es menor a la de Hacienda. La diferencia se explica por la valoración del impacto de la evolución económica internacional y de las acciones del gobierno y de las empresas. La conclusión relevante es que 2026 será un año complicado.

Pero también es relevante la capacidad de respuesta de la presidencia. El gobierno seguirá teniendo que enfrentar un entorno incierto. El gobierno estadunidense aumentará la presión política y económica para lograr que la renegociación del T-MEC sea acorde a sus intereses, que no son los de México ni los de Canadá. La negociación será difícil. Si Trump se debilita políticamente en Estados Unidos, buscará fortalecerse con sus acciones internacionales. El gobierno mexicano tiene que actuar internamente para posicionarse mejor en esa negociación. Hay condiciones políticas para hacerlo.