Cultura
Ver día anteriorMiércoles 19 de noviembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Museo en París muestra y cuenta historias de momias
Foto
▲ El hombre Chachapoya, hallado en los Andes peruanos, forma parte de la exposición Momias, en el Museo del Hombre en París, Francia.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de noviembre de 2025, p. 5

París. Desde una momia egipcia hasta los restos de una niña del siglo XVII hallada en Francia, pasando por tres piezas de la región andina, una exposición en París exhibe estos testigos del pasado para dar a conocer sus historias.

Entre las piezas más llamativas figura el hombre Chachapoya, con las rodillas y los codos pegados al torso y la boca entreabierta en un grito, una imagen que recuerda al cuadro de Edvard Munch.

La exposición Momias, en el Museo del Hombre en París, permite adentrarse en este universo hasta el 25 de mayo de 2026.

“Nuestro deseo es desmontar un poco el cliché de la momia, claramente egipcia en la mente de la gente. Mostrar que hay otras más antiguas, que hay por todas partes, y que aún existen”, explica a Afp Pascal Sellier, director emérito de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica y uno de los comisarios de la exposición.

Además del hombre Chachapoya, una momia preinca hallada en los Andes peruanos, otras dos piezas de la región están en la muestra: una joven con pelo largo trenzado que habría vivido entre los siglos VIII y X en la actual Bolivia y los restos de un niño de unos 5 años en un fardo o paquete funerario típico de la cultura Chancay, presente en la región central de Perú hacia el siglo XIII.

Estudiar una momia es acercarse a un difunto y cuestionar nuestra relación con la muerte y la descomposición de los cuerpos.

“Hay un pequeño reto en abordar este debate sobre la exhibición de restos humanos”, reconoce Sellier.

“Sabemos que conservamos varios miles de restos humanos en nuestras instituciones. Devolverles su dignidad es también devolverles un poco su historia, su identidad, su trayectoria, en lugar de dejarlos ocultos en algún lugar”, apunta Éloïse Quétel, cocomisaria y responsable de las colecciones médicas y de anatomía patológica de la Universidad de la Sorbona.

Las momias son “cualquier cadáver humano o animal preservado de la descomposición, ya sea total o parcialmente, de forma accidental o deliberada”, aclaran.

Por medio de nueve piezas, la muestra presenta técnicas, ritos y creencias sobre esta temática.

Entre las obras destacan la niña de Estrasburgo, con su vestido de seda y encaje, el egipcio Petearmosnouphis y sus vendajes de lino y papiro, y la mujer guanche, de la cultura de los primeros habitantes de las islas Canarias, en España.

Los organizadores descartaron una presentación espectacular de las piezas y prefirieron una iluminación uniforme sin focos especiales.

La exposición está abierta a todos los públicos, a partir de los 8 años. En el recorrido se instaló una especie de velo en el camino de llegada del espectador antes de cada momia, lo que ofrece la posibilidad de no mirarla si no se desea.

Las piezas fueron restauradas y sometidas a una limpieza especial. Esto es especialmente impresionante en el caso de la momia de Myrithis, descubierta en la necrópolis de Antinoe, en Egipto. “Hemos podido recuperar el peinado original. Y los tejidos retomaron una posición mucho más natural y respetuosa con el cuerpo”, revela Quétel.

De los chinchorros a Lenin

Antaño, muchas momias se reducían a polvo o ungüento, al atribuirles propiedades farmacéuticas.

Se partía del principio de que al consumir “un cuerpo que va a vivir eternamente, nosotros mismos viviremos eternamente”, recuerda la investigadora.

Hasta finales del siglo XIX, el polvo de momia se utilizaba como pigmento en la pintura, fertilizante para los campos o combustible para los trenes de vapor.

Luego se convirtieron en objetos de curiosidad científica.

“Con el difunto momificado, se conservan muchos tejidos blandos, como la piel, el cabello y las uñas. Cada uno de estos elementos nos aporta información sobre los tipos de alimentación, las patologías o el color del cabello”, expone Quétel.

Estas piezas, como “capsulas del tiempo”, según la presentación de la muestra, son también archivos culturales sobre las prácticas funerarias y la moda en otras épocas “mediante la ropa, los peinados” y, a veces, los tatuajes, agrega Pascal Sellier.

La momificación, presente en todos los continentes, ha perdurado a lo largo de los siglos y aún se practica en algunas regiones del mundo, incluida Europa.

Los primeros vestigios aparecieron hace 9 mil años en Sudamérica, en la cultura chinchorro, entre Perú y Chile. Desde entonces, la mayoría de papas fueron momificados, además de conocidas personalidades como Lenin o Eva Perón.