r a Palestina en estos terribles meses de guerra cruenta es un acto de heroísmo. La voz del heroísmo siempre conmueve, y escucho a Diego Vázquez con una ansiedad que va creciendo. Me conmueve su terrible relato y se pregunta una y otra vez hasta dónde va a llegar la guerra, mientras lo escucho en uno de los sillones de la sala de mi casa en Chimalistac, donde no hay posibilidad de hacer nada o casi nada.
–Soy Diego Vázquez. Soy artista escénico, me dedico a la danza; soy coreógrafo. Recientemente, dirigí el Taller Coreográfico de la UNAM, que fundó la extraordinaria Gloria Contreras.
–¡Ah, qué bien! Pero yo lo que quiero saber de usted, y lo que me intriga sobremanera, estimado Diego, es por qué decidió ir en la flotilla a Palestina…
–La flotilla es una coalición de movimientos que buscan romper el cerco que mantiene en asedio a Gaza. Está conformada por el convoy Sumud Flotilla de Túnez, el Freedom Flotilla, el Movimiento Global a Gaza, que es al que yo pertenezco, y el convoy de Nusantara, que es el del sur asiático. Somos cuatro movimientos que se unen y damos origen a el Global Sumud o la Flotilla Global Sumud. Sumud quiere decir resiliencia en árabe. Nos organizamos en muy poquitito tiempo; en dos meses organizamos esta misión que debió haber tomado dos años de planeación, porque apremia, porque se sigue matando a niños, a adultos, a mujeres, a ancianos. Teníamos que hacerlo en el verano sí o sí, porque en el Mediterráneo, en el otoño es muy difícil navegar.
–¿Por qué?
–Porque el clima se vuelve más intempestivo, hay más olas, muchos temporales, más huracanes; entonces, teníamos que hacerlo rápido. La premura ocasionó que nos faltara estrategia, sobre todo con los barcos, porque requieren de mucho servicio, pero aún así nos aventamos.
–Un barco requiere de múltiples conocimientos y de muchos servicios.
–Nosotros compramos los barcos en buen estado con las donaciones de la gente; todo el mundo donó; donaciones de, por ejemplo, la delegación de Italia; ellos juntaron hasta 5 millones de euros de puras donaciones; en México logramos casi medio millón de pesos. En total, donaron 44 países y pudimos comprar más de 50 barcos y veleros que no midieran más de 24 metros de largo, para que pudieran ser considerados barcos de uso recreativo, porque sólo a los barcos de uso recreativo la ley internacional los respalda y podemos acceder a distintos puertos sin permisos especiales. Nuestra intención era llevar ayuda humanitaria, pero también que el mundo vuelva los ojos a lo que está ocurriendo allá. El éxito de esta misión fue que los europeos blancos se subieron a los barcos, porque es ahí donde los gobiernos empiezan a sentir más presión. Si estos barcos hubieran estado llenos de gente de Libia, de argelinos, de gente de Congo, de gente de Pakistán, no hubiera tenido el éxito que tuvo. Tuvo éxito porque había mucha gente de Gran Bretaña, de Luxemburgo, de Noruega, de Suecia, de España; eran como 60 personas y muchos suizos, y ellos solos compraron cinco barcos.
–¿Todo eso salió del bolsillo de la gente de a pie?
–Sí, de donaciones de la sociedad civil. Y también creo que hubo una fuerte cantidad de la diáspora palestina. En México recolectamos el dinero a través de “donadoras”, son como unas especies de cuentas especiales donde la gente empieza a donar y ahí se va metiendo el dinero; después esta donadora cobra un porcentaje y nos da todas las aportaciones. Con esto vamos a recuperar un poco de boletos de avión, nuestras comidas, porque todo lo pagamos nosotros.
–Fue un acto de total empatía con el que más sufre, en este caso Palestina.
–Y empatía puesta en acción es compasión. A título personal, yo Diego Vázquez, a mí lo que me mueven son los niños. Como artista escénico, siempre he trabajado con infancias; creo en los derechos de los niños y las niñas. Creo que la educación artística es un derecho, no un privilegio. En Palestina vi las condiciones en las que viven y me involucré, más al nivel de lucha por los derechos de las infancias es muy, muy alto.
–¿A qué estaba usted dedicado antes?
–Como coreógrafo siempre trato de involucrarme de alguna u otra manera en la educación artística con niños. En algún momento trabajé en el estado de Morelos con un proyecto que llevaba danza contemporánea a todos los municipios; involucrábamos a los niños y a las niñas, y bailábamos con ellos los Chinelos. Tengo un Cascanueces que involucra a niños hasta en la puesta en escena, así ellos tienen su propia experiencia semiprofesional o preprofesional, y yo atiendo sus sugerencias; me gusta trabajar con ellos. Tengo una versión de Petrushka, de Igor Stravinsky, para niños, la hice pensando en ellos. Les enseño sobre los instrumentos musicales de una orquesta sinfónica. Suelo hacer muchos talleres, en algún momento impartí en los Faros, estos centros de educación artística de la Ciudad de México.
