Autoridades estatales justifican la muerte de 78 personas con el argumento de que tenían un historial criminal
       Sábado 1º de noviembre de 2025, p. 22
Río de Janeiro. Cientos de personas se manifestaron ayer, vestidas de blanco, por las calles de Vila Cruzeiro, en Brasil, tras el feroz despliegue policial que dejó más de 120 muertos durante una operación contra el narcotráfico en Río de Janeiro.
La protesta se inició en el campo de futbol de Vila Cruzeiro, en el Complexo da Penha, una de las favelas en las que tuvo lugar el operativo. Vecinos, activistas, transportistas y algunos políticos locales acudieron para expresar su rechazo a la brutal violencia policial y a la política de seguridad del gobernador de Río, Claudio Castro, aliado del ex presidente Jair Bolsonaro.
La movilización estuvo repleta de pancartas que calificaron a Castro de “asesino” y en las que se pedía justicia para las víctimas.
“¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?”, era uno de los consignas más coreadas. El ambiente estuvo marcado por la tensión; todavía hay 18 familias que no han conseguido recuperar los cuerpos de sus seres queridos para poder despedirlos.
Un niño sostenía un cartel que decía “los niños deben poder jugar, la favela quiere vivir en paz”. Su camiseta estaba manchada de pintura roja para recordar la sangre derramada durante la operación policial más letal de la historia de Brasil.
Identifican 99 cuerpos
La Policía Civil informó que fueron identificados los cuerpos de 99 personas, y que la mayoría tenían antecedentes criminales.
El jefe de la policía, Felipe Curi, informó en rueda de prensa que 78 de los abatidos en la operación “tenían un relevante historial criminal”, como homicidio y tráfico de drogas, y que otros 42 contaban con órdenes de detención.
Las autoridades informaron que entre los sospechosos muertos había 49 que eran originarios de otros estados, como Pará, Amazonas, Goiás o Ceará.
También hay un alto número de narcotraficantes de otras regiones entre los detenidos, lo que para la policía indica que las favelas de Río de Janeiro “se convirtieron en un refugio para el Comando Vermelho (CV)”.
Las autoridades remarcaron que en los últimos años, el Complexo do Alemão y el Complexo da Penha han sido el cuartel general del CV, y sirven de refugio, escondite y lugar de entrenamiento para líderes de dicha facción, no sólo de Río, sino también de otros estados brasileños.
El gobierno local calificó la operación de “un éxito”. Castro declaró que las “únicas víctimas reales” fueron los policías muertos y que todos los demás asesinados eran delincuentes.
Las pancartas de los manifestantes sentenciaron: “120 vidas perdidas, esto no es un éxito” y “Castro tiene las manos manchadas de sangre”.
      
	
       
     










     
	         
	       