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La mitad del mundo, en Madrid, debe “quitar la idea de que aquí había barbarie”

El magno proyecto expositivo está llegando bien a la gente y genera debate, se congratuló Diego Prieto Hernández en entrevista con La Jornada

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▲ Diego Prieto, titular de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, en entrevista con este diario.Foto Jorge Ángel Pablo García
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de noviembre de 2025, p. 2

El magno proyecto La mitad del mundo: La mujer en el México indígena, dividido en cuatro ejes temáticos que se exhiben en igual número de sedes de Madrid, demanda “dejar atrás cualquier versión de que alguien llegó a civilizar a otro y que aquí había barbarie. Es una visión no sólo hacia el pasado, sino del presente”, dijo el antropólogo Diego Prieto Hernández.

El titular de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad explicó a La Jornada que en el territorio que ahora conforma México hace más de cinco siglos “ya había civilizaciones complejas, admirables, de enorme capacidad en su economía, técnica, arquitectura, urbanismo y escritura”.

La iniciativa, continuó el funcionario, “esta trabajando bien. Hasta donde me informan, está llegando mucha gente y genera debate. ¡Qué bueno, porque de él pueden nacer nuevas ideas!”

Recordó que el enorme proyecto expositivo surgió por la decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum de crear una muestra “contundente” que se centrara en “la perspectiva y presencia femenina” en las culturas antiguas y contemporáneas que habitan nuestro territorio desde hace algunos milenios”.

Se inscribió en la línea del fortalecimiento de las relaciones culturales y diplomáticas con España, agregó Prieto, y por ello la muestra apela a la magnificencia de estas culturas antiguas y la presencia de la cultura de estos pueblos en el México contemporáneo en “una exposición fuerte que presentara la continuidad”.

La intención resultó en la exhibición de 435 piezas arqueológicas y etnográficas. La mitad del mundo: La mujer en el México indígena se descompone en cuatro apartados y tiene como parte principal el ámbito humano. La parte divina, la mujer como deidad, como principio del cosmos y vínculo entre corporeidad y espiritualidad se explora en Casa de México en España.

Museo Arqueológico Nacional recibió el apartado de la mujer como trabajadora, madre, parte de una sociedad, de la unidad doméstica, gobernante, guerrera, escritora y como tejedora, que de alguna manera es también una escritora, “porque en el tejido se plasma una manera de ver el mundo y una memoria”, añadió el ex director del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“País orgullosamente pluricultural”

El Thyssen-Bornemisza expone el ajuar de Tz’akbu Ajaw, que significa “la señora de los muchos linajes” o “la señora de los linajes”. Lo de Reina Roja es una denominación debida a que cuando la descubren estaba cubierta de cinabrio, un intenso colorante rojo, “que apela a la sangre, al inframundo, la muerte como principio de vida también. Otra vez la vida y la muerte son extremos complementarios, pero también interpenetrados. Para que algo nazca primero algo muere”.

Para el Instituto Cervantes, organismo dedicado a las letras, se consideró “hablar de las letras mesoamericanas, que mucho están plasmadas en textiles, tejidos, bordados y urdimbres, sobre todo, realizados por las mujeres del pasado y el presente”.

Prieto Hernández afirmó que la muestra ayuda a entender un “país orgullosamente pluricultural, que abarca desde los pueblos indígenas, afromexicanos y mestizos, en su gran diversidad”, en una suerte de crisol donde se han encontrado “muy diversas raíces culturales, desafortunadamente, durante mucho tiempo, bajo condiciones asimétricas; es decir, la población adscrita a una visión más occidental del mundo vivía condiciones económicas muy diferentes a nuestros pueblos originarios o afromexicanos. Por eso se ha tenido que pelear por el resarcimiento de estos pueblos.

“Les debemos un trato igual, por lo cual decidimos –algo que tienen que mirar los españoles–, desde septiembre del año pasado, reformar la Constitución para reconocer que los pueblos indígenas y afromexicanos son sujetos de derecho público; es decir, que pueden tener sus propias autoridades, lengua, recursos e incluso la capacidad de mantener tradiciones, saberes, patrimonios bioculturales y acceso a recursos públicos.”

Comentó que se consultó a gente de varias comunidades para la parte etnográfica, que dieron sus opiniones y comentarios. A la inauguración asistió una mujer chinanteca que vive en Madrid. “Llegó elegantemente vestida, y fue un error que no subiera al momento de la fotografía. Sería padrísimo que acudan más mujeres de diversos pueblos; es cosa de hacernos cargo de su traslado.

“Hay quienes han dicho que debió haber habido más presencia y opiniones de mujeres indígenas. Tienen toda la razón, pero fue vertiginoso” el proceso de organización de la muestra, que comenzó en enero pasado.

Diego Prieto mencionó que el título se inspiró en el antropólogo francés Jacques Galinier, quien ha trabajado más de 35 años con los hñähñu de San Pablito Pahuatlán, Puebla, y publicó el libro La mitad del mundo: Cuerpo y cosmos en los rituales otomíes.

“La noción de la mitad del mundo expresa esa visión dualista, pero no maniquea, de las culturas mesoamericanas, donde podemos hacer clasificaciones sustentadas en extremos rituales que no son antagónicos, sino complementarios; es decir, lo alto, lo bajo; lo frío, lo caliente, se complementan.”

El antropólogo explicó que hay gran cantidad de deidades que lo mismo son masculinas que femeninas. “Ometéotl se descompone en Ometecuhtli y Omecíhuatl. Tlaltecuhtli también puede tener una versión masculina. En fin, todo este asunto donde hay compenetración”.

Dijo que puede funcionar como para producir otras miradas sobre el arte que es fruto del trabajo de los indígenas del pasado y el presente. Por ejemplo, cuando Antonio Saborit fue a recibir el Premio Princesa de Asturias otorgado al Museo Nacional de Antropología, que dirige, asistió a una muestra donde estudiantes de arte asturianos reinterpretaron las piezas más destacadas del recinto, como la Coyolxauhqui, la Coatlicue, la cabeza olmeca, la mujer tejedora y el chimalli de Yanhuitlán.

“Hicieron maravillas de reinterpretación en dibujo, pintura y escultura de bulto. Muchachos de entre 11 y 17 años encantados de ese placer estético. Es obvio que si uno mira la Coatlicue, se sorprende. Mucho del arte contemporáneo tiene que ver con esta recuperación de miradas ancestrales.”

Prieto concluyó: “habrá que ver qué tanto emergen esos análisis estéticos, como la reflexión poética de Octavo Paz alrededor de la Coatlicue y las caritas sonrientes de Veracruz. También habrá ahí la posibilidad de que ellos retomen otras miradas sobre el arte”.