–En Palestina, ¿pudo hacer bailar a los niños, a pesar del horror que viven?
–Estuve un buen rato en Palestina haciendo estos talleres y acá en México los realicé en San Luis Potosí, en la sierra, en el desierto; intento que los niños tengan presentaciones públicas. Contar con un espacio de talleres con pequeños es indispensable para que, a través del movimiento y de la danza, ellos puedan manifestar sus emociones, identificarlas y reconocerlas para saber que también se pueden expresar a través del movimiento.
–¿Cuántos años tiene usted, maestro?
–Yo tengo 44.
–¿Cómo conoció a Javier Aranda?
–En 1981. Javier Aranda me conoció cuando yo tenía 14 años, porque él y mi mamá eran muy amigos. Trabajaron juntos en la editorial Clío. Mi mamá se llamaba Rosario Galindo; falleció en 2007.
–¿Por eso usted decidió también entregarse a esta causa?
–Mi mamá era una mujer a quien le gustaba ayudar, y era muy compasiva. Yo creo que también lo saqué de ahí. Ella era historiadora del arte; fue investigadora iconográfica, después se quedó en el área de ventas de la editorial. Ella murió de cáncer de ovario.
–Lo siento mucho. Pero mejor sígame contando de la flotilla y de su misión heroica en Palestina, por la que siento mucha simpatía.
–Nosotros podremos pasar como activistas heroicos, pero realmente queremos que nuestros gobiernos pongan los ojos en lo que está ocurriendo en Palestina. La flotilla la conformamos personas de 44 países: europeos, asiáticos, americanos, sudafricanos, gente de Malasia, Indonesia y Pakistán. Queremos que los gobiernos pongan un alto a Israel a través de cortar relaciones diplomáticas y comerciales con ellos. Sabíamos que nuestro acto sería simbólico, pero la intención era hacer presión. Sabíamos que nos iban a interceptar y a meter a la cárcel, y sabíamos que ese era el momento en el que nuestros gobiernos se iban a sentir presionados para hacer algo, primero para sacarnos y después para explicar por qué no hacen nada para detener el genocidio, la ocupación y esa deshumanización sistemática que llevan haciéndoles a los palestinos desde 1947. Queremos que la gente pueda ver que el sionismo es un proyecto político que nada tiene que ver con la religión judía.
–¿El sionismo es un proyecto político que nada tiene que ver con el judaísmo?
–Así es. Incluso hay cristianos protestantes sionistas, ni siquiera son judíos y están en favor de lo que ocurre allá. Son dos cosas distintas, una cosa es el sionismo como proyecto político y otra es el judaísmo como religión o como etnia. Los sionistas están usando al judaísmo para poder justificar sus atrocidades.
–¿Cuál es su propósito con este activismo, puesto que usted es artista escénico?
–Que los gobiernos y la gente vean la importancia de proteger a los niños y a las niñas. Tenemos que cuidarlos y comprender por qué viven en esta situación. Es la misma razón por la cual aquí en México hay desapariciones; nuestro país tiene los números más altos en pornografía infantil y en trata de personas. En México tenemos el mercado más grande de pornografía infantil; el trabajo sexual en niños no se ha erradicado. Para mí es el mismo sistema opresor que permite que ocurran las atrocidades que se viven en Gaza. Es el mismo sistema que permite que haya un promedio de 11 mujeres asesinadas al día en nuestro México.
“Así es y esas son las razones por las que voy a Gaza, porque lo que ocurre allá es sólo la punta del iceberg, donde se concentra todo lo más horrendo y se reproduce en muchos otros lugares del mundo de maneras distintas. Lo que ocurre en Gaza se reproduce en México, en Perú, en el sur de Asia, en Pakistán y el futuro de los niños está en peligro. Los niños no tienen voz. ¿Con quién pueden quejarse, si son víctimas de trata? ¿Con quién, si los desaparecen? A veces su familia es la que abusa de ellos.
“Está demostrado que las redes de trata están vinculadas con el narcotráfico y están infiltrados en todo el país: en Sinaloa, en la frontera, en Guerrero, en la Ciudad de México. Esta es otra de las cosas que me revelan una perversión tremenda: sabemos que el Mossad es un grupo de inteligencia israelí; se le ha contratado desde México para que entrene a ciertas áreas de la policía y del Ejército. Al mismo tiempo sabemos que Pegasus, un programa para espiar a la gente por el teléfono, fue usado por el ex presidente Enrique Peña Nieto.”











