El reportero gráfico colombiano ha registrado por más de 30 años “los hechos más dolorosos” de su país
Jueves 6 de noviembre de 2025, p. 5
Después de 33 años de cubrir la ola de violencia en Colombia, para el reportero gráfico Jesús Abad Coronado (Medellín, 1967) “lo bonito” de su trabajo está en buscar a los protagonistas de las historias que ha documentado, para saber cuáles son sus proyectos, a fin de que la memoria de las personas en estos territorios no sólo registre “el dolor de los momentos difíciles, sino lo que les pasó para hablar también de la persistencia, la lucha –muchas veces al margen del Estado o los gobiernos– y el amor por la vida que a su vez conlleva la esperanza y la búsqueda de la paz de las comunidades”.
Coronado recibe hoy en San Francisco, Estados Unidos, el Premio a la Justicia Jon de Cortina Guernica 37, otorgado por el Grupo Guernica 37, una organización sin fines de lucro que revitaliza la responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos.
De allí viajará a México para ofrecer el domingo un taller en torno a temas de la fotografía documental, organizado por el Colectivo por la Paz en Colombia desde México (ColPaz). Será a las 12 horas en la Utopía Libertad, Río Nilo, Lomas de San Lorenzo, Iztapalapa. El ejercicio pensado para el taller también lo ayuda a “sanar” al entender que la vida continúa a pesar de que “muchas veces los responsables de los crímenes no van a las cárceles”. En más de tres décadas le ha tocado documentar “los hechos más dolorosos que ha vivido nuestro país”.
La familia de Coronado ha sufrido la violencia en carne propia. Su abuelo paterno y un tío –cuando era niño– fueron asesinados; a los tres meses su abuela paterna murió de tristeza. Al ingresar a la Universidad de Antioquía, Coronado escogió la carrera de comunicaciones con el objeto de “contar la historia de nuestra gente”. Quería escribir; sin embargo, optó por la cámara “por puro miedo”, porque en ese primer año de la carrera “muchos estudiantes y profesores fueron asesinados. A los 20 años entendí que tenía que contar la historia a punta de imágenes”.
El trabajo fotográfico de Coronado ha sido “clave” en la historia de Colombia “por muchos temas, no sólo de recordar y volver a pasar por el corazón. Mi trabajo fotográfico es una pieza fundamental en temas de memoria, justicia y reparación. Muchas de mis fotografías forman parte no sólo de la memoria colectiva en Colombia, sino también de sentencias judiciales. Eso, porque el trabajo fotográfico aparte de reconocerse como una manera de entender lo que ha sucedido en mi país, también es una forma de reclamar la búsqueda de la justicia para que las personas a veces sean reparadas a nivel moral o económico”.
Luego, “en muchos lugares de Colombia los jóvenes son educados con parte de mi trabajo. En los colegios o las universidades, en las ciudades o los pueblos, se trabaja con mi material fotográfico para hablar de la importancia de la memoria y entender quiénes han sido las principales víctimas de ese conflicto armado que lleva ya tantas décadas”.
Construcción de la memoria
Coronado destaca también la relevancia del álbum familiar en la construcción de la memoria, no sólo la fotografía que hacen los periodistas. Es decir, el “honrar la vida no sólo de los ausentes, sino de quienes resisten dentro y fuera del país, que son exiliados por distintas causas. Cuando pienso en la palabra, la imagen, el ejercicio del periodismo, a la par son como la ética y la estética para contar la historia de una sociedad. Soy el menor de una familia que se desplazó por la violencia en los años 60. No vi morir a mis abuelos ni a mi tío, pero odio que la violencia siga afectando dos o tres generaciones después.
“Mi padre y mis tíos quedaron muy marcados. Vieron hechos tan dolorosos que no querían hablar de esa historia que se había quedado en la impunidad porque habían perdido la tierra. Ellos, como mi madre, eran familias campesinas que estaban atadas a la naturaleza, de vivir cerca de un río, escuchar el canto de las aves, de tener lo necesario que se cultiva para vivir. Cuando son expulsados a las ciudades, eso agrede y marca la vida.
“Así entendí que lo que hago en mi trabajo es poner rostro y nombre a las víctimas. En cualquier sociedad los muertos y desplazados se convierten en una estadística. Comprendí que la mejor forma de honrarlos era contar esa historia, darles cara y nombre a las personas por donde camino. Honrar a los ausentes, pero también a quienes resisten, siguen sembrando, amando, evocando para no olvidar, buscando la no repetición, que es lo más importante. El tema de construir el proceso de paz, en cualquier lugar del mundo, es siempre de relevancia, porque es para frenar la barbarie.
“No conozco sino el conflicto colombiano, pero tenemos muchas causas en común con lo que sucede en México o lo que ha vivido Centroamérica u otros países de Latinoamérica. Sólo he trabajado en Colombia, pero esas fotografías e historias son universales. Es necesario que las personas entiendan la importancia de pensar en el otro y comprender su historia, porque es una forma de hermanarse.”
Coronado ha visto “el dolor y las lágrimas, la sangre derramada y seca sobre la tierra”. También le ha tocado enterrar a una víctima. Ha comprendido que “a veces hay que dejar la cámara a un lado” y más allá del testimonio contra el olvido, “en ocasiones hay que darle una mano a la otra persona, acompañar y caminar con ella”.
En 2019, el fotógrafo recibió el Premio a la Excelencia de la Fundación Gabriel García Márquez, y en 2024, durante la ceremonia de los Premios Simón Bolívar de Periodismo, el jurado le entregó el Gran premio a la vida y obra de un periodista.